Crítica de la película Malasaña 32
Competente cinta de terror patrio con muchas referencias y una impecable factura.
Siempre que hablamos de cine de género acabamos denostando nuestro cine, o considerando cine español como un género en sí mismo, cuando cualquier género se trata en nuestro país con mayor o menor fortuna. La calidad del producto final vendrá determinada por los guiones. Por su dirección. Por sus actores… Pero, para entendernos, me siento mucho más identificado con las marismas del Guadalquivir de La Isla Mínima que con los pantanos de Luisiana de True Detective. Son cine negro y policíaco (aunque una sea serie, tiene factura de cine) ambas. Y como tal deben juzgarse. Sirve lo mismo para un producto de terror tan bien realizado como Malasaña 32. Una película que nos lleva a una piso de Madrid poseído por un peculiar fantasma.
La historia comienza en 1972 pero pronto nos traslada a 1976, cuando una familia se muda del campo a Madrid, a pleno centro, en un piso enorme y precioso que lleva años sin ser habitado. Está en la calle Malasaña 32 y la familia ha salido del pueblo sin tener más remedio, invirtiendo todo en la casa y con una hipoteca sobre sus cabezas. Pronto los sucesos misteriosos empiezan a suceder y una presencia comienza a acosar a la familia, aterrorizando sobre todo al hijo pequeño, Rafael, y a la mayor, Amparo. La familia corre un peligro mayor del que creen. Una historia de fantasmas tradicional, pero con un giro, permitan la expresión, cañí, que la hace mucho más cercana que cualquier producto internacional.
¿Qué la diferencia de películas como Poltergeist o Amityville? En apariencia nada, porque además la película homenajea a ambas (ese Rafael frente a la tele…) pero además presenta situaciones, personajes y diálogos mucho más cercanos que los que podamos vivir en Expediente Warren. Son personajes e historias que conocemos. Es la fábrica de la Pegaso y Galerías Preciados (la charla con la compañera sobre lo sucedido en el pueblo… magnífica), el amor juvenil y los problemas para encajar. Son las calles de Madrid y sus personajes singulares… Albert Pintó aprovecha cada rincón de la casa y lo llena de polvo y misterio, pero también de viejas cortinas, ventanales enormes, rincones ocultos… La luz no sirve para protegernos del miedo.
Dosifica bien los sustos, efectistas y efectivos, y además se aprovecha de su reparto, liderado sobre todo por Begoña Vargas como Amparo, bien escoltada por Iván Marcos, Beatriz Segura, Sergio Castellanos o Javier Botet, entre otros. La fotografía y el sonido son magníficos, sobre todo el segundo que es para darle un Goya desde ya. Y la historia, el secreto y giro final, funcionan. No va a revolucionar el género pero va a asustar al público y a convencerle con una historia nuestra. Una pena que el tercio final se desfonde y la resolución no cuaje, porque divide la acción entre donde está lo realmente importante y la pirotecnia. Es su mayor pero, aunque no empaña el resto del metraje y mal (buen) rato que nos ha hecho pasar.
Jesús Usero
COMPRA TU ENTRADA
COMENTA CON TU CUENTA DE FACEBOOK
★
{spoiler spoilerID , haga clic en mí para abrirlo , cierre la etiqueta tanto en la parte superior como en la parte inferior , ambos} texto dentro del spoiler {/spoiler}
