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viernes, abril 26, 2024
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La teoría del todo ★★★★

La teoría del todo ★★★★

Crítica de la película La teoría del todo

La teoría del todo. Un monumento a la épica de lo cotidiano. Gran trabajo de actores y director.

Empiezan a perfilarse candidatas y candidatos a los premios de cine del año, con el Globo de Oro como aperitivo y los Oscar a la cabeza, y todo apunta que esta película será una de las destacadas en esa parcela. Pero si me interesa y le pongo cuatro estrellas no es por eso, sino por su habilidad para tratar con una de las fórmulas más intratables y mal utilizadas en el cine comercial, el biopic, esas biografías adornadas, melosas, falsarias, que suele permitirse el cine comercial en torno a figuras famosas, populares o destacadas por uno u otro motivo. Personalmente considero que en la mayor parte de los casos, esos biopic son una peste inaguantable del cine convertido en pura farsa, pero en este caso el director de La teoría del todo ha sabido aplicar la fórmula con una elegancia y un estilo visual que consigue vendernos la fórmula sin que nos sintamos insultados emocional o intelectualmente. Y eso además tratando una figura, la de Stephen Hawking, que se prestaba a crear un pastiche melodramático inaguantable y vomitivo. Ha conseguido justo lo contrario, para mí una de las mejores películas del año, precisamente porque sabe el terreno que pisa, los riesgos que corre de caer en el pantano del peor melodrama, y los esquiva con prodigiosa habilidad respaldado por unos actores notables, pero también por una manera de entender la vida de sus personajes que hace honor a los mismos e incluso los homenajea aplicando sencillez y cotidianeidad a una historia nada común y nada cotidiana. Uno de los aciertos de la película es precisamente mostrarnos a Hawking y su esposa como gente corriente y cercana a la que las circunstancias y su talento sitúan en una esfera nada común y nada cotidiana. Un ejemplo de ello es la alternancia de las secuencias de Hawking jugando con sus hijos o ligando con su secretaria mientras la persigue al grito de los Daleks de la serie Doctor Who: ¡¡¡Exterminar!!! ¡¡¡Exterminar!!!, bajo la atenta mirada de su esposa, que es la autora del libro autobiográfico en el que se basa la película, y se convierte en el puente que nos introduce como testigos invitados a compartir esa vida durante el tiempo que dure la proyección. Esa sensación de conseguir que el público participe de la historia plenamente coincide con el trabajo de divulgación que ha hecho Hawking de la ciencia, así que estamos ante un ejercicio de homenaje, respeto y coherencia con los personajes. Además esa visión de lo cotidiano, que es lo mejor de la película, queda perfectamente equilibrada y explicada visualmente con esa introducción de progreso por el pasillo de palacio y ese desenlace que nos habla de lo que realmente importa en este mundo nuestro, un cierre perfecto para la manera en la que el director ha decidido acercarse a la vida de Stephen Hawking. Sin lágrimas fáciles, sin lloriqueo baboso. El resultado es un monumento a la épica de lo cotidiano que ningún buen aficionado al cine debería perderse.

Miguel Juan Payán



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Miguel Juan Payán
Profesor de Historia del cine, Géneros cinematográficos y Literatura dramática

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