Crítica de la película Mr. Link. El origen perdido
Una nueva maravilla de Laika.
Cada fotograma de Mr. Link es una obra de arte y el ritmo, la aventura y la comedia no decaen en todo el metraje. Ese es el nivel que alcanza con su nueva película el estudio de animación stop-motion, que ya no tiene nada que envidiar, más allá de los mastodónticos presupuestos y la fidelidad del público, a grandes compañías como Walt Disney o Pixar.
Visualmente la película es todavía más rica que otras producciones de Laika por la variedad de escenarios que ofrece y el nivel de detallismo. No se antoja repetitiva porque la animación varía junto al tono en las distintas partes de la aventura. Chris Butler, que ya se había encargado junto a Sam Fell de dirigir para el estudio El alucinante mundo de Norman, divide la película en tres partes perfectamente diferenciadas, lo que hace que el ritmo y el interés del espectador no se pierdan por su gran dinamismo. En su primera parte, con Sir Lionel Frost, el mayor investigador de mitos, monstruos y leyendas, en la Inglaterra victoriana intentando formar parte de la sociedad de exploradores recuerda a las películas y la literatura de Sherlock Holmes por la propia ambientación y la locuacidad y excentricismo del protagonista. La segunda, con el encuentro de Frost con el eslabón perdido y la interacción entre los dos en el salvaje oeste, funciona a la perfección como una buddy movie en clave de western cómico que homenajea constantemente a las películas de Terence Hill y Bud Spencer, especialmente a la trilogía de Trinidad durante la escena de la taberna, en la que la violencia y el slapstick se dan la mano. Se trata de una serie de situaciones que sacan una sonrisa debido al choque de Mr. Link con el mundo de los humanos, la buena planificación (el uso del fuera de campo y las reacciones en primer plano de Frost son impagables) y la excelente labor en el doblaje español de Arturo Valls y Brays Efe. En la tercera parte de la historia, con el viaje en busca de los orígenes de la criatura, se convierte en una película de aventuras clásica mucho más exótica y con un punto de Indiana Jones, que se deja ver en el clímax y la set piece del barco, la cual contiene un curioso guiño visual a Origen.
Es un periplo que hemos visto en pantalla infinidad de veces, pero que funciona porque los personajes tienen alma y sus alegatos una gran profundidad. Critican a las sociedades herméticas, razonan sobre el egoísmo del ser humano y lanzan necesarios mensajes medioambientales, pero sin necesidad de subrayar nada. De la misma manera, tampoco lo hace con el empoderamiento femenino de Adelina, la viuda ricachona valiente y de buen corazón que les acompaña en la aventura y que supone el contrapunto perfecto a la simpática arrogancia de Sir Lionel Frost y la inocencia e ingenuidad de Mr. Link, un dúo que le puede dar muchas alegrías a Laika en el futuro.
Una película familiar perfecta para estas fechas que los adultos también disfrutarán por su espíritu aventurero y entender mejor los mensajes que subyacen tras todo el entramado visual.
Alejandro Gómez
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