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miรฉrcoles, septiembre 11, 2024
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MI NOMBRE ES NINGUNO: el funeral del spaghetti western

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Despuรฉs de leer el post sobre El hombre que matรณ a Liberty Valance que publicรณ el otro dรญa el amigo Santiago en su blog, Flying, y coincidiendo con un repaso intensivo que estoy haciendo a mi colecciรณn de pelรญculas de western europeo, me tropecรฉ con Mi nombre es ninguno, que curiosamente se me antoja como el equivalente en el llamado spaghetti western de lo que fue El hombre que matรณ a Liberty Valance para el western tradicional.

La pelรญcula de John Ford era un canto funeral por el western clรกsico, tan bien expresado en esa escena esencial para el gรฉnero en la que a travรฉs de la mirada de James Stewart intuimos la imagen de John Wayne en su ataรบd de madera, sin sus botas y sin su revรณlver, esto es, emasculado de sus atributos como icono del western. Siempre he mantenido que, en contra de lo afirmado por algunos estudiosos del asunto, el western crepuscular no nace con Sam Peckimpah y Duelo en la alta sierra, sino que nace del mismo maestro Ford que llevรณ el gรฉnero hasta la madurez de su era dorada con La diligencia. Ford abriรณ el western a la madurez y lo cerrรณ en la vejez del gรฉnero, que era tambiรฉn un poco la propia vejez y agotamiento de la fรณrmula del sistema de estudios de Hollywood, con El hombre que matรณ a Liberty Valance, rodada en el mismo aรฑo en que Peckimpah le dio otra vuelta de tuerca al asunto empujรกndolo hacia nuevos territorios con Duelo en la alta sierra: 1962.

Posteriormente, de la misma manera en que El hombre que matรณ a Liberty Valance fue el canto funeral del oeste clรกsico en su versiรณn Hollywood y su era dorada, mรญtica, el propio Peckimpah filmรณ el canto de cisne del western crepuscular que รฉl mismo habรญa llevado adelante con tรญtulos bรกsicos como Grupo salvaje o La balada de Cable Hogue, con la imprescindible Pat Garrett y Billy the Kid (1973), que fue tambiรฉn su despedida del gรฉnero, por mucho que algunos quieran vincular al gรฉnero Quiero la cabeza de Alfredo Garcรญa (1974), que era un policiaco desbocado, y Convoy (1978), que era una aventura de carretera y velocidad. En su reconstrucciรณn de la leyenda de Billy el Niรฑo habรญa echado Peckimpah el resto de lo que le quedaba por contar del western en su fase desimitificadora pero inevitablemente tambiรฉn nostรกlgica de la era dorada que ya no iba a volver.

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Pues bien, a Sergio Leone le correspondiรณ hacer algo parecido respecto al funeral del spaghetti western con Mi nombre es ninguno, rodada en 1973 y en la que aparece acreditado como productor ejecutivo, aunque cualquiera que la vea es capaz de percibir que tambiรฉn hizo una parte destacada de la direcciรณn, si bien finalmente dejรณ que su colaborador habitual, Tonino Valerii, quien por otra parte se habรญa labrado su propio pequeรฑo prestigio como artesano del spaghetti western, firmara como director del largometraje, cuya idea argumental tambiรฉn correspondiรณ al realizador de El bueno, el feo y el malo.

Por un lado reparamos en los ecos de la mitologรญa griega que despierta su tรญtulo, en relaciรณn a la aportaciรณn de la claves culturales europeas aรฑadidas a los paisajes, fรกbulas, personajes y situaciones del western americano. Mi nombre es nadie, le decรญa Ulises al cรญclope Polifemo para despistarle con un juego que le encaja muy bien a este otro Ulises viajero por el oeste reinventado para el spaghetti western que es el Ninguno encarnado por Terence Hill, un bromista amigo de los juegos cuyo nombre es tambiรฉn un guiรฑo, una broma y un juego del propio Leone a sus seguidores que recuerda al pistolero sin nombre encarnado por Clint Eastwood en Por un puรฑado de dรณlares, La muerte tenรญa un precio y El bueno, el feo y el malo.

Por otro lado encontramos frente a Ninguno a Jack Beauregard, encarnado por Henry Fonda, un cรฉlebre pistolero que quiere retirarse y marcharse a Europa, alejarse de su propia leyenda, y del que Ninguno es una especie de groupie empeรฑado en que ponga in a su carrera de manera รฉpica, enfrentรกndose con la banda salvaje, otro guiรฑo, esta vez al Wild Bunch, el grupo salvaje de Peckimpah, pero multiplicado en el nรบmero de sus integrantes, โ€œ150 hijos de mala madreโ€, segรบn dice el personaje de Hill.

Fonda es ademรกs una pieza esencial que conecta directamente el spaghetti western con el western clรกsico de Hollywood, con lo que en la pelรญcula asistimos de algรบn modo a un doble canto funeral, por el western americano de la edad dorada y por el western producido en Italia. Pero ademรกs esa escena de Fonda con las gafas para poder leer un documento relacionado con su retiro, es otro guiรฑo a los anteojos que debe ponerse el viejo pistolero Steve Judd (Joel McCrea), otro mรญtico del western, en Duelo en la alta sierra, la apertura del ciclo del crepรบsculo en el cine del oeste dirigido por Peckimpah.

Fonda representa aquรญ tambiรฉn el papel de icono del spaghetti western puro, el de los hรฉroes de gatillo rรกpido, como demuestra en la barberรญa en una escena que tiene mucho en comรบn con el arranque de la obra maestra de Leone, Hasta que llegรณ su hora, en la cual el actor ejerciรณ un papel de villano a contracorriente de su imagen hollywoodiense habitual y donde el director italiano explotรณ su mirada, que siempre habรญa sido un icono de la integridad y la humanidad de sus personajes heroicos para demostrar, casi empeรฑado en su propio experimento de Kulechov, que esos ojos claros tambiรฉn podรญan ser los de un asesino.

Parte de esa ambigรผedad que marcรณ a todos los antihรฉroes del spaghetti western, de los que nunca estaba del todo claro si estaban del lado del bien o del mal โ€“en ese sentido la mirada de serpiente de Lee Van Cleef definรญa mejor el cinismo y la inquietante capacidad para cambiar de bando segรบn de dรณnde sople el viento de los protagonistas de este tipo de fรกbulas que la lรญmpida mirada del elegante Fonda-, se filtra al personaje de Jack Beauregard.

Siguiendo la fรณrmula habitual de protagonismo bicรฉfalo que marca a tantos tรญtulos clave del western europeo (desde las adaptaciones alemanas de las novelas de Karl May con Old Shatterhand y el indio Winnetou como protagonistas hasta el dรบo formado por el Manco y el coronel Mortimer en La muerte tenรญa un precio, sin olvidar la variante de dicha fรณrmula virada hacia el humor que protagonizaron Bud Spencer y el propio Terence Hill en las pelรญculas de Trinidad), Leone y Valerii imaginan un paisaje para el encuentro del western del ayer, encarnado por Fonda, con la variante humorรญstica que ha sustituido a esas alturas al spaghetti western, las peripecias estilo Le llamaban Trinidad y Le seguรญan llamando Trinidad. El paisaje que imaginan para que se produzca ese encuentro es propio del spaghetti western mรกs puro, pero en el fondo todo es una broma.

Leone y Valerii asumen el arriesgado ejercicio de entonar un canto funeral por el western en general y por el spaghetti western en particular, que ha sido suplantado en la cartelera por las peripecias gamberras de Spencer y Hill, por esas pelรญculas en las que se comen judรญas, con las consecuencias humorรญsticas previsibles. A Hill ya no le llaman Trinidad, le llaman Ninguno, porque ni siquiera Trinidad sobrevive a esas alturas, aunque la asociaciรณn Hill-Spencer prosiga en peripecias varias en paisajes mรกs actuales que los del lejano oeste. La escena de Fonda y Hill en el cementerio es particularmente significativa en ese sentido: tenemos la impresiรณn de que se nos aparecen en la misma los fantasmas de los duelos en el cementerio de El bueno, el feo y el malo, o del duelo final entre Charles Bronson y el propio Fonda en Hasta que llegรณ su horaโ€ฆ ย Ademรกs, si prestamos atenciรณn, algunos nombres de las tumbas son muy definitorios de las intenciones de Leoneโ€ฆ en uno podemos leer el nombre de Sam Peckimpah.

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Mi nombre es ninguno es un ejercicio arriesgado porque el ritmo de la pelรญcula va a resentirse inevitablemente de ese cambio del spaghetti western serio al de broma, del protagonismo bicรฉfalo de dos personajes tan distintos como el serio tipo duro encarnado por fonda y el gamberro entraรฑable que interpreta Hill, pero al final consiguen su propรณsito. El relevo generacional queda claro. Fonda sale de escena elegantemente dejรกndole sitio a Hill, que cierra la jugada replicando el gesto de arranque del otro en la barberรญa, pero de una manera mรกs gamberra, mรกs ordinaria, poniendo el dedo en el culo del oponente en lugar de meterle el caรฑรณn del revรณlver entre las piernas.

Ademรกs hay algunas frases de รฉsas que marcan el spaghetti western.

โ€œHay dos cosas que van directamente al corazรณn de los hombres: las balas y el oroโ€.

โ€œPor estas tierras los listos son parientes de los muertosโ€.

โ€œBrillas como la puerta de un burdel. Te verรญa venir un ciego a kilรณmetros de distanciaโ€, le dice Beauregard/Fonda a Ninguno/Hill, que replica: โ€œA mi me gusta que la gente me veaโ€, recibiendo a cambio la siguiente respuesta del veterano: โ€œPuede que la gente no comparta tu gustoโ€.

Fue ademรกs el รบltimo western de Fonda.

El western habรญa muerto.

Viva el western.

Hasta el propio Ennio Morricone se sumรณ a la fiesta de demoliciรณn con una banda sonora que no duda en satirizar la cabalgadas de sus compases mezclรกndolas con una versiรณn muy rumbosa de La cabalgata de las valkirias.

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