David Fincher reescribe las claves de la intriga con un argumento repleto de giros inesperados.
Fiel a su estilo y sus planteamientos tanto narrativos como visuales, David Fincher nos propone un nuevo ejercicio de mezcla de gรฉneros en el que nuevamente tira de la mejor caracterรญstica de su cine: la capacidad para implicar al espectador desde el primer momento en la lectura y relectura de su puzle argumental. Por ejemplo en Seven jugรณ al despiste con nosotros haciรฉndonos creer que estรกbamos viendo una pelรญcula policรญaca con estรฉtica de cine negro (esa lluvia incesante que tanto recuerda al arranque de Blade Runnerโฆ), asociada a enigmas por resolver propios de las novelas-problema de cuarto cerrado y con estrategia argumental propia de las pelรญculas policรญacas de procedimiento (procedural). Pero como se revelaba finalmente en la relectura de la pelรญcula siguiendo las pistas sembradas en la pelรญcula, lo que realmente habรญamos visto era una historia de terror en la que el verdadero protagonista era el monstruo, el asesino, del que se habla continuamente y cuyo monรณlogo se expresa no verbalmente, sino a travรฉs de los cadรกveres que va dejando a su paso. Asรญ hasta el final en el que finalmente el asesino se revela brutalmente, despejando de la ecuaciรณn lo propiamente policรญaco para cerrar la historia con un desenlace de terror, el mismo terror anticipado en el tono claramente gore de los cadรกveres que van descubriendo los dos policรญas y con la entrada en la guarida del monstruo. La mรบsica serรญa una de las claves de ese paseo por la variopinta colecciรณn de paisajes y gรฉneros incluidos en la pelรญcula. Piensen en cualquier otra de las pelรญculas de Fincher, y descubrirรกn que esa clave con el juego del espectador, ese empeรฑo en mantenernos alerta, sorprendernos y llevarnos a la desorientaciรณn absoluta antes de darnos la soluciรณn final de sus enigmas, forma parte de la manera que tiene este director de entender el cine. Esas mismas claves estรกn presentes, a un nivel superlativo, en Perdida, que estรก a la altura de sus mejores pelรญculas y como las mismas tiene ese juego con el espectador como consigna esencial para su funcionamiento. Lo que comienza como una historia romรกntica pronto se troca en historia dramรกtica de intriga con desapariciรณn incluida, pero cuando creemos estar en el territorio Hitchcock del falso culpable, el director introduce una pareja de policรญas que investigan el caso y nos hacen pensar que va tirar por el camino del procedural, antes de dar un nuevo giro para convertir la pelรญcula en una crรญtica a los medios de comunicaciรณn y los linchamientos pรบblicos que propician, otorgรกndole a lo que en principio era un enigma el carรกcter y el nervio de un drama de crรญtica social, antes de dar un nuevo y sorprendente volantazo genรฉrico para meternos en una trama de cine negro reivindicando brillantemente la figura de la mujer fatal.
Hay muchas cosas que sorprenden positivamente en esta grata sorpresa para la cartelera que es Perdida. En primer lugar el trabajo de Rosamund Pike, que en algunos momentos me ha recordado a Kathleen Turner en Fuego en el cuerpo, con un papel que estรก en continua evoluciรณn y no deja de sorprendernos. Como ocurriera con el asesino de Seven, ella se revela como la verdadera protagonista de esta historia en la que el resto de los personajes no dejan de hablar de la desaparecida Amy. Todo gira en torno a su presencia, que ademรกs estรก reforzada con el equilibrado y elegante juego con el monรณlogo de voz en off y el flashback que ha organizado Fincher para ir desplegando las claves de la trama. Puro encaje de bolillos, ingenierรญa de guiรณn y montaje de altos vuelos, ejemplo de cรณmo utilizar la fragmentaciรณn, repeticiรณn, el efecto eco y la mediaciรณn formal y temรกtica para crear su propia reflexiรณn sobre el gรฉnero de intriga, llevando al espectador a una constante relectura y decodificaciรณn del lenguaje clรกsico del cine de suspense, al tiempo que รฉl mismo reflexiona sobre el cine como medio de expresiรณn, acercรกndose al territorio del discurso autoconsciente.
Para ello organiza un discurso narrativo a varios niveles en una fรกbula que en su principio recuerda The Game y en otros momentos, con su relevo de protagonistas, pasea por un territorio mรกs cercano a Zodiac, acercรกndose tambiรฉn con su despliegue de personajes y subtramas a la naturaleza caleidoscรณpica de El club de la lucha.
El resultado de todo ello son ciento veintitantos minutos de cine de altรญsima calidad, impecable construcciรณn argumental, notable guiรณn, en el que ademรกs, sobre todo en su tercer acto, se manifiesta una saludable corriente de humor negro que viene a equilibrar su parte mรกs terrible e inquietante, ademรกs de algunos guiรฑos que son pistas sobre el tipo de relato que nos estรก proponiendo el director, por ejemplo esos juegos que la hermana del protagonista acumula en el bar que responde por el nombre deโฆ Bar, la esposa desaparecida que se siente desaparecer en su matrimonioโฆ Fincher nos recuerda con notable elegancia y pulso firme para controlar el ritmo, el verdadero objetivo del relato de intriga, que no es otro que el juego del emisor con el receptor del mensaje. El juego es de tal nivel que llega un momento en el que no sabemos a quรฉ personaje debemos creer, en quiรฉn tenemos que confiar, con quiรฉn debemos simpatizar. Fincher se convierte en un titiritero que maneja los hilos del espectador a travรฉs de las trampas y preguntas que siembra en torno a sus personajes, el marido, que habita la historia en un flashback y la mujer hablando a travรฉs de su diario. Y entre ambos, a modo de vรญnculo de uniรณn, ese juego de pistas que va dejando como miguitas para orientar al marido la esposa en el dรญa del aniversario, que de paso sirven para hacer avanzar la historia e introducir los sorprendentes giros que se van acumulando en la misma. Un ejemplo es la tercera pista, asociada al flashback y pasando del tema del romance a la intriga y de ahรญ al drama, que modifica el papel de marido y mujer en la trama principal introduciendo ademรกs el tema del deterioro del matrimonioโฆ
Fincher nos regala asรญ un festival de intriga en el que nada es lo que parece y podemos recorrer el laberinto de su pelรญcula como una especie de atracciรณn que reescribe las reglas del suspense en un ejercicio de mรกs difรญcil todavรญa ejecutado como un triple salto mortal.
Miguel Juan Payรกn
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