Crítica Matrix Resurrections
Crítica de la película Matrix Resurrections
Más de lo mismo, entretenida en la acción, nada nuevo que aportar.
Poco que aportar a la mitología de la franquicia. Y demasiado lenta en su arranque, aunque desde el principio salpique con secuencias de acción una sucesión de explicaciones un tanto farragosas de la filosofía por otra parte más bien simple y tirando a previsible de la saga de Matrix.
Funciona como entretenimiento en las secuencias de acción pero ya no cuenta con el factor sorpresa de la primera entrega, que sigue siendo la mejor de la saga, y en este ejercicio de continuación, es la cuarta entrega, nos encontramos sin embargo en buena parte de su metraje con un soft remake, grave error que sigue cometiendo el cine de los grandes estudios cuando intenta rentabilizar y traer de nuevo a la vida algunos de sus productos de mayor éxito en décadas pasadas.
El reencuentro con Neo y Trinity se nos antoja parco en novedades y muy tributario de la primera película, incluso visualmente, con un continuo ejercicio nostálgico de autocita que recupera e inserta continuamente imágenes de su precedente.
El caso es que arranca con una buena propuesta de tomarse a broma la propia mitología de las tres películas precedentes, valorando argumentalmente la posibilidad de la paranoia del protagonista como un vehículo para presentarnos esta nueva aventura, ejercicio al que Keanu Reeves se entrega con convicción y sin pudor a la hora de autoparodiar a Neo, pero empieza a mostrar sus puntos más vulnerables y discutibles cuando entran en escena la Trinity que se desmelena tomando un descafeinado, una alternativa igualmente descafeinada del antagonista impecable que fuera Hugo Weaving en el original interpretando al agente Smith, y sobre todo una revisión excesivamente paródica y recargada de colorines del icónico Morfeo que interpretara Larry Fishburne. Aunque nada de ello es tan malo como la reaparición del Merovingio, que no me explico ni siquiera como vehículo bufonesco de la autoparodia de la sobrexplotación de las franquicias. En general la película no es tan eficaz en el humor como pretende, aunque el funcionen algunos metachistes al principio.
La pregunta que se hacen algunos personajes como pate del propio argumento de la película y la pregunta que nos hacemos los espectadores mientras saltamos de una secuencia de acción a otra sin saber muy bien por qué, es: ¿Cuál es la misión de Neo? No hago spoiler, pero creo que la misión propiamente dicha se queda corta respecto a las expectativas creadas y los antecedentes de las tres películas anteriores.
Lo mejor de la película es, como ya le ocurriera en la serie de Netflix Puño de hierro, Jessic Henwick como Bugs. Y es una lástima que no progresen y se atrevan más desarrollando esa premisa inicial de paranoia del personaje de Keanu Reeves y ese juego con su percepción de la realidad. Y el personaje del Analista de Neil Patrick Harris es un poco lastre de todo lo demás, así como resulta inconcluso y no tan desarrollado como podría el personaje de Smith que interpreta Jonathan Groff, que siembra un tema interesante pero no llega a estar plenamente aprovechado en todo su potencial.
En conjunto, una secuela innecesaria que es distraída porque va encadenando momentos de acción, pero se niega a correr verdaderos riesgos para relanzar la saga por nuevos caminos que permitan ampliar las fronteras de Matrix. Y hay materia prima para ello, aunque aquí se vuelva sobre los tópicos de la misma como las píldoras, el conejo blanco de Alicia en el País de las Maravillas, etcétera.
Miguel Juan Payán
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