Crítica de la película Los Ángeles de Charlie
Innecesaria y desangelada versión de las películas anteriores.
¿Entretenida? Pues pasablemente entretenida. ¿Mejor que las anteriores? A ver, las anteriores tampoco eran para tirar cohetes. A mí me resultaron más indigestas que ésta. Se gustaban mucho, más de lo recomendable. Se creían más graciosas de lo que eran. Confieso que ésta me ha resultado más digerible. El problema es que se limita a replicar con insistencia cansina las mismas propuestas de las dos que protagonizara Drew Barrymore con Cameron Díaz y Lucy Liu, y aunque en mi opinión Kristen Stewart y Elizabeth Banks hacen lo que pueden para mantener algo de chispa en la propuesta, se les cae por esa falta de propuesta nueva en lo ya contado anteriormente, que como digo tampoco era como para tirar cohetes de alegría.
Esta película recuerda bastante el intento de reboot de Men In Black, aunque en general aquella otra me resultó más sólida como distracción veraniega de lo que es ésta. Las dos películas tienen en común la reincidencia con lo ya explotado. Las dos son igualmente limitadas en su argumento, mero pretexto para incidir una vez más en las características de la franquicia a la que pertenecen. Pero esta parte de una base menos sólida, porque tanto la serie de Los ángeles de Charlie, fenómeno televisivo en su momento, como las dos películas protagonizadas y producidas por Drew Barrymore, que funcionaron en la taquilla, tenían poca materia prima que explotar. Eran mero cromo. Como ocurre en esta, sus personajes eran mero boceto. Y como en ésta, cuando intentan tener algo más detrás que contar, caen en el artificio.
Aparentemente la aportación de personalidad de esta versión dirigida, escrita y co-protagonizada por Elizabeth Banks radica en que intenta una actualización -falida-, potenciando supuestamente -o al menos así lo han promocionado- una propuesta más “empoderada” de los personajes. Se demuestra, una vez más, que solo con esas intenciones no resulta una propuesta sólida. Se necesita un buen guión, y aquí no lo hay. De hecho, el esquema del guión busca emular a las dos películas anteriores, pero claramente naufraga incluso en esa intención de imitación superando -y conste que no era fácil-, la ligereza argumental de las mismas. Ejemplo: el asesino siniestro. El de la primera película de Barrymore era insoportablemente estúpido, pero el de ésta no pasa de muñeco tatuado. Otro ejemplo: entrada en un lugar de máxima seguridad. En las dos películas de Barrymore esas secuencias salían adelante -con un poco de buena intención por parte del espectador- por la vía de la exageración y el absurdo y el trabajo de los tres ángeles, sobre todo Cameron Díaz. En ésta la propuesta es igualmente tontorrona, pero ni siquiera esta Díaz para hacer sus gracietas que la puedan hacer más tolerable.
Dicho más claro: el tema es que Banks se ha tomado en serio lo que en las otras era pura farsa. Le sale un capítulo televisivo alargado a formato largometraje con Patrick Stewart desperdiciado en un personaje al que no se le saca el menor partido, lo mismo de Djimon Hounsou. Ambos son también ejemplos de que todo es puro pretexto vacío para poner en marcha esta versión desangelada de los ángeles.
Jesús Usero
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