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domingo, diciembre 1, 2024
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Lo que queda de nosotras ★★★

Lo que queda de nosotras ★★★

Crítica de la película Lo que queda de nosotras

Drama desdramatizado y optimista sobre la sororidad.

         Las que quedan atrás, por ejemplo, habría sido un título que responde mejor a lo que propone el argumento. Ellas son las que quedan atrás. Cuatro ellas concretamente: la primera esposa y la hija del primer matrimonio, la segunda hija y la hija del segundo matrimonio. No deja de ser paradójico que sea el marido, Craig, quien propicia, con su muy discutible actuación, la unión que llevará a la sororidad de las cuatro mujeres que deja por atrás.

         La faena del tipo me la creo a pies juntillas. Ocurre con más frecuencia de la que piensan muchas crédulas (y algunos crédulos) que en aras de un equivocado homenaje al romanticismo dejan los asuntos en manos de sus parejas, en lugar de llevarlo todo a medias. Por algo dice el refrán que donde hay confianza da asco.

         Pero reconozco que en lo referido a la solidaridad el argumento de la película despierta mi escepticismo basándome en el personal, de ambos sexos, que conozco, y que puedo imaginar reaccionando a la retorcida situación que el argumento plantea. No veo yo a la gente de carne y hueso con la que he tenido que cruzarme, hombres o mujeres, y menos aún entre burguesía acomodada, por la labor de enterrar el hacha de guerra tan fácilmente cuando les ponen los cuernos. Pero confieso que he disfrutado la idealización del asunto en aras del entretenimiento escapista y del buen rollo iluso con el que en el fondo incluso los más cínicos tonteamos medio aburridos cuando paseamos por la vida esquivando las balas del insolidario y cainita paisaje que nos rodea.

Lo que queda de nosotras ★★★

         Justo es reconocer que un acierto de la película es lo bien que se las ingenia para trabajar la desdramatización del ritual de superación de la pérdida desde una sencillez que respalda el trabajo de las cuatro actrices, capitaneadas eficazmente por una Heather Graham con la que siempre es grato reencontrarse en la pantalla (no he tenido la oportunidad de conocer a la actriz personalmente, así que me van a permitir que me abstenga de concluir que es igualmente grato encontrarse con ella en la vida real). Ellas son lo mejor de la película y sostienen lo que en realidad tiene ADN de telefilme de sobremesa.

         El guión tira de recursos como la muerte del gato para moverse con fluidez en el primer acto, entra con eficacia en el segundo acto utilizando el punto de giro de la ruina que obliga a la fusión del cuarteto y se maneja bien hasta que empieza a caer en un incremento de lo previsible y de lo obvio en el tercer acto, desvelando la obviedad frágil de sus metáforas: la madre que utiliza a la hija adolescente como modelo para la protagonista de sus cuentos infantiles y no puede escribir un nuevo libro titulado Fiona echa a volar porque no quiere dejarla a salir de la jaula; la niña que se interesa por los animales pequeños apegándose así a su infancia como medio de retener junto a ella a su padre, pero quiere un cumpleaños de adultos que testimonia su necesidad de pasar página y superar la pérdida, el previsible ajuste de cuentas y reproches a cuatro bandas en el cumpleaños, el noviete ligón de previsible reincidencia; el manido recurso de las cenizas, ¡el intragable momento piscina!… Todo ello desdice un comienzo más interesante y pone en cuestión los aciertos derivados de tratar la situación dramática con desdramatizadora sencillez.

         Lo dicho: como fábula optimista de sororidad tiene un pase y entretiene por el trabajo de unas actrices que no cuentan con mucho material de guión del que tirar y sacan sorprendente partido a ese minimalismo que roza en algunos casos lo inexpresivo, pero en su conjunto el final traiciona con forzado buen rollo lo que construye en su principio, y los personajes acaban prisioneros de la necesidad de transmitir un mensaje alentador de la solidaridad entre mujeres que al menos tiene el talento de no caer en el panfleto cansino y sabe parar a tiempo sin prolongar innecesariamente una trama de corte más bien anecdótico que dura lo justo y no da para mucho más: 1 hora y 15 minutos cuando aparece el primer título de crédito final.

         Eso sí, como advertencia para pardillas y pardillos es una película muy eficaz. Gente: la confianza hay que ganársela, así que a la espera de que pasen unos lustros de convivencia, las cuentas y las gestiones de la casa se llevan a medias y con total trasparencia. Para evitar sustos, que haberlos haylos.

Miguel Juan Payán

Disponible en VoD alquiler a partir del 8 de abril

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©accioncine

Lo que queda de nosotras ★★★

 

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Miguel Juan Payán
Profesor de Historia del cine, Géneros cinematográficos y Literatura dramática

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