Curro Velázquez construye una simpática comedia sobre fútbol y religión, en la que los chistes de risa fácil son aptos para toda la familia.
La Champion League con sotana (o la Champion Clerum, que es su equivalente en la película de Curro Velázquez) sintetiza el pretexto argumental de esta entretenida obra, en la que el responsable de El chiringuito de Pepe presenta un vehículo carente de mayores ambiciones que la de entretener al personal, sin dobleces ni puntos muertos.
Las similitudes con filmes de la naturaleza de El padrecito, aunque sin Cantinflas de por medio, y con series televisivas como ¡Ay, Señor, Señor! ayudan a configurar el espacio humano donde adquiere todo su sentido la tesis argumental de Que baje Dios y lo vea: un figurado lugar de monasterios complacientes, en el que es posible equilibrar los ejercicios espirituales con los lanzamientos a portería.
A medias entre el drama social y el humor light de esencia cañí, Velázquez comienza la historia del largometraje con el compromiso vital del padre Salvador (Alain Hernández): un hombre que intenta mantener a flote la misión que este dirige en África, mientras desvía fondos del Vaticano a las arcas de los diferentes matones autóctonos, que amenazan con convertir a los niños de la parroquia en pequeños soldados.
Las artes del cura para mantener a raya a los mercenarios de turno no hacen mucha gracia a los altos mandos de la cúpula cardenalicia, quienes deciden castigar al religioso enviándole a dar clases de catecismo a un monasterio perdido en la geografía española. Salvador se siente a disgusto con el encargo, pero pronto le coge el gusto a su nuevo destino; más que nada porque reactiva la ilusión de los alumnos mediante la práctica del fútbol.
Poco a poco, el equipo toma tanta confianza en los entrenamientos y partidillos, que se gana el derecho a participar en la Champion Clerum: una competición de equipos de seminaristas, que reportaría una importante dotación económica a la diócesis, en caso de ganarla. Sin embargo, para lograr el ansiado trofeo, los protagonistas deberán vencer incluso al potente conjunto papal en terreno romano.
Ante tal tesitura temática, Velázquez construye una efectiva galería de personajes; los cuales quedan mediatizados por dos polos distintos y antagonistas en su visión de la Iglesia: los conformados por Salvador y el padre Munilla.
El deportista y valeroso Salvador (papel que encarna brillantemente Alain Hernández) representa las nuevas maneras de catequizar, más relacionadas con un concepto social de los evangelios. Mientras que Munilla (al que presta su físico y su exagerada gesticulación Karra Elejalde) es un hombre acostumbrado a acatar las órdenes de sus superiores, el cual cambia progresivamente cuando conoce la impetuosidad envidiable del enérgico misionero.
Estos dos individuos con sotana son los que materializan con sus enfrentamientos lo mejor de una movie que también extrae buenos resultados a través del plantel de secundarios, entre los que sobresale la presencia de Macarena García, Joel Bosqued, El Langui, Txema Blasco y Tito Valverde, entre otros.
Todos ellos consiguen elevar el tono monótono de una comedia que, aunque exprime la gracia simple y multitudinaria, no puede esconder su déficit de ingenio, a la hora de potenciar un humor algo más inteligente y selecto.
Jesús Martín
COMENTA CON TU CUENTA DE FACEBOOK
