La sombra de la traición nos sirve una sólida y entretenida intriga de espionaje que resucita los fantasmas de la Guerra FrĆa.
La Ćŗltima pelĆcula protagonizada por Richard Gere tiene el valor de jugar con el espectador. EngaƱar al espectador. Despistar al espectador. Sembrar trampas para que quienes estamos en el patio de butacas viendo la pelĆcula piquemos en el anzuelo mĆ”s viejo del mundo. Esa es la condición esencial del cine de intriga. La base del ejercicio de suspense, que es posiblemente el mĆ”s arriesgado y difĆcil que puede ejecutarse en ese circo de tres pistas que es el cine. Es el āmĆ”s difĆcil todavĆaā, el ātriple salto mortalā de la narrativa cinematogrĆ”fica.
ĀæPor quĆ©? Pues porque tiene como misión no tanto jugar con la historia y sus personajes como esencialmente jugar con la credibilidad y la inteligencia del espectador. Busca hacernos sentir que: a/ sabemos mĆ”s que los personajes (bĆ”sico segĆŗn las reglas de Hitchock para crear suspense, un tratamiento de la información selectivo), y b/sabemos como mĆnimo tanto como el guionista y el director (lo cual puede volverse contra la pelĆcula si resulta ser verdad, pero al mismo tiempo es un arma esencial si consiguen demostrarnos que es mentira, que nos han tenido engaƱados y al final son ellos los que tienen las verdaderas claves de la trama, y no nosotros).
Como digo: un juego peligroso. MĆ”s peligroso aĆŗn hoy en dĆa, cuando como espectadores estamos cada vez mĆ”s fogueados frente a las tramas de intriga de las pelĆculas y resulta mĆ”s fĆ”cil confundirnos o por decirlo coloquialmente ātorearnosā con tramas de suspense repletas de supuestas sorpresas que en muchos casos no lo son tanto, porque hemos sido capaces de adelantarnos a dichas revelaciones argumentales, de Ć©sas que, como suele decirse, āimprimen un giro en la tramaā.
Creo que La sombra de la traición sale bastante bien parada del intento.
Es una pelĆcula curiosa, bien servida de un reparto sólido, con un Richard Gere que ha ganado en solidez como actor, respaldando con la edad y la experiencia las caracterĆsticas de solvencia ante las cĆ”maras que le convirtieron en estrella que ademĆ”s saca el mĆ”ximo partido a sus encuentros en la pelĆcula con otro actor ejemplar e imprescindible en el audiovisual de nuestros dĆas, el impecable e infalible Martin Sheen, en uno de esos personajes que a pesar de ser supuestamente secundarios aparecen poco pero dejan una huella permanente en todo el relato.
Frente a estos dos, Topher Grace no desentona tanto como otros jóvenes actores, y demuestra que deberĆan darle mĆ”s minutos de juego, si me permiten el sĆmil futbolĆstico, en lugar de mantenerle en el banquillo frente a otros niƱatos menos convincentes ante las cĆ”maras que pueblan el cine comercial de nuestros dĆas. Vamos que me lo creo mĆ”s y teniendo a Gere y Sheen flanqueĆ”ndole mantiene el tipo.
AdemĆ”s, La sombra de la traición juega una baza que siempre me ha parecido interesante: jugar con la fórmula genĆ©rica desde dentro de la propia fórmula, y no desde fuera. Los gĆ©neros estĆ”n para jugar con ellos, con sus reglas, con sus manĆas, con sus atavismos, con su manera previsible de comportarse. Y ocurre lo mismo con sus personajes. AquĆ el guión y la pelĆcula consiguen mantener el interĆ©s de la historia por un procedimiento aparentemente simple pero que no lo es tanto, hacer que el pĆŗblico se pregunte: ĀæQuiĆ©n es el protagonista y quiĆ©n es el antagonista?
No es algo nuevo. Es simple aplicación actualizada y convenientemente acomodada a lo que hizo Alfred Hitchcock en Psicosis, y responde a una reflexión que ademÔs me parece esencial en estos convulsos tiempos que nos adornan: nada es lo que parece.
No se trata tanto de convertirnos en desconfiados, sino de tratarnos con cierto respeto como espectadores, aunque, atendiendo a las claves del cine de intriga que he mencionado en un principio, intenten jugar con nosotros, engaƱarnos, despistarnos. Es un juego lĆcito, pero no implica que se nos tenga que faltar al respeto como espectadores, y creo sinceramente que La sombra de la traición no lo hace cuando practica ese juego de inversión entre el protagonista y el antagonista, casi de mago callejero o trilero trolero preguntĆ”ndonos ĀæDónde estĆ” la bolita?
Obviamente no puedo entrar mĆ”s en explicar claves sobre protagonismo y antagonismo en la pelĆcula porque podrĆa reventar la intriga sin querer, pero basta con que ustedes recuerden que nada es lo que parece y mi opinión los artĆfices de la pelĆcula sacan el mĆ”ximo provecho a ponernos en una situación ambigua como espectadores consiguiendo que nos identifiquemos con uno u otro personaje creyendo que estamos siguiendo o empatizando con el hĆ©roe en lugar de con el villano.
Basta con pensar en el tĆtulo original de la pelĆcula, El doble, para entender cuĆ”l es el epicentro del suspense en la misma.
Varios giros argumentales son como acrobacias aƩreas del piloto/director llamadas a desorientarnos, lo cual estƔ muy bien para presentar el final y conseguir que no nos aburramos viendo en la pantalla lo que hemos sido capaces de anticipar por nuestra cuenta.
Junto al reparto y el juego de intriga con el protagonista y el antagonista, el hĆ©roe y el villano, nos encontramos ese planteamiento de retorno de la Guerra FrĆa que venimos disfrutando en las mejores muestras del cine de espionaje que estĆ” llegando a la cartelera en los Ćŗltimos tiempos.
No voy a aventurarme aquĆ a anticipar si se trata de un reflejo de algĆŗn cambio en la geopolĆtica del futuro inmediato o de un eco del anhelo nostĆ”lgico de la sociedad norteamericana por volver a una Ć©poca en la que el āenemigoā era fĆ”cilmente identificable y ademĆ”s era un estado, en lugar del enemigo fragmentado y difĆcil de identificar que plantea la actual āguerra contra el terrorismoā, pero creo que es muy llamativo que de repente el cine de espionaje haya vuelto la vista atrĆ”s y regrese a tramas que implican un planteamiento argumental en el que renacen los fantasmas de la Guerra FrĆa contra el bloque soviĆ©tico. Lo vimos en Salt, lo hemos visto en El Topo, la genial adaptación de la novela de John Le CarrĆ©, y volvemos a encontrarlo en La sombra de la traición.
Si a estas muestras de cine de espionaje les aƱadimos la excelente y muy recomendable serie de televisión Homeland y la Ćŗltima pelĆcula de Steven Soderbergh, Indomable, como mecanismos de actualización del gĆ©nero de espionaje que no incluyen esa componente argumental de Guerra FrĆa contra el bloque soviĆ©tico pero sĆ una manera de dibujar personajes, historias y planos que recupera lo mejor del cine de intriga de los aƱos setenta y primeros aƱos ochenta, podemos conformar un dibujo muy interesante de restauración y renovación del cine de espionaje que sin duda alcanzarĆ” nuevas cotas de interĆ©s cuando llegue a la cartelera la nueva pelĆcula del mundo de Bourne protagonizada por Jeremy Renner.
Miguel Juan PayƔn
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