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miércoles, abril 24, 2024
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Ruby Sparks ****

Ruby Sparks ****

Comedia romántica independiente de tintes fantásticos y realmente encantadora. Si la comedia romántica parece muerta y enterrada para el cine de gran presupuesto, que se empeña en repetir esquemas, personajes, historias y finales una y otra vez hasta la náusea, el reducto del cine independiente parece dispuesto a sacar lo mejor del género hibridándolo con otros, creando historias singulares que se centran en personajes creíbles, divertidos, surrealistas y humanos. Jugando entre lo fantástico, los sueños y lo real, transformando la forma de contar historias y, en definitiva, sorprendiendo al espectador. Haciendo digno un género que suele ser masacrado por la crítica, muchas veces no sin motivo. Hace unos años pudimos ver otra muestra, (500) Días Juntos, de las pocas que llegan a nuestro país. Hoy nos encontramos con Ruby Sparks.

La película parte de una historia tan peculiar que engancha desde el primer minuto deseando saber qué va a suceder a continuación. Un joven escritor con bloqueo, incapaz de escribir, que sueña con una mujer y empieza a escribir sobre ella, para descubrir al día siguiente que ella está ahí, que se ha hecho real. Es más, a medida que su relación avanza, y su bloqueo desaparece, descubre el poder de la palabra escrita sobre su relación, cómo puede cambiarlo todo simplemente escribiéndolo. Sueño o realidad, fantasía y ficción, se dan la mano en la historia, que nos lleva por rincones poco conocidos para el género.

Aunque quizá sea injusto decir que es una comedia romántica. La película es romántica, sin duda, pero no juega con los típicos chascarrillos y humor chabacano tan habitual en estos términos, lo hace con un humor más cercano, más real, menos estridente. Más de sonrisa que de carcajada. Sólo hay que ver la escena en la que el protagonista descubre a la Ruby del mundo real por primera vez, tras haber soñado con ella y haberla imaginado durante días.

Eso sí, para que funcione la trama y la historia, se necesita un reparto a la medida y a una pareja protagonista que funcione como un reloj suizo. Paul Dano y Zoe Kazan destilan encanto, torpeza y química, quizá en parte porque son pareja en la vida real, y eso se nota en la pantalla. Es algo que se percibe desde el primer encuentro ficticio en el parque. Su frescura hace la historia más creíble dentro de su surrealismo. Y vienen acompañados de actores de primer nivel que aparecen en pequeños papeles, todos ellos para recordar, como Antonio Banderas, Anette Bening o Steve Coogan. O un demoledor Elliot Gould.

Así, entre lo soñado y lo vivido, se mueve la película, que no rehúye de cierta amargura y cinismo, bendecida por el hecho de ser independiente y no estar presionada por lo que el gran público opina u opinará de ella. Aunque el metraje estire la historia demasiado, aunque visualmente no aporte nada, porque no hay ni presupuesto ni necesidad de excesos visuales. La película nos recuerda que la comedia romántica puede ser brillante, si la dejan. Una delicia.

Jesús Usero


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