Crítica de la película It. Capítulo 2
Más floja que la primera, repitiendo claves de la misma y demasiado larga.
La película enfrenta un serio problema de ritmo y aunque sus casi tres horas de metraje no son aburridas, desperdicia algunas de sus mejores claves y lo sembrado en el primer largometraje, dejando algunos flecos particularmente crispantes. Por ejemplo, ¿qué ocurre con lo planteado con el marido del personaje de Jessica Chastain? ¿Qué ocurre con el secreto de Richie Tozer?
Lo que ocurre es que incluso en esa duración tiene elementos para resultar entretenida y puede permitirse vivir de las rentas de lo sembrado en la primera película, pero no progresa, no profundiza en las claves de los personajes adultos, en sus neuras y sus complejos, en los miedos y culpas que son el alimento de de Pennywise.
De hecho una de las flaquezas de la película es que no le saca tanto partido como podría a Bill Skarsgaard en el personaje de Pennywise. Lo que nos ofrecen en el payaso es más de lo mismo que ya vimos en la primera película. No hay progreso e incremento de la inquietud. La resolución y todo el tercer acto de este Capítulo 2 es reiteración de lo visto en el desenlace del 1. Por comparación con sus equivalentes infantiles, los personajes y actores adultos salen perdiendo. El único que mantiene el tipo es Bill Hadder. Lo que hace gracia o resulta simpático en los críos no lo es tanto, e incluso llega a ser repetitivo, en estos adultos que están dibujados como niños grandes y cuya madurez no opera en sus reacciones ante la amenaza de Pennywise. Eso perjudica el trabajo de actores. Jessica Chastain está como desdibujada, corriendo de un lado para otro, gritando, en un papel por debajo de sus posibilidades. Otro tanto puede decirse de James McAvoy. Siendo unos perdedores, manteniendo ese perfil de hechos polvo, cabría pensar que la madurez sin madurar de estos personajes fuera más interesante psicológicamente en su construcción, pero no lo es, es muy plana, excesivamente simple en la manera en que se comportan y supuestamente superan los retos, con recursos muy obvios. El tema del ritual es poco original en la manera de presentarse en pantalla.
Hay quizá más momentos de acción-terror que en la primera entrega, pero están poblados por monstruos que pueden funcionar en la novela, pero al materializarse en el cine resultan caricaturescos.
De todo ello se traduce una película entretenida, que empieza fuerte y muy brutal con la primera víctima de Pennywise en la feria y con el tema matrimonial de Chastain. Promete mucho ese arranque en su rotunda violencia, muy inquietante. Pero luego ese tono baja. Y el momento de galletas de la suerte sorprende por contraste y en negativo frente a esas otras propuestas de arranque que prometían algo menos plano a la hora de tratar los terrores de cada personaje. Es muy ingenuo y simplón el viaje que hacen los amigos para recuperar las claves de ese pasado que les llevan finalmente al tercer acto de enfrentamiento.
Otro asunto que llama la atención es que en ningún momento la película saca partido al pueblo en el que se desarrolla la historia. Solo un par de cameos dan una pequeña nota de contexto y ambiente a lo que en líneas generales más que una ciudad parece un pueblo fantasma, porque los personajes no interactúan prácticamente con casi nadie. Pongo un ejemplo para que quede más claro a qué me refiero con esto: comparen los momentos de feria de It Capítulo 2 con los momentos de feria de la tercera temporada de la serie Stranger Things o el inquietante arranque de la feria en Nosotros, de Jordan Peele.
Esta película tiene todos los condimentos necesarios para ser una fiesta del terror, pero necesita recortar su metraje, no producir la sensación de que todo lo bueno se contó ya en la primera, aprovechar mejor el paso de niños a adultos en esta otra fase de la historia, haciendo que éstos últimos sean más ricos e interesantes, en lugar de meros reflejos de sus predecesores más jóvenes, y precisa de profundizar más en los conflictos de los personajes.
En cuanto al destino de todos ellos, se queda flojo, pero en algunos casos es incluso excesivamente simplista y conformista y plano en lo visual, pura postal.
Me ha decepcionado.
Miguel Juan Payán
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