Lobos de Arga, divertida mezcla de humor y terror a la española, con hordas de licántropos amontonándose en la pantalla.
Bien servida de gags –me quedo con el del dedo- que retoman la tradición de la comedia disparatada a la española, e igualmente bien pertrechada de trama inquietante al estilo argumental de las películas de terror que hicieron furor en la cartelera de los años setenta, Lobos de Arga tiene elementos más que suficientes para ejercer de manera competente como entretenimiento veraniego. Es al mismo tiempo un homenaje a la manera de entender las tramas de terror en clave de serie B, y me ha recordado en varios momentos las películas que dirigiera y protagonizara el gran Jacinto Molina, alias Paul Naschy, que sin duda se habría sentido en su salsa apareciendo en esta especie de reunión de hombres-lobo creados al estilo tradicional, a base de maquillaje. Sin ir más lejos, el actor que estaba acompañando esta mañana la presentación a la prensa de Lobos de Arga en el cine Palafox de Madrid convertido en un inquietante licántropo, le ha comentado a mi compañera Lady S que llevaba allí desde hacía cuatro horas para someterse al complicado maquillaje con el que aparecen los hombres lobo de la película. El despliegue de bichos peludos en pantalla es abundante, rompiendo así la habitual clave de esta temática que suele contar con una sola bestezuela suelta por el argumento. En esta ocasión se multiplican y hay que aplaudir las agallas y la inversión en tiempo y dinero que supone haber convocado a una horda de monstruos colmilludos y peludos para acosar a los protagonistas en una película que bien puede ser considerada como la versión mediterránea de esa explotación del híbrido comedia y sustos que nos propuso hace ya años John Landis con Un hombre lobo americano en Londres… Pero como no podía ser de otro modo, aquí se trata de lobishomes gallegos, y eso es una buena muestra de identidad y personalidad propia de Lobos de Arga, que en su desarrollo argumental tiene también mucho en común con la manera de contar sus peculiares historias de monjes templarios zombis de un clásico imprescindible del cine de terror español de los setenta, Amando de Ossorio, con sus películas La noche del terror ciego, El ataque de los muertos sin ojos, El buque maldito o La noche de las gaviotas.
Sustentada sobre sus actores, que multiplican el efecto cómico de un guión capaz de encadenar gags de humor con los asesinatos perpetrados por las bestias y la persecución de la horda de licántropos contra los supervivientes de la matanza, tiene además un llamativo trabajo de sonido para hacer que los hombres lobo resulten aún más intimidatorios y anticipar sus apariciones. Y ojo que cuando digo actores incluyo también a un perro que no tiene nada que envidiarle al chucho de The Artist y es todo un profesional.
En resumen un tipo de cine de género con personalidad propia que es un reencuentro con el pasado más serie B de las producciones de terror estilo serie B cocinadas en la península y no tiene complejo alguno en desplegar su versión de las leyendas de hombres lobo al estilo hispánico.
Miguel Juan Payán
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