Tragicomedia en el sentido costumbrista cañí, donde Pepón Montero y Juan Maidagán demuestran su capacidad para sacar punta a las situaciones más estrambóticas. Dentro de tal esquema, Arturo Valls efectúa una de las interpretaciones más brillantes de su carrera cinematográfica.
Un grupo de personas queda atrapado en una autopista de Madrid, cuando se derrumba el túnel por el que transitan sus vehículos. Aislados y sin comida, estos individuos resisten como pueden, hasta que los bomberos consiguen sacarlos de su improvisada prisión. Pero, tras la experiencia, quedan unas secuelas profundas en las víctimas, que únicamente logran exorcizar a base de reuniones periódicas.
Poco a poco, todos los afectados van cambiando lo que no funcionaba en su existencia. Aunque uno de ellos ve que no avanza. Toni (Arturo Valls) se encuentra extraño entre sus compañeros, ya que su vida sigue la misma senda de frustración que tenía antes del accidente.
No obstante, los giros de la historia dejarán constancia de que los hechos ocurridos en el túnel son diferentes a como el líder del equipo (un policía mandón y dado a la dureza extrema) pretende hacerles creer.
Pepón Montero retuerce el citado punto de partida para reproducir un relato cargado de momentos hilarantes, casi todos ellos protagonizados por el omnipresente Arturo Valls. El popular showman televisivo se mete a tumba abierta en la piel de Toni, con la gestualidad que le ha hecho célebre a lo largo de su carrera; y consigue extraer una indudable credibilidad, para retratar a un personaje diseñado mediante claroscuros constantes.
Muy parecido al rol que el actor realizó en la serie de la pequeña pantalla Camera Café, Valls no pierde ocasión para exponer la vena más exagerada del comercial al que dota de físico: un hombre atrapado en un matrimonio que no le genera más que cansancio, y con una hija que le ignora.
AV se agarra con imaginación a las contradicciones de Toni, respecto a lo que verdaderamente sucedió en el túnel. Tal filón dramático le inspira al conductor de Ahora caigo para elaborar una batería de secuencias surrealistas, como la de su estancia en el hospital al lado del policía que quedó en coma tras el hundimiento, o los viajes del protagonista a bordo de un coche done solo suenan los éxitos de Los Pecos.
Sin embargo, la importancia de la estrella de Rey gitano en el desarrollo del argumento resta efectividad a los demás componentes del elenco, solo evitada de manera tangencial por la excelente disposición cómica del reparto seleccionado. Un cuadro en el que sobresale la colaboración de los conocidos Jesús Guzmán, Teresa Gimpera, Marta Fernández Muro y Neus Asensi. Y que tiene en la figura del jefe del grupo de supervivientes (más que convincente Raúl Cimas, en su caracterización del aparentemente perfecto Julio) al principal antagonista activo del papel de Valls.
Ingeniosa y delirante en su evolución, Los del túnel diseña sus mejores fotogramas cuando se toma a broma cualquier elemento medianamente serio, y cae en una cierta modorra ante la excesiva reiteración del vacío existencial que sufren las víctimas del derrumbamiento.
Jesús Martín
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