Esto cada día se parece más a una guerra. Lo que empezó como una competencia entre compañías para hacerse hueco en el mercado y donde nos encontrábamos productos Disney (o Pixar), Dreamworks y a veces Fox, ahora parece una batalla encarnizada en la que cada día nos encontramos una nueva película de animación en la cartelera intentando atrapar a los espectadores, normalmente sobre todo a los niños, llegando a un punto en el que lo que cuenta la película casi es lo de menos. Lo que importa es sólo la taquilla.
No me entiendan mal, esto es un negocio y el cine se mantiene a base de llenar salas y no sólo del arte, pero me sorprende y a veces me descorazona un poco que antes uno miraba al cine de animación con cierta envidia, porque la construcción de personajes, el desarrollo, la historia, el guión a fin de cuentas, estaba la mayor parte del tiempo mejor construido que en la mayoría de películas de imagen real. Y ahora, con esta manía de sacar películas como quien saca churros, pues como que ya no es lo mismo. Vamos, que están empezando a exagerar la cosa y la calidad empieza a flojear.
Pensar que en algo más de dos meses hemos visto Enredados, Gnomeo y Julieta, Rango y que ahora llega Rio, que en breve viene Hop y que de aquí a nada veremos Kung Fu Panda 2, Marte Necesita Madres (un descalabro espectacular en USA) y Cars 2, pues como que resulta algo agotador. Pudiendo contar El Oso Yogui casi en el mismo grupo, como Hop. Son demasiadas películas. Demasiados codazos que se lanzan entre las diversas compañías. Demasiado presupuesto como para que se mantengan todos los estudios que las producen. De momento el que realizaba las películas con captura de movimiento de Robert Zemeckis ya ha cerrado sus puertas tras Marte Necesita Madres.
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Toda esta perorata no tiene tampoco por qué indicar que Rio sea una mala película ni mucho menos, simplemente que el cine de animación peligra si dejan de lado lo que hasta ahora había sido su seña de identidad, la calidad de sus guiones. Tampoco es que Rio vaya a revolucionar el género ni nada por el estilo. Pero al menos se ve con bastante más alegría que otros ejemplos como Gnomeo y Julieta. Siempre de cara al público adulto. El infantil va a disfrutar la película pase lo que pase. Son los padres y los seguidores del género los que encontrarán sus virtudes y sus defectos, que de ambos tiene.
Como película, la historia de este guacamayo azul que es arrancado de su nido en Brasil de joven y acaba en un pequeño pueblo de Estados Unidos para regresar 15 años después sin saber volar, no es que vaya a dejar a nadie boquiabierto. Es una historia que se desarrolla en dos mundos, el de los pájaros y el de los humanos, y que es entretenida sin más. Sobre todo en el mundo animal, que tiene personajes mucho más interesantes que el humano, bastante más soso y menos divertido.
Esa doble historia transcurre por los canales más sencillos que existen. No hay lugar para la sorpresa, no hay espacio para que el espectador se vaya a quedar boquiabierto. Es previsible. Pero eso no siempre es malo. La historia está contada con gracia y ritmo, y se deja llevar por lo más importante en estos casos, el humor. Ya que no vas a dejar perplejo al espectador ni visual ni argumentalmente, hazle reír lo suficiente como para que eso no importe. La escena de lucha entre los macacos y los pájaros es buena prueba de ello. La has visto mil veces, pero funciona porque te ríes.
O el intento de quitarse las cadenas de los dos pájaros protagonistas. No sucede lo mismo cuando son los humanos, sobre todo los personajes de Linda y Tulio, los que están al cargo de la historia. Ahí las risas no están tan trabajadas y la historia se resiente. Además su sentido del humor es muy similar al de otras producciones del estudio Blue Sky, sobre todo la primera Ice Age, así que ya sabemos a qué nos enfrentamos desde el inicio. De hecho Rio comparte director con la saga más importante de animación de FOX, algo que se nota bastante.
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Lo que me resulta curioso es que siendo Carlos Saldanha su director, nacido en Rio de Janeiro, la película esté tan llena de tópicos sobre Brasil y los brasileños. Como si lo único que hubiese allí fuese samba y carnavales. Hay momentos en los que la película es un perfecto anuncio de una agencia de viajes sobre la ciudad brasileña. Es como si la película tuviese lugar en España y sólo apareciesen toreros y flamenco. Pero esto es Hollywood, qué le vamos a hacer.
Técnicamente la película se encuentra a mucha distancia de lo que Dreamworks o Pixar han conseguido con el paso de los años, algo que sobre todo se hace patente en los personajes humano, donde muchas veces la animación deja algo que desear. Pero quizá este sea el menor de sus pecados. Como hemos dicho, que la historia habite lugares tan comunes, el exceso de tópicos y la falta de sorpresas en el guión es lo que realmente impide que Rio sea una gran película. Divertida y entretenida sí, pero perfectamente olvidable una vez empiezan a pasar los títulos de crédito.
En definitiva, no creo que sea una película que vaya a marcar el género, pero tampoco es de las peores. Lo malo es que pueda marcar una tendencia nueva hacia productos más simples, menos elaborados. Eso es algo que el tiempo nos dirá, claro. Por el momento tenemos un producto simpático y no necesita mucho más. Le sobran las canciones a mitad de película, homenaje o parodia del Disney clásico, y le falta más enjundia. Son delitos menores, pero a mí me hacen añorar el momento en el que, por ejemplo, se estrene Cars 2.
Jesús Usero