Llevamos tiempo diciendo que la comedia romántica americana no pasa por su mejor momento. No es que queden lejos los tiempos de la Screwball comedy de Howard Hawks, George Cukor y compañía (si pueden y quieren, vean Luna Nueva para ver comedia y romance como ya no se hacen) es que estamos a años luz de aquellos tiempos. Cada vez más a menudo lo obvio, lo vulgar, lo común, lo mil veces visto, se presenta en pantalla una vez más con otra actriz más o menos consagrada, dispuesta a hacer caja como nueva reina del romance americano.
Películas formulaicas que caen en el ridículo y que en la mayoría de los casos apenas nos consiguen sacar un par de sonrisas. A veces se intenta mezclar géneros (caso de Exposados, Killers o Noche y Día), a veces se buscan repartos corales (como la más que decente Valentine´s Day)), pero el resultado viene a ser siempre el mismo. De cuando en cuando aparece algo distinto, diferente, especial. Quizá con corazón, no escrito en un puente aéreo, como pudo ser 500 (días juntos). O como lo es Un Pequeño Cambio. Algo distinto.
Vaya por delante que cuando se trata de comedias románticas tampoco podemos exigir lo mismo que cuando hablamos de la última de Christopher Nolan (si aún no la han visto, ya están tardando). Es cine comercial que pretende distraer y emocionar con una sonrisa, nada más. Así que hay que ser, digamos, benevolentes a la hora de juzgarlas porque suelen carecer de mayores pretensiones que esas. Siempre sin exceder la paciencia del espectador, que llegado un punto, termina por aborrecer un tipo de producto por exceso.
Un Pequeño Cambio quiere salirse un poco de todas esas historias y lugares comunes al contar una historia con un original punto de partida (la mujer que desea tener un hijo y decide inseminarse, el mejor amigo que comete el error de cambiar el semen por el suyo propio dando lugar a un hijo en común, aunque ella no lo sepa), y desarrollarla con un mínimo de originalidad.
Algo tendrán que ver en ello los responsables de producir Juno, que son los que se encargan de ésta también. No iba a ser cosa del azar…
Y es que la película disfraza, con la excusa de la historia de amor y romance entre los protagonistas, la que es la verdadera historia de la película, el amor que empieza a sentir un padre por su hijo, a quien comienza a descubrir como algo más que un extraño, y el de un hijo por su padre, en quien descubre algo que faltaba en su vida.
Y aunque los anuncios y los trailers nos muestren a Jennifer Aniston como protagonista de la película, la verdad es que quien lleva las riendas y la voz cantante es Jason Bateman. Para quienes fuimos seguidores de aquella joya que era Arrested Development, no es ninguna sorpresa descubrir que, de hecho, Bateman es un tipo realmente gracioso. Su imagen de tipo normal y corriente, de vecino de al lado, es impecable. Y cuando nos presenta a esta suerte de Woody Allen al que da vida en la película, neurótico, absurdo, inteligente, torpe, cínico y sarcástico, la sala puede llenarse de genuinas carcajadas (ver la borrachera que tiene lugar la noche de la inseminación y cómo se produce el cambio de semen, un momento hilarante).
Su relación con su recién descubierto hijo es a la vez tierna y divertida, y es el verdadero motor de la película, que no puede o quiere dejarse caer en los hombros de la gran estrella de la función, Jennifer Aniston, que vuelve a interpretar el mismo papel de siempre, con los mismos mohines y gestos, delicia de los fans y horror de los que no la aguantan.
Como siempre la palma se la llevan los secundarios, empezando por un divertidísimo Jeff Goldblum, que se nota que se lo está pasando en grande, o Juliette Lewis, un personaje que desaparece, por desgracia, de la película durante gran parte del metraje. O Patrick Wilson, en un papel totalmente opuesto al que tenía en El Equipo A, pero muy efectivo, como siempre.
Claro que no todo son buenas noticias. Porque lo que la cinta gana por un lado parece empeñada en soltarlo por otro. La imagen de película rompedora y liberal, con palabras malsonantes, una trama de inseminación, parejas revueltas… todo ello desaparece por la idea principal de que todos necesitamos un padre a nuestro lado, y que la familia perfecta es la que formamos con nuestros padres biológicos… Moralina de la buena hecha en Hollywood.
Y quien vaya buscando algún tipo de prodigio visual que se quede en casa. Un pequeño cambio navega por los parámetros más televisivos que se puedan imaginar, con el uso continuo del plano/contraplano en la mayor parte de las conversaciones y poquito más que contar. Prefiere centrarse en el guión antes que en las imágenes. La historia que cuenta antes que cómo lo cuenta. Algo que tampoco está mal, pero que en otros casos queda mucho mejor planteado con un poquito de prestarle atención a la puesta en escena y algo de inventiva en pantalla (como podremos ver en breve en la más que decente Salvando las Distancias).
EL mayor problema de Un pequeño cambio es que, pese a su humor ácido y su mala baba y cinismo, todo se corrige con el tiempo y acaba siendo otra comedia romántica más. Con buenas intenciones en el inicio, con un desarrollo peculiar y algo diferente, pero con el mismo arco final que todas las comedias románticas. Es más divertida, sin duda. Y tiene la relación entre el niño y su desconocido padre para darle vida y corazón (como la escena en la que el chaval va a casa de Bateman justo tras pelearse en el colegio, o el asunto de los piojos). Pero al final se queda en agua de borrajas. Aun así es una mejoría en el género…