LA verdad es que hace tiempo que no podíamos ver en la cartelera una película como Lope. Una producción española con un mínimo de riesgo en lo que a historia, temática, personajes y presupuesto se refiere. Un drama épico, cine histórico, cine de época… No importa cómo deseen ustedes llamarlo, pero Lope supone una apuesta refrescante en la filmografía española reciente, porque cada vez son menos las producciones que se arriesgan con este cine más interesados en comedias de fácil consumo (aunque muchas veces bienvenidas por la taquilla), dramas de medio pelo o el ombliguismo más cerril y siempre condenado al fracaso comercial, porque no interesa a casi nadie.
El mayor problema al que Lope se va a enfrentar en la taquilla, como siempre, es la confusión de mucha gente que desconoce la película, pese a la buena campaña comercial que se le ha dado, o que se va a enfrentar a algo distinto de lo que ofrecen los anuncios, más centrados en mostrar duelos de espadas que en reflejar la verdadera historia de la película.
Vamos, que han estado promocionándola como si se tratase del nuevo Alatriste y no se parece en nada a eso. Alatriste era cine histórico de aventuras. Lope es un drama pasional histórico, con tintes épicos, pero más interesado en hablarnos de los personajes que pueblan su historia que en reflejar el momento histórico en el que habitan. Esa diferencia puede verse en el trato entre personajes, con el tuteo por bandera en Lope, y el vuestra merced de Alatriste.
Pero, ante todo, es cine de género. Drama histórico, ni más ni menos. Lo que indica que una ingente cantidad de dinero es necesaria para reflejar una época, un tiempo, en este caso los albores del Siglo de Oro español, la época más magnífica de la literatura española, que dio nombres como el de Lope de Vega, el protagonista de nuestra historia.
Y menuda historia que tuvo quien pasa por ser el más prolífico poeta de la literatura universal. Un mujeriego, de origen humilde, ex soldado, algo vividor y genial como pocos. Esta obra es un sentido y profundo homenaje a un personaje que parece que intentamos olvidar. No sólo a su poesía y teatro, sino también al hombre que fue, a sus amores y a cómo vivió los mismos.
De hecho Lope, sin pretender ser un retrato histórico minucioso, intenta reflejar los dos amores del poeta a finales del siglo XVI, navegando por la ficción de cómo podían haber sido ambas historias, la que tuvo con Elena Osorio y la que tuvo con Isabel de Urbina, la que sería su primera esposa y según muchos el amor de su vida. Todo ello rodeado del teatro y la poesía de Lope, de sus sueños y de sus miserias. LA juventud de un gran hombre, en una película centrada en él y no en la época convulsa que le toco vivir, la cual aparece casi de refilón en la cinta.
Pero en las manos de Andrucha Waddington, el director brasileño encargado del proyecto, las pasiones del hombre y la obra del genio se combinan de forma más que interesante a través de la voz de Alberto Ammann, ayudándonos a entender sus pasiones, sus miedos, sus ansias. La película hace un espléndido trabajo recuperando la poesía de Lope de Vega para los nuevos espectadores y lectores, y haciendo de ella parte de la narrativa de la misma.
Un esfuerzo como éste, recuperar al gran Lope, requería de un reparto que diese la talla, y aquí todos dan lo mejor de sí mismos. La combinación Luis Tosar/Alberto Ammann ya demostró el pasado año que funcionaba a las mil maravillas y además confirma que Tosar es un camaleón imprescindible para el cine español actual. Pero la pasión y convicción con la que Ammann interpreta al literato es simplemente magnífica.
Eso sin pasar por sus dos mujeres, sus amores, tan diferentes como la noche y el día, con los rasgos y el talento de Pilar López de Ayala y Lenonor Watling. La sutileza de los detalles en sus interpretaciones (ver la escena del juicio final, por ejemplo), son maravillosas. Sin dejar de lado nombres como los de Sonia Braga, Juan Diego (impresionante una vez más) o Antonio Dechent. Si hay un motivo en especial para ver Lope, sin duda es su magnífico reparto.
Claro que no todo en Lope es perfecto. Además de que la recreación histórica necesitaba de algo más de presupuesto (demasiados planos cortos y medios, demasiados patios y calles recónditas), la película se resiente en lo que a ritmo se refiere. Hay momentos en los que la trama no avanza o da círculos alrededor de sí misma. La relación entre Isabel y Lope, por ejemplo está sujeta con alfileres y con el talento de sus actores, porque se interrumpe durante un tiempo. La película renquea y se hace cuesta arriba. No acaba de sacar todo el partido que debería a situaciones ni personajes, ni llega a desplegar todo el potencial de cine de aventuras que en algunos instantes muestra. Un camino que podía haber tomado y que no termina de hacer, dejando al espectador con ganas de más. Los pocos combates a espada están bien rodados y resueltos, pero son, eso, pocos.
Uno se puede perder entre la maravillosa fotografía y la bella música de Lope, cuando acompaña los sonetos del actor o sus aventuras amorosas (ojo a la sutileza de las escenas de sexo), pero la película acaba fallando en algo tan importante como la historia que pretende contarnos y, sobre todo, cómo contárnosla. No termina de ser redonda porque por momentos, aburre. O deja de interesar.
Una lástima, aunque se merezcan todos un aplauso por traernos de vuelta una época, un momento del tiempo y a uno de los autores más maravillosos que han existido en lengua castellana, es sólo que aquel a quien Cervantes llamaba, con envidia, Monstruo de la Naturaleza, se merecía algo más que un esfuerzo a medias y una historia de amores y pasiones. Cerca, pero no perfecta. Un noble esfuerzo.