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sábado, abril 20, 2024
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Juan Antonio Bayona nos habla de Lo imposible

Juan Antonio Bayona nos habla de Lo imposible

El director de Lo imposible ha pasado por Madrid para presentar esta impresionante película sobre el tsunami que se abatió sobre Tailandia, basada en hechos y personajes reales y protagonizada por Naomi Watts, Ewan McGregor y Tom Holland. Con él hemos hablado sobre el rodaje, la dirección de actores, la negativa de la Academia del Cine a galardonar a actores infantiles, las comparaciones con Steven Spielberg y otros temas relacionados con su trabajo.

Juan Antonio Bayona nos habla de Lo imposible

El director de Lo imposible ha pasado por Madrid para presentar esta impresionante película sobre el tsunami que se abatió sobre Tailandia, basada en hechos y personajes reales y protagonizada por Naomi Watts, Ewan McGregor y Tom Holland. Con él hemos hablado sobre el rodaje, la dirección de actores, la negativa de la Academia del Cine a galardonar a actores infantiles, las comparaciones con Steven Spielberg y otros temas relacionados con su trabajo.

– ¿Qué ha sido lo más gratificante y lo más duro del rodaje de Lo imposible?

– La parte más gratificante como director ha sido trabajar con los actores, porque se han entregado de una manera muy intensa. También es cierto que era un rodaje muy largo y muy lejos de casa donde era muy difícil desconectar. Estabas en las mismas localizaciones todo el día, ibas a cenar una noche a un sitio y la dueña del restaurante te contaba la historia de la desaparición de su padre en el tsunami. Eso hace que te vayas empapando y ayuda muchísimo al actor. También te da un manto de responsabilidad extra sobre lo que estás contando. Son emociones reales, y ayuda un poco a la hora de llevar a la pantalla todo lo que estás contando con respeto. Lo más duro ha sido sin duda todo lo relacionado con la organización del rodaje. Era una película muy bien preparada. Pero cuando llegas al rodaje, todo lo que era la organización era tremendo. Sólo organizar los coches cada día, con unos chofes tailandeses que no hablaban inglés ni español… Que el equipo apareciera realmente en la localización donde tenían que estar realmente ya era un milagro. Y como director me daba cuenta de que el hecho de decidir tirar hacia un lado o hacia otro acarreaba toda esa organización, y eso era un desgaste continuo y una tensión. Si añades que la película realmente era muy compleja, había que trabajar con niños y en otro idioma te puedes imaginar lo que ha sido hacer Lo imposible.

– ¿Cómo elegiste a Tom Holland para interpretar al hijo de Naomi Watts y Ewan McGregor?

– Tom Holland no es un niño actor, es un actor extraordinario. Ha trabajado desde los once años, con una disciplina de trabajo y una responsabilidad que bebe del teatro. Estuvo tres años representando la obra Billy Eliott, siendo protagonista. Un musical muy exigente a un nivel emocional. Y evidentemente eso ha ayudado muchísimo a la hora de trabajar con él. Desde la primera prueba de test que hice con él me descolocó. Era capaz de llegar a la emoción de una manera muy compleja. Recuerdo que en la primera toma que hicimos, no se emocionó, sino que me hizo un ejercicio en el que contenía la emoción. Así me di cuenta de que este chaval, que físicamente no tenía nada que ver con Naomi ni con Ewan, era el hijo perfecto de estos personajes.

– Has hablado del respeto por el tema que se trata en la película. Creo que hay una escena muy definitoria de ese respeto, y muy sutil: la escena en la que el pecho de la madre queda al descubierto y el hijo toma distancia respetuosa y se da la vuelta. ¿Ese respeto que sin duda has trabajado con los actores lo has contemplado también a la hora de planificar el trabajo de cámara y el encuadre?

– Hay un momento concreto en el que recuerdo que en Tele 5 se emite un telefilme sobre el accidente de Spanair. Yo no estaba en España en ese momento, pero me llega la polémica porque se muestran cadáveres. Recuerdo que estaba reunido con una persona que había perdido a familiares en el tsunami y le pregunté su opinión sobre qué pensaba de que yo mostrara cadáveres en la película, porque siempre he buscado la autoridad de quienes estuvieron allí. Y él me respondió: hombre yo estaría muy enfadado si no lo mostrases, porque básicamente el tsunami era muerte y destrucción. Ahí te das cuenta de que hay unas ciertas imágenes incómodas que tienes que mostrar porque lo que esta gente quiere ver en pantalla es un retrato fiel de lo que fue aquello, no quiere una frivolización. Y el retrato fiel incluye esas imágenes. Luego cuando haces una planificación de das cuenta de que hay muchas imágenes que no es necesario mostrar, que son aberrantes, que rompen la conexión con el espectador.

– Sería más bien morbo.

– Efectivamente. Entonces muestro los cadáveres en un momento determinado de la historia, es decir, cuando el chaval es capaz de verlos, porque hasta ese momento no hay, y con una distancia. Pero es la única distancia que me he permitido tomar, porque una de las condiciones del trabajo que he hecho en esta película es que hay muy poca distancia. Como director estoy muy encima de los personajes. Y a la hora de rodar la película también he estado muy cerca de las personas que han vivido el tsunami y me han transmitido una emoción muy fuerte que es la que he intentado trasmitir al espectador. Más como un mensajero que como un director. Habrá gente que pensará que es una manipulación sentimental. Pero lo que estoy haciendo es transmitir la emoción que la gente me ha dado e intentar que lo viva el espectador para que sea consciente un poco de lo que fue aquello, y al final de la película, cuando vuelva a casa, igual que vuelven estas personas, piense un poco en lo que ha visto.

– En la película hay momentos emotivos muy intensos, como la escena de Ewan McGregor con el teléfono. ¿Qué indicaciones le has dado a los actores para estos momentos?

– Bueno, yo he aprendido a dirigir actores un poco sobre la marcha y con mucha intuición. En el caso concreto de la secuencia de la estación de autobuses intenté que Ewan estuviese rodeado de supervientes reales del tsunami, voluntarios, y una cosa que hicimos es que antes de que Ewan contara su historia, cada una de aquellas personas fueran contando la suya. Y eso crea un clima que ayuda al actor. Yo intentaba todo el rato meter realidad en la historia. En el caso de la secuencia del árbol con Naomi Watts era más fácil, porque es una secuencia muy física y ahí juegas al desgaste de los actores. Llega un momento en que los actores realmente están cansados y no pueden más. En ese sentido estoy muy agradecido al trabajo con Naomi porque es una mujer que agradecía constantemente llegar al límite. Que hiciera cinco tomas seguidas y le pidiese otra cuando ella ya casi no podía articular palabra es algo que a ella le encantaba porque la llevaba a un límite al que ella como actriz no llegaba sola.

– ¿Crees que esta película facilita o allana el camino para optar al salto a trabajar en Estados Unidos?

– Es que yo no entiendo esa meta de llegar a Hollywood. Creo por ejemplo que el sistema para hacer Lo imposible es perfecto. Poder financiar las películas desde tu país, con tu equipo, y evidentemente compitiendo en un ámbito global. Es un tipo de producción que existe en Europa. En general las películas que produce Luc Besson o las que rueda Lass Von Trier, que cuentan con un casting internacional y están financiadas con capital europeo. Yo creo que si me voy a Hollywood va a ser por una cuestión de exigencia de la historia que me ofrezcan, no por el presupuesto. No decido rodar una película por el presupuesto que tenga. En Lo imposible teníamos un presupuesto muy grande pero era muy pequeño en comparación con lo que se suelen gastar los norteamericanos. Y sin embargo nos metimos a rodarla, porque lo que valía la pena era esta historia. Pensábamos que era una historia que merecía ser contada. Me preocupa mucho más perder la libertad que tener el lujo de poder disponer de todo el dinero que sea necesario, porque además esto también tiene un poco de trampa.

– ¿Crees que si hubieras rodado esta misma película en Hollywood habría sido igual?

– Yo creo que no. Y eso que es una película que se va a estrenar en Estados Unidos con una calificación de PG-13, que es bastante asequible. A mí lo que me interesa de esta película son las cosas raras que tiene, esa estructura tan extraña, ese reto lanzado al espectador de no contar una historia que acaba bien o mal sino que acaba asociando la supervivencia a un sufrimiento, que son el tipo de cosas que hacen que la película sea especial y son las que hacen que en un sistema tan conservador como el de Hollywood serían vistas de manera sospechosa.

– ¿Qué te parece que en los Goya hayan cambiado las bases del premio y ahora los niños no puedan ser nominados a un galardón? Esto afecta a las interpretaciones de los tres niños que aparecen en Lo imposible.

– Puedo entender la norma esta que ha sacado la Academia para niños muy pequeños. Pero no entiendo que Tom Holland, que ha estado de protagonista de un musical en Londres durante tres años, al que le estás pidiendo un nivel de responsabilidad y esfuerzo impresionante, un chico que lloraba cada día en el set porque lo requería el guión y cuando decías “corten” se iba a jugar con los otros dos niños, es un actor de raza. Que porque cuando hizo la película tenía trece años ahora no pueda ser candidato a los Goya porque no puede votar hasta que tenga 18, no lo entiendo. Es un argumento que cae por su propio peso. Y creo que la Academia debería revisar ese reglamento, porque no tiene ningún sentido que le estés exigiendo a un actor ese nivel de compromiso y ese esfuerzo y luego no se le pueda recompensar. Puedo entenderlo en niños muy pequeños. Yo he trabajado con niños muy pequeños y en el caso concreto de esta película creo que es más un trabajo de dirección que de interpretación.

– Estamos en un momento difícil para el cine español. ¿Qué opinas de las últimas medidas que se han aprobado para el cine en España?

– Me producen perplejidad sobre todo. Porque la razón por la que se aplican las medidas es evidente que no van a dar el resultado que el gobierno espera. Y mucha preocupación, no por mí, sino por la gente con la que trabajo. Ahora mismo Lo imposible no se podría montar de la misma manera, y seguramente la tendría que montar con un sistema de financiación externo y eso te coarta la libertad. Pero más allá de la libertad, porque yo en un momento dado puedo coger una cámara y ponerme a rodar una película con diez personas, lo que me preocupa es el equipo de 200 personas que han trabajado en esta película y que son gente que paga sus IVA, sus impuestos, y que van a estar igual de jodidos que están la mayoría de españoles en este momento.

– ¿Qué te parece que te comparen con Steven Spielberg?

– Para mí es un halago que te comparen con un cineasta como Spielberg. Creo que cinematográficamente, en cuestiones de estilo, le debo mucho, evidentemente. Y creo que hay sensibilidades parecidas en algunos temas que surgen de manera natural, de manera instintiva. El hecho de que me interese ese mundo de los niños y los conceptos de la madurez es lo que me sale, no es una especie de mimetismo ni de asimilación, como he leído por ahí. Es simplemente instintivo. Esta historia me atrapa porque me emociona, y llego a la conclusión de que es por esa relación madre e hijo, lo que esa madre le está dando a ese hijo y lo que ese hijo le devuelve a su madre. Y eso es spielbergiano (risas).

Miguel Juan Payán


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