Crítica de La cima
Crítica de la película La cima
Drama sobre el alpinismo con magnífica puesta en escena.
Y con un reparto escueto pero sólido, aunque sus problemas partan del guión. La película, que no llega a durar una hora y media, tiene un ritmo fantástico con el que es incapaz aburrirse. Ibon Cormenzana es el responsable de narrar la película, un director que quizá no suene demasiado pero que como productor tiene trabajos más que reconocidos como Blancanieves, Los Pelayos, Blackthorn o, más recientemente, Mediterráneo. Pero su labor como director es menos conocida, con Alegría, Tristeza o Los Totenwackers como películas más populares. Con La Cima demuestra unja gran madurez como narrador, aunque el guión no esté a la altura de la historia original o de lo que promete la historia original, que era bastante más.
Mateo es un hombre que decide emprender la escalada del Annapurna, la montaña más peligrosa del planeta, en el peor momento posible, solo y sin oxígeno. Sufre una caída y queda herido en la nieve, donde le descubre Ione, una escaladora que ha decidido pasar el invierno en un refugio en la montaña. Ella le rescata y salva su vida, pero la obsesión de Mateo por escalar la montaña, sea con las condiciones que sea, no parece apagarse con el tiempo de reposo, y su anfitriona deberá decidir si ayudar a un completo desconocido a cumplir una misión suicida… ¿Qué motivos llevan a Mateo a seguir luchando contra la naturaleza? ¿Y qué motivos han llevado a Ione a mantenerse alejada del mundo en la montaña sin querer volver al mundo real?
Javier Rey y Patricia López Arnaiz son los dos protagonistas de la historia y casi los únicos personajes que aparecen en la película. O al menos ocupan un 90% de la historia, juntos o por separado. Su buen hacer, su talento, la fuerza que transmiten, son el éxito de la película y el motivo para acudir a verla a salas de cine. Sí, de cine, porque la espectacularidad de sus paisajes y del camino que emprenden los personajes merece la pena ser vistos en una gran pantalla de cine. Esos son los valores que la película muestra y con los que juega. La sensación de enormidad, soledad y belleza del lugar. Su peligro y sus personajes. O, mejor dicho, sus actores.
Porque el guión no termina nunca de cuajar ni de encajar, pese a la prometedora premisa. Sus personajes están desdibujados a veces. Nadie explica completamente sus deseos y motivaciones sin que se pase por diálogos planos y algo obvios. Es aún más evidente en el personaje de Ione, que apenas está dibujado y sus motivaciones poco explicadas. Hasta la relación que se establece entre ambos es plana y la elevan los actores. Es una película entretenida pero irregular, en la que sus aristas no dejan disfrutar de un producto redondo. Eso convierte la experiencia en algo que no termina de cuajar y nos deja un sabor algo agridulce por el potencial que mostraba inicialmente, por ese poderío visual y por esa gran pareja de actores.
Jesús Usero
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