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jueves, abril 25, 2024
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Invasor ***

Invasor ***

Invasor, cine de intriga potente y español para animar la cartelera en el último tramo del año.

Daniel Calparsoro es uno de los directores españoles que mejor se las entiende con los géneros, como demuestra una filmografía en la que ha ido recorriendo distintas variantes genéricas evolucionando desde unas claves de cine más independiente y personal en Salto al vacío, Pasajes, A ciegas o Asfalto, hasta llegar a perfilar proyectos más comerciales como Guerreros, Ausentes o esta Invasor. En cualquiera de esas dos fases de su filmografía siempre ha conseguido engancharnos a sus historias desde un tratamiento de los géneros cinematográficos sin ningún tipo de complejos. De hecho Invasor podría medirse en igualdad de condiciones con cualquier producción anglosajona del mismo género, y batiría a muchas de las que nos llegan del otro lado del atlántico en el territorio que mejor rendimiento suele producir en las producciones españolas, el trabajo de los actores y el desarrollo más verosímil de personajes y situaciones. Por ello en el caso de las construcciones genéricas de Calparsoro cabe hablar más de “personas” que de personajes, o de que los personajes acaban convirtiéndose en personas merced a un trabajo bastante notable de y con los actores. Especialmente me quedo en esta ocasión con el trabajo de Antonio de la Torre, que completa este año un doblete de trabajos notables con éste papel y el que hace en Grupo 7, y Karra Elejalde, que ha creado los dos personajes más siniestros del cine español de este año, el sicario Baza en Invasor y Don Eladio en Miel de naranjas. Dos personajes de antagonista totalmente distintos pero igualmente inquietantes, tanto más inquietantes porque Elejalde los reviste de una humanidad espontánea que les convierte en mucho más cercanos y posibles para el público, llevando la amenaza hasta el patio de butacas.

Si no veo a estos dos actores entre los nominados a los Goya de este año, me borro de perder el tiempo hablando de esos premios.

Así de claro.

Junto con estos mimbres, el cesto de Invasor tiene a su favor un arranque de cine de acción bélica con despliegue visual que Calparsoro domina, como ya demostró sobradamente en Guerreros. Es una buena entrada a la parte más centrada en la intriga que acaba marcando el ritmo del relato con algunos flashbacks de retorno al frente que mantienen la acción como elemento presente en la película, hasta que los acontecimientos del presente se precipitan en grado suficiente para tomar el relevo del dinamismo trepidante que preside esta historia de conspiración y persecución. Es posiblemente la potencia de ese arranque y de su reiterada presencia en el relato lo que hace que se me quede algo más floja la parte de vida familiar del protagonista. No tanto por el trabajo de los actores en esa parcela, en la que la presencia de Inma Cuesta ha logrado hacerme pensar que en Grupo 7 deberían haber incluido más metraje a su papel. Lo que en mi opinión ocurre en esa parcela familiar de la vida del protagonista es que inevitablemente resulta menos interesante que la parte de acción bélica en el frente y de conspiración en la vida civil. Por ejemplo la relación entre los personajes de Alberto Ammann e Inma Cuesta, así como con la niña, está demasiado limitada por el tópico no da tanto juego ni es tan interesante como el vínculo que une a los personajes de Ammann y Antonio de la Torre, lo cual es lógico, porque ésta última pertenece plenamente a las otras dos parcelas dominantes en la trama. Así, la vida hogareña se reduce a ser un recurso de segunda fila para llevar el argumento hasta el punto de ruptura del desenlace. Pero creo que el papel de personajes de paja, marionetas en la trama de conspiración, de la esposa y la hija, es demasiado evidente y queda excesivamente limitado.

Afortunadamente la coherencia del final con el resto de lo narrado, con el desenlace inevitable para el personaje, salva parte de los muebles en esa especie de reconstrucción del orden tras el caos que le quita parte de garra al epílogo, demasiado “feliz” para la gravedad de los asuntos que se nos han ido narrando en la película. Entiendo que es un recurso inevitable cerrar la trama con la idea de que la justicia puede imponerse, porque así lo requiere el viaje del héroe de esta historia, pero en mi opinión, que no tiene por qué ser compartida por los lectores de este comentario, ni por el público en general, y que con seguridad no comparten los artífices del filme, porque en ese caso lo habrían rematado de otro modo, a estos argumentos sin salida siempre les sienta narrativamente mucho mejor un desenlace más desgarrador e incluso trágico.

Sea como fuere, creo que Invasor es una buena propuesta de cine de intriga y conspiración, en el marco de los buenos resultados que está arrojando a la cartelera el cine español en esta última parte del año.

Miguel Juan Payán.

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