Palomitera a tope y saludablemente gamberra, Piraña 3D es más que un remake de la película original de Joe Dante un reencuentro con el cine de verano en pleno mes de marzo, lo que no viene nada mal para alegrarse las córneas, en todo el amplio sentido que quieran ustedes aplicarle a esta frase, porque no faltan ni concursos de camisetas mojadas, ni féminas de muy buen ver, ni escenas que de pura exageración gore son tremendamente divertidas. Y, hablando de alegrar las córneas, para los más nostálgicos que nos quedamos prendados de ella después de ver Leaving Las Vegas, también está Elizabeth Shue en un papel de sheriff del lugar.
Alexandre Aja ha sido suficientemente astuto como para percatarse que lo de hacerle miedo al público con los pececillos de dientes afilados lo tenía difícil, de manera que ha optado por montarse un festival de celebración del cine de terror de los setenta y ochenta, visitando todos los tópicos del mismo con una mirada de claro cachondeo y no pocos excesos visuales que como digo en su propia naturaleza excesiva se definen como una broma eficaz para los aficionados al asunto, si bien no quiero pensar en lo que pueden pensar quienes se equivoquen de sala y buscando cinéma verité caigan por equivocación en la aguas infestadas de pirañas ¡prehistóricas! de esta gamberrada genial que pasea por el cine de serie B como Pedro por su casa, haciendo mofa y befa de los lugares comunes y batallando con éxito digno de un Don Alonso Quijano contra los lugares comunes del mismo.
Trailer oficial
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La escena de las dos “sirenas lésbicas”, junto con alguna que otra amputación de miembros particularmente extrema que pondrá el escalofrío en la espina dorsal de más de un espectador segundos antes de que suelte la carcajada por el exabrupto son buenos ejemplo de que Aja no se ha tomado en serio lo de hacer un remake al uso de Piraña, sino que ha preferido pasárselo bien revisitando el original y añadiendo todo tipo de guiños. Así que malo será que llegue algún despistado a exigirle mayor seriedad de la que él mismo ha querido imponer a su película, que es básicamente una comedia con momentos de terror, pero en la que en realidad el terror tiene tanto protagonismo como las invocaciones erótico-festivas y las bromas.
Si alguien lo duda y prefiere analizar la película en clave más seria, que se lo replantee volviendo a repasar mentalmente cómo elige el director empezar su broma en 3D: Richard Dreyfuss, uno de los tres protagonistas de Tiburón, la madre del cordero en lo que a cine de bestezuelas marinas y submarinas se refiere, cantando una cancioncilla que también estaba incorporada en la mítica película de Spielberg, que además fue la que inspiró a Roger Corman la producción de la primera versión de Piraña. Además, no olvidemos que la propia película de Joe Dante tenía mucha coña dentro y no poco sentido del humor y la autoparodia. Seamos serios y no queramos imponer a las películas una naturaleza distinta de la que le otorgaron sus creadores.
Esto es cine para echarse unas risas, dar algunos saltos en la butaca si se tercia, acercarse a la fémina más cercana a echarle el brazo por encima si se deja, y sobre todo pensar en el verano que está cada vez más cerca.
Ingmar Bergman y Abbas Kiarostami no van a asomarse por aquí.
Dicho todo ello, voy con lo que más me gusta de la película, además de ese aire de gamberrismo adolescente y playero que salta de un lado a otro de la trama precisamente como una pelota de playa y que incluye profusa exhibición de féminas en biquini.
Primero su descaro. Sabe perfectamente lo que es, lo acepta y le saca el máximo partido. Por ejemplo incluye una secuencia de masacre pirañera en tridimensional con el personal cayendo como moscas entre los dientes de los bichejos que es de las que cuando salga el DVD voy a verme repetida más de una vez. Tortuoso puzzle de celebración de la casquería terrorífica de los setenta y ochenta que merece la pena ese homenaje. Aja ha organizado su propio matadero acuático con una cualidad circense muy divertida, en plan “más difícil todavía”. Lo dicho: si alguien se la toma en serio debería hacérselo mirar.
Luego el protagonista juvenil me cae menos gordo de lo habitual en estos casos. Es que parce que los escogen entre los más bobos a estos chavales para que estemos todo el rato deseando que se los zampe el monstruo de turno. No es el caso en Piraña 3D, porque Steven R. McQueen no es su abuelo, el gran Steve McQueen, pero de casta le viene al galgo y algo ha heredado el chaval de su ilustre antecesor que, no lo olvidemos, también empezó en el terror de consumo rápido y explotación inmediata con The Blob, la masa devoradora. No digo que el chaval vaya a seguir las huellas del abuelo, porque hoy el cine ya es de otra forma –entre otras cosas, si me lo permiten y sin ánimo de que suene nostálgico, porque no es el caso, es menos mítico-, pero tiene suficiente carisma como para echarse la película sobre sus espaldas y resolver como protagonista del asunto. Habrá que seguirle la pista.
Y luego, claro, están ¡las pirañas prehistóricas! Contra eso no se puede competir. Ningún friki de buena cuna rechazaría ese anzuelo, especialmente teniendo en cuenta la sorpresa final, que es también la última propuesta de risas por parte del director.
Lo malo: primero que hay que verla en un cine que te proyecte bien el 3D, porque como transcurre bajo el agua, y de por sí el tridimensional tiende a oscurecer la pantalla, a poco mal que lo hagan los encargados del invento te quedas sin ver un carajo, y como pueden suponerse, lo mejor está bajo el agua. Es la típica película que sí me voy a comprar en 3D si la sacan en DVD, e incluso puede que me haga picar con el Blue-ray…
Segundo: Elizabeth Shue sale poco. Como Ving Rhames. Son personajes que no pasan de boceto aseado, y están claramente desaprovechados. Lástima. Claro que con darle de comer a las pirañas y manteniendo un buen ritmo para la película sin pasarse de metraje, tampoco podría haber metido el director mucho más sobre ellos.
En todo caso, a ver si hacen secuela. Elizabeth Shue con uniforme y llevando esposas está muy bien (como bromea el propio director al presentar a su personaje por primera vez en la película haciendo de paso gala de máxima economía narrativa para dejar el papel bien fijado en menos de dos minutos).
Resumiendo: eficazmente divertida, suficientemente gamberra y autoparódica y visualmente muy saludable. La mejor combinación para un estreno de palomitas ensangrentadas y con guarnición de vísceras.
Miguel Juan Payán