Crítica Querido Evan Hansen
Crítica de la película Querido Evan Hansen
Una fallida película que adapta un musical muy querido de forma equivocada.
Durante algunos momentos de la proyección de Querido Evan Hansen, la nueva película de Stephen Chbosky (director de Las Ventajas de ser un Marginado) tenía la sensación de estar reviviendo lo que había sucedido con la adaptación de Cats algunos años atrás. Un proyecto con un director de cierto renombre, que toma un musical de Broadway de gran éxito y querido por la audiencia y que lo convierte en un pequeño desastre desde los primeros compases, al no saber nunca cómo enfocar la historia, el tono que darle o lo que puede permitir el público en un teatro y no en una sala de cine. Son medios distintos con distintos lenguajes y con distintas presentaciones. El director falla a la hora de ver todo eso…
La historia parte del musical, y es uno de los autores del mismo, Steven Levenson, quien ha decidido adaptarla. La sensación es la de no saber cortar cuando debe y alargar excesivamente el metraje hasta hacerlo complicado de aguantar. Y también la de no diferenciar los medios. Hay momentos en los que dirigiéndose a la audiencia en un teatro no generas la incredulidad que se puede crear en una sala de cine. No es el mismo medio. Crear un musical sobre un joven marginado en el instituto que, tras el suicidio de un compañero, se convierte en un personaje popular y querido debido a una mentira, no es fácil de cocinar. Trata temas como la depresión, la ansiedad, la pérdida, el duelo, el suicidio… y la forma en la que los enfoca y cómo lo hace, falla en varias ocasiones.
El reparto es uno de los elementos que merece la pena, al menos parte de él. Estoy de acuerdo en que Ben Platt es un actor que ofrece bastante y cuya capacidad como cantante es excelente. Pero ronda la treintena. Pretender que, en una historia así, un actor de 28 años pase por un adolescente de 17 es… un elefante en la habitación al que todo el mundo mira y nadie puede evitar. Posiblemente Amandla Stenberg sea la que mejor responde al reto, y no se le puede echar nada en cara a Amy Adams o Julianne Moore. El reparto defiende el texto y se defiende.
No se puede decir lo mismo de un director que no es capaz de sacar un mínimo de fuerza de los planos, las canciones o los momentos dramáticos que se convierten en melodrama televisivo más cercano al culebrón que a otra cosa. Chbosky no tiene la fuerza necesaria aquí para destacar, pese a las brillantes canciones, otra de las cosas que debemos destacar. Aunque en algunos momentos no debería usarlas, no encajan, no pegan en cine en la historia que nos cuentan. Están fuera de lugar y funcionan, seguramente, en el teatro. Pero aquí sólo ayudan a hacernos sentir incómodos frente a la gran pantalla. Es a fin de cuentas una película edulcorada, excesivamente larga, con elementos que no es posible defender y que nos deja más indiferentes que emocionados.
Jesús Usero
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