Simpática película de baile donde, como siempre, destacan las coreografías. Y poco más la verdad, un par de rostros televisivos al frente del reparto, uno de ellos muy desaprovechado, un grupo de jóvenes bailarines a quien nadie conoce y la cultura del hip hop como trasfondo para esta película de batallas entre B-Boys de diversos países que se enfrentan por el campeonato del mundo, con muchas acrobacias, bailes sincronizados, saltos y piruetas dignas de los mejores atletas. Para que nos entendamos, han cogido la trama de El Milagro, aquella muy buena película de deportes con Kurt Russell ambientada en el mundo del hockey sobre hielo, y la han trasladado a este mundo.
La historia pasa por un directivo de una empresa relacionada con el ambiente del hip hop y los B-boys que busca recuperar la corona de campeones del mundo para USA, que ya no tiene el peso que tenía (y por motivos puramente económicos, no tiene ningún pudor en decirlo). Para ello contrata a un viejo amigo, alcohólico y perdido tras una gran pérdida familiar, que se hará cargo a su peculiar manera de un grupo de chicos, llevándolos de la nada a la grandeza en una última batalla en la que todo estará en juego. Sí, también se parece a Coach Carter, pero, créanme, es ante todo El Milagro. Desde el entrenamiento, al protagonista (siempre correcto Josh Holloway), pasando por la elección de los chavales, sus ideas controvertidas… todo. Discurso final incluido.
Sólo han intentado añadirle algo de drama al personaje central con la pérdida y demás (algo que en El Milagro tenía uno de los jugadores. La rivalidad entre líderes, el tema de cómo se forma el equipo desde dentro, con una escena clavada a la película de Disney, todo eso ya estaba en la otra) y algo de más drama con otro de los chavales, presentado tarde y mal. Como un pegote a destiempo. Aparece Caity Lotz, recordada por muchos de la serie Arrow, pero excepto una entrada arrolladora, no tiene más peso en la película. El resto son bailarines, más que actores, cumplen, pero cuesta levantar una película demasiado larga, y, sobre todo, con unos diálogos que sonrojan al personal. Ese lastre, ese guión tan pobre, resta interés a la trama, que es cualquier cosa menos original.
Claro que luego están las escenas de baile, las luchas y los entrenamientos. Desde el primer enfrentamiento en un garito a la batalla final con miles de personas animando. Son espectaculares, vibrantes, donde está el material que realmente interesa al espectador, y muchas veces, si te gusta ante todo ese tipo de música y baile, te dejan con la boca abierta. Si no, desconectarás y perderás el interés en la película. Hay algunas gotas de humor y un par de detalles muy cuidados (la aparición de Tania Llasera haciendo de periodista española te saca una sonrisa. Se lo han currado), pero la película no pasa de ser un entretenimiento simpático pero olvidable. Nada nuevo bajo el sol. Nada para recordar. Pero menudos bailes. Y quien va al cine a ver una película como ésta, seguro que la disfruta por eso mismo.
Jesús Usero
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