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martes, diciembre 10, 2024
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La mina **

La mina **Interesante propuesta de suspense que no acaba de desarrollarse plenamente dudando entre el terror y el drama.

La mina navega entre dos aguas todo el tiempo, plantea un prólogo como historia de terror y en muchos momentos sigue cuidadosamente, casi religiosamente, los tópicos y claves del género, pero luego prefiere dedicar el 90 por ciento de su metraje al drama familiar del protagonista. Produce así en el espectador una sensación de indefinición que acaba por confundirnos. Para que quede más claro: en su construcción tiene momentos que preludian un terror genérico más convencional, más descarado, pero a medida que avanza la trama se retira de ese planteamiento para entrar de lleno en su laberinto de relaciones entre los personajes y el pasado del padre y la hermana, que no por ser elementos de drama dejan de ser también víctimas del lugar común y lo previsible.




En su conjunto, tiene un problema de ritmo, es lenta y algo confusa en la exposición de su información, por ejemplo a la hora de definir los vínculos de padre, mujer e hijo. Hasta el minuto 45 no regresa el tono de intriga próxima al terror en la mina y hasta la hora de metraje no se produce el primer asesinato. Esa mezcla del ADN de Furtivos (José Luis Borau, 1975), que está no obstante muy bien servida visualmente con un notable trabajo de fotografía, choca con esa pretensión de ser una historia estadounidense rodada en su mayor parte en Asturias, del mismo modo que la idea del melodrama familiar de suspense choca con ese tono de terror impreso en la primera secuencia de la película.

Dicho más claro: se titula La mina en castellano, pero hay poca mina, y aunque encuentra un apoyo notable en el paisaje, tanto en los exteriores como en el interior de la mina propiamente dicha, no acaba de decidirse por un género u otro y en esa navegación entre dos aguas acaba desplazándose a la deriva hasta llegar al desenlace, que es más tópico de lo previsto. No llega a desarrollar y aprovechar todo lo referido a la congregación religiosa, un buen elemento que no acaba de tener el protagonismo que merece en la historia. Y en el desenlace parece tener prisa por terminar acelerando el ritmo hasta el encuentro final en la mina, que se desarrolla del minuto 20 al 30. Esa parte entra demasiado tarde en la trama, aplazada, aparcada para dejar sitio a la parte de drama. Visto el desenlace está claro que la película ha equivocado su rumbo, porque hasta la hora y 22 minutos no desvela su verdadera naturaleza… y dura 1 hora 35 minutos. De ahí el problema de ritmo. Esa parte final propone una curiosa mezcla de ejemplos del cine de terror cuyos títulos no cito para no destripar, pero que sin duda acudirán a la mente del lector de estas líneas cuando vea la película. Podría haber sido una propuesta más interesante por ese camino, dándole más tiempo de metraje y rompiendo con ese pulso entre la trama melodramática de la familia rota y la amenaza de la mina.

Sobra intento fallido de drama y falta mina y terror.

Miguel Juan Payán


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