Crítica de la película Mula
Se esperaba más del regreso de Clint Eastwood delante de las cámaras, pero La Mula cumple.
NO es ni mucho menos la película más brillante de Eastwood a ningún nivel, pero es cierto que los fans del actor, que son muchos, esperaban que Gran Torino no fuese su última película como actor y director. Es encomiable que con 89 años, el cineasta siga al pie del cañón, y que aquello de que se retiraba como actor era en realidad una broma, tampoco está mal. Pero si esperaban algo a la altura de Gran Torino o Million Dollar Baby, se van a llevar una tremenda decepción. Mula es una buena película, pero está muy lejos de alcanzar el nivel de aquellas dos, por ejemplo, y la culpa puede repartirse entre el guión y el propio director.
La historia, inspirada por un artículo del New York Times Magazine, en el que se hablaba de una mula (una persona que transporta droga) de 90 años de edad que trabajaba para el cartel de Sinaloa, no podía ser protagonizada por otra persona que no fuese el propio Eastwood. Es un papel hecho a su medida y no sólo por la edad, sino porque requiere de un punto de descaro y picaresca que sólo él puede darle. Un hombre con 90 años se convierte en mula para un cartel, lo que le trae algunas soluciones y algunos problemas nuevos. Mientras el cartel tiene por un lado sus propios planes y por otro las agencias de la ley, los suyos, a los que este pobre hombre es ajeno.
Bradley Cooper, Michael Peña, Taissa Farmiga, Andy García, Laurence Fishburne, Diane Wiest o Clifton Collins Jr. son algunos de los nombres que acompañan al actor en su regreso, y aquí surge el primero de los problemas de la película. Mucho nombre importante, pero algunos como García o, sobre todo, Fishburne, están muy desaprovechados. Casi parece que figuran porque alguien tenía que darles un papel en la película, no porque sus personajes tuviesen empaque… No es cuestión de eso sólo, es incluso de tiempo en pantalla… Sin embargo, como muchos han indicado, con Cooper tiene una relación especial e incluso una escena en la que parece cederle el testigo (recordemos que Cooper ha dirigido Ha Nacido una Estrella, que Eastwood iba a dirigir).
Cuando la película se pone gamberra, es hilarante. La escena con las motoristas, las formas de evitar a las fuerzas de la ley o cuando le explican cómo debe comunicarse con ellos (¿sabe mandar mensajes de texto?) funcionan como un reloj y son lo que debería haber sido la película. Aunque el suspense no funcione tan bien como la comedia. Pero el problema es cuando, en el último tercio, la película da un giro inesperado hacia el drama e Eastwood se deja llevar por sus impulsos más sentimentaloides, lo mismo que el guión. Entonces la película pierde toda su fuerza y capacidad para impactar y nos deja con un sabor de boca algo amargo… Como un caramelo que nos ha gustado por fuera, pero cuyo relleno no era el más rico… Esperemos que no sea la última vez que vemos al actor en la gran pantalla…
Jesús Usero
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