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martes, noviembre 5, 2024
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MÁXIMO RIESGO: Sencillamente, la mejor película de Stallone…

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1993 fue un año extraordinario cinematográficamente hablando. Disfrutamos en los cines de maravillas como La Lista de Schindler, Philadelphia, Lo que queda del día o El Piano, que acapararon premios y nominaciones , y tuvimos además una buena ración de éxitos veraniegos que mantenían la tradición iniciada por Spielberg con su Tiburón a finales de los 70, precisamente la que dio lugar al término “blockbuster”: cintas taquilleras pero buenas, cuidadísimas en todos sus aspectos, y, por supuesto, increíblemente entretenidas. Disfrutamos de Jurassic Park, El Fugitivo y de la que es, en mi opinión, la mejor película protagonizada por ese icono del cine de acción de los 80 que responde al nombre de Sylvester Stallone. Máximo Riesgo fue una enorme sorpresa, que nos dio mucho más de lo que uno podría esperar de una película con semejante protagonista. Y la clave, como casi siempre, estuvo en lo bien que se rodeó a la estrella, profesionales que bordaron sus trabajos y que demostraron, una vez más, que el buen cine surge de un acertado trabajo en equipo.

Ésa fue la clave que permitió olvidarnos de las evidentes limitaciones de Stallone como actor. Uno nunca espera verle en legendarias intepretaciones ni en películas sesudas y pretenciosas. Stallone es lo que es, un tío cachas que, sorprendentemente, encontró su lugar en el olimpo del cine con una de las películas más premiadas de 1976. Y es que, no lo olvidemos, Sly fue nominado al Óscar al mejor actor por Rocky, película que obtuvo otras nueve nominaciones y que logró el premio a la mejor película del año. Como no podía ser de otra manera, la realidad se abrió paso y nuestro entrañable púgil terminó siendo un Chuck Norris que contó siempre con mayores presupuestos que el Texas Ranger, en dura competencia con un Schwarzenegger que tuvo la fortuna de contar en muchas ocasiones con cineastas más talentosos.

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Y durante esa carrera pródiga en golpes, puñetazos y anabolizantes, el bueno de Stallone nos regaló cosas francamente divertidas. La que más, sin duda, Máximo Riesgo, una apasionante película de aventuras ambientada en montañas nevadas, con buenos, malos malísimos y, sobre todo, un despliegue técnico de primer nivel, fruto, como decía un poco más arriba, de los competentes profesionales contratados en la producción. Pero, como decía Jack el Destripador, vayamos por partes…

Renny Harlin es un director finlandés que se abrió hueco en Hollywood como director de una de las muchas secuelas que tuvo Pesadilla en Elm Street, y que posteriormente triunfó de manera rotunda con otra secuela, ésta de mucho más nivel: La Jungla 2, Alerta Roja nos mostró a un cineasta excelente, un perfecto dominador de los más importantes códigos del cine de acción, que manejaba los tiempos como nadie y que rodaba de manera contundente cada escena. Su pericia le llevó a mejorar, cuando parecía imposible, el genial trabajo de John McTiernan en la primera de las aventuras de John McClane. Sí, yo soy de los pocos que prefiere La Jungla 2 a La Jungla 1, aunque reconozca que son dos de las mejores pelis de acción que se han hecho nunca.

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Después de triunfar con La Jungla 2, Harlin se dio el gustazo de embarcarse en un proyecto mucho más modesto y distinto en sus pretensiones. Las Aventuras de Ford Fairlane era una comedia policíaca protagonizada por un singular personaje, un pintoresco detective interpretado por Andrew Dice Clay, un cómico muy de moda en los Estados Unidos por entonces. La cinta es hoy defendida en multitud de foros de internet, considerada como obra de culto, aunque a mi me parece una bobada mayúscula, muy al estilo del Ace Ventura de Jim Carrey. Pero, afortunadamente, Renny Harlin volvió al cine con el que había logrado sus mejores trabajos.

Y ese cine no era otro que el de alto voltaje, el de historias repletas de adrenalina y acción sin mayor pretensión que la de evadirse durante un rato en una sala de cine disfrutando de aventuras, explosiones y peleas. Pero, eso sí, con un guión mínimamente cuidado y una producción a cargo de gente competente.

El guión de Máximo Riesgo fue escrito a cuatro manos por el propio Stallone y por Michael France, quien debutaba como guionista y que tras la trascendencia de su ópera prima fue contratado para escribir el regreso de James Bond al cine tras muchos años de ausencia. Goldeneye fue otro destacado éxito, al que seguirían libretos para tres producciones que adaptaban personajes de Marvel: Hulk, Punisher y Los 4 Fantásticos. Aunque Goldeneye y el Hulk de Ang Lee son dos meritorias producciones, Máximo Riesgo sigue siendo, sin duda, el mejor de sus guiones, en el que desconocemos la importancia que tuvo la presencia del cachas protagonista: pero, al César lo que es del César, y si aparece acreditado habrá que otorgarle su parte de mérito. Stallone y France escribieron una trepidante aventura ideal para pasar un buen rato en una tarde de verano.

La elección del reparto estuvo plagada de aciertos. Eran tantos los buenos intérpretes que hasta Stallone se contagió y logró mostrarse convincente en determinadas escenas en las que muy pocos apostarían por él. No es que fuera Máximo Riesgo una película de emociones desatadas, pero el hecho de que se tratase de una cinta de acción con muertas, dramas y tragedias, provocaba que el hombre tuviese que abarcar ciertos registros impropios de un mamporrero como él. Y lo hizo muy bien. Pero, como todos sabemos, toda peli de este estilo ha de contar con un villano de altura. Y aquí lo había. Qualen, el despiadado ladrón y asesino que se las hace pasar canutas a nuestro héroe fue interpretado por uno de los actores de mayor nivel y carrera más injusta que uno recuerda: John Lithgow compuso un malo cruel, sanguinario y carismático, de ésos que elevan un peldaño el nivel de la película, y que se incrustan en tu memoria cinéfila para siempre. La escena en la que asesina a su compañera con la intención de quedarse él como único piloto del helicóptero resulta impactante y extraordinaria. Lithgow, nominado al Óscar al mejor actor de reparto en 1983 y 1984 por El Mundo según Garp y La Fuerza del Cariño, nunca tuvo la relevancia merecida, aunque últimamente ha logrado cierto reconocimiento gracias a su participación en la serie de televisión Dexter.

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El resto del reparto eran secundarios que no desentonaron. La chica de la función era Janine Turner, quien gozaba de cierto prestigio gracias a su participación en la estupenda serie Doctor en Alaska, y que nunca pudo desarrollar una exitosa carrera en cine. Y la auténtica revelación fue Rex Linn, encargado de poner rostro a Travers, secuaz de Qualen e igualmente pérfido. Linn ha sido siempre un secundario desconocido, y repetiría posteriormente con Harlin en La Isla de las Cabezas Cortadas y Memoria Letal. Por último, Michael Rooker era quizás el menos entonado, en su papel de amigo del protagonista a quien responsabiliza de la muerte de su novia en una impactante escena inicial.

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Y no sería justo olvidarnos del excelente equipo técnico, responsable de la impecable factura de la película. Los especialistas en sonido, efectos visuales y montaje de sonido, vieron recompensados sus excelentes trabajos con una nominación al Óscar, premio al que muy bien podría haber optado también el compositor Trevor Jones, quien se sacó de la manga un tema soberbio, épico y que se te pega desde los primeros acordes. La música de Máximo Riesgo nos hace soñar con aventuras en la nieve y escaladas en altas montañas, justo lo que evoca la película.

La trama, como no podía ser de otra manera en este tipo de cine, no resultaba especialmente complicada. Stallone era Gabe Walker, un veterano alpinista marcado por la muerte de la novia de su compañero, que decide abandonar su trabajo justo en el momento en el que un avión se estrella cerca de su puesto de mando. Los pasajeros resultan ser una banda de despiadados ladrones y asesinos, que harán que Gabe decida aplazar su decisión de retirarse para tratar de liberar a sus compañeros de la hostil compañía…

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Otro de los indudables puntos fuertes de la película fue la ambientación. Los Dolomitas italianos se convirtieron gracias a la magia del cine en las montañas de Colorado, y la cinta mostraba espectaculares planos y escenas en montañas nevadas que servían como contexto geográfico de una historia que en determinados momentos nos provocaba un nudo en la garganta. El vértigo se apoderaba del espectador desde la espectacular escena inicial, que te atrapaba en la butaca y te advertía de que estabas a punto de asistir a una aventura mayúscula.

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Máximo Riesgo se estrenó en los Estados Unidos el 28 de mayo de 1993, fecha que delataba sus evidentes intenciones de blockbuster palomitero. Pudimos verla en España en 17 de septiembre, precisamente el día en el que yo la disfruté en un pequeño cine de mi ciudad. Logró una recaudación de 84 millones de dólares en su país, para un total de 255 en todo el mundo, convirtiéndose en la décima película más taquillera de su año y la de mayor éxito en la carrera de Stallone, si exceptuamos Rocky, Rambo y alguna de sus secuelas. Yo lo tuve muy claro desde que la vi: nunca Sly había estado tan bien, y probablemente nunca lo estaría en el futuro. Y ciertamente, hoy en día, ese Rocky que logró tres Óscars en 1977, entre ellos el de mejor película, resulta mucho más plúmbea que esta estupenda película de aventuras. A modo de anécdota, cabe recordar que la cinta “logró” en su año cuatro nominaciones a los premios Razzie, que recogen lo peor de cada año. Incomprensiblemente, John Lithgow, Janine Turner, el guión y la película se vieron acompañados en la terna por productos tan olvidables como Una Proposicón Indecente, Sliver (Acosada) o El Cuerpo del Delito

Existen en la historia del cine centenares, probablemente miles de películas mejores que Máximo Riesgo. Pero hoy a mi me apetecía recordar en el blog una olvidada maravilla que demuestra que el cine de acción, el más frívolo e inofensivo, puede a veces hacer que te olvides del reloj y de tu realidad durante un buen rato. Concretamente, durante 113 minutos, aquel 17 de septiembre de 1993 yo viví una inolvidable aventura en lo alto de unos picos nevados, y acompañé a Stallone en una peripecia memorable. Y me pregunto, ¿se puede obtener mayor satisfacción de una película? Afortunadamente, el cine también es esto…

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