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SIETE MINUTOS y GORDOS, este cine espaƱol nuestro…

Un poquito de cine espaƱol para el blog. Siete Minutos, de Daniela FĆ©jerman, y Gordos, de Daniel SĆ”nchez ArĆ©valo son dos de las 120 pelĆ­culas espaƱolas que se estrenaron en nuestros cines en el pasado 2009 (aunque, si fuĆ©semos rigurosos, comprobarĆ­amos que mĆ”s de una de las 120 tuvo una difusiĆ³n mĆ­nima, por lo que seguimos con uno de los perennes males de nuestro cine: se producen demasiadas pelĆ­culas…). Estamos ante dos producciones tipo de nuestra industria, de esas que reĆŗnen caracterĆ­sticas que podrĆ­amos encontrar en buena parte de esas producciones patrias. Y es que, efectivamente, son dos comedias (aunque la de SĆ”nchez ArĆ©valo destaca tambiĆ©n por su fuerte componente dramĆ”tico), carecen de un guiĆ³n redondo (en Siete Minutos decir que el guiĆ³n Ā«no es redondoĀ» es ser generoso…), y alternan buenas interpretaciones con otras no tan buenas. No hay que ser muy asiduo a las salas para comprobar que estas tres caracterĆ­sticas son muy tĆ­picas de nuestro cine reciente. Y, desgraciadamente, tambiĆ©n comparten un cuarto aspecto: no son buenas pelĆ­culas…

7 minutos (2009)

Daniela FĆ©jerman se estrena como directora en solitario, despuĆ©s de haber compartido tareas con InĆ©s ParĆ­s en Semen, Una Historia de Amor y A mi madre le gustan las mujeres, comedias supuestamente rompedoras que no lograron especial relevancia. Con Siete Minutos la tarea que comparte es la de guionista, esta vez con la Ministra de Cultura, Ɓngeles GonzĆ”lez Sinde. SerĆ­a muy injusto y demagĆ³gico acusar a la Ministra de torpe guionista, como parece que muchos se han empeƱado, aunque no sĆ© yo si en esas crĆ­ticas habrĆ” mĆ”s intenciones polĆ­ticas que meramente cinematogrĆ”ficas. Es cierto que sus Ćŗltimos dos libretos no han sido buenos, ya que Ć©ste es flojo y el de Mentiras y Gordas directamente horrendo, pero ahĆ­ estĆ”n cosas como Todos Estamos Invitados,HeroĆ­na, La Vida que te espera, Las Razones de mis Amigos o La Buena Estrella.

Pero, ciƱendonos a Siete Minutos, justo es decir que FĆ©jerman y GonzĆ”lez Sinde tratan de contarnos una historia coral sobre relaciones sentimentales que pronto deja de interesarnos. Partiendo de la reciente moda empleada por algĆŗn portal de contactos de organizar multi-citas entre sus clientes que no sobrepasen esos siete minutos a los que hace referencia el tĆ­tulo, asistimos a varias historias de amor que las guionistas tratan de cruzar en la mejor tradiciĆ³n del cine coral que, por ejemplo, Robert Altman ofrecĆ­a en Vidas Cruzadas o Paul Haggis en Crash. Ni que decir tiene que sobran las comparaciones.

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Como en muchas otras ocasiones, la pelĆ­cula parte de una premisa interesante que no cuaja por la incapacidad de los guionistas para prolongar esa idea a lo largo de todo el metraje. Los mejores momentos de Siete Minutos se suceden durante las brevĆ­simas citas a ciegas, cuando los dos aspirantes a emparejarse disponen de tan escaso perĆ­odo de tiempo para conocerse. E, incluso, uno tiene la sensaciĆ³n de que esas escenas podrĆ­an dar mucho mĆ”s de sĆ­ de manos de otro cineasta.

Con un reparto repleto de rostros no precisamente mediĆ”ticos, la pelĆ­cula presenta como mayor acierto el trabajo de tres intĆ©rpretes que nos han ofrecido muchos trabajos de calidad Ćŗltimamente. RaĆŗl ArĆ©valo, Pilar Castro y Marta Etura capean como pueden el temporal provocado por ese flojo guiĆ³n, y se convierten en los motores de una pelĆ­cula que no ofrece mucho mĆ”s.

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Marta Etura es Nerea, una chica desesperada porque sus problemas de ansiedad le impiden encontrar novio. Etura estƔ realmente simpƔtica, tan eficiente como en Celda 211, Las Trece Rosas o La Vida de Nadie. Y es de alabar el mƩrito aƱadido de tener que encarnar a un personaje excesivo, que probablemente en manos de otra actriz hubiese resultado caricaturesco.

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Pilar Castro es otra de esas chicas que hace tiempo ha dejado de ser una eterna actriz revelaciĆ³n. Ella es Sonia, una pĆ©rfida soltera cuyas elevadas exigencias provocan su soledad. Y junto a ellas, destaca ese RaĆŗl ArĆ©valo al que tambiĆ©n podemos ver en Gordos (como a Pilar Castro), y que es probablemente, el mĆ”s versĆ”til de nuestros jĆ³venes actores.

Y no hay mucho mĆ”s que decir sobre Siete Minutos. Lo triste es que los defectos de la pelĆ­cula son precisamente aquĆ©llos que mĆ”s utilizan quienen no se cansan de atizar a nuestro cine: floja historia y esas escenas de sexo que, tristemente, hay que reconocer que parecen estar metidas con calzador…

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Gordos es el segundo largo de Daniel SĆ”nchez-ArĆ©valo, quien logrĆ³ un unĆ”nime reconocimiento con su anterior trabajo, la muy premiada Azuloscurocasinegro. Fue Ć©ste un proyecto muy llamativo desde su concepciĆ³n, cuando los medios especializados hablaban del trabajo de Antonio de la Torre, quien se preparaba para interpretar su papel engordando a conciencia…Pronto surgieron las comparaciones con el Robert DeNiro que modificaba su fĆ­sico dependiendo del volumen del personaje, aunque el bueno de Antonio se quedĆ³ muy lejos, no ya de DeNiro, sino de intĆ©rpretes mucho menos dotados. Y es que el Enrique que interpretĆ³ terminĆ³ siendo, en mi opiniĆ³n, lo peor de la pelĆ­cula, un personaje desatado, excesivo y guiƱolesco, alguien a quien nunca nos terminamos de creer.

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Y mira que Antonio de la Torre es buen actor, pero para este viaje no eran necesarias estas alforjas…Gordos es una pelĆ­cula tan correctita como lo era, en mi opiniĆ³n, Azuloscurocasinegro, dos historias que amagan pero no pegan, lastradas, de nuevo, por un guiĆ³n tremendamente irregular. Una vez mĆ”s, lo mejor es ese RaĆŗl ArĆ©valo capaz de hacernos reĆ­r en una historia que trata, sin conseguirlo, de reflejar el drama de quien no logra estar satisfecho con su aspecto fĆ­sico.

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Gordos podrĆ­a haber sido una mĆ”s que interesante pelĆ­cula, una aproximaciĆ³n a la llamada Ā«pandemia del siglo XXIĀ», que no cumple las expectativas por ese enfoque errĆ³neo del director que parece mĆ”s interesado en centrarse en los delirios y problemas mentales de un grupo de personas obesas que en el problema en si. Buena parte de los dramas que se nos cuentan nos parecen falsos, teatrales, asĆ­ como esa historia forzada del trĆ”gico destino del antiguo socio del personaje de Antonio de la Torre. Siempre se dice que un buen guiĆ³n no hay cineasta que lo estropee, y que uno malo no lo levanta ningĆŗn reputado director. Daniel SĆ”nchez ArĆ©valo sabe dirigir a sus actores, e impregna a la pelĆ­cula de un buen ritmo narrativo, pero su historia termina haciendo aguas, a pesar de unos intĆ©rpretes que parecen querer seguir con su Ć­mprobo trabajo, iniciado meses antes del rodaje cuando transformaron sus cuerpos a base de calorĆ­as e hidratos de carbono.

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Ni Siete Minutos ni Gordos son dos pelĆ­culas con las que nuestro cine pueda sacar pecho. Pero tampoco serĆ­a justo tacharlas de lo que no son: no son dos horribles pelĆ­culas ni dos producciones susceptibles de ser usadas como arma arrojadiza contra nuestra pequeƱa industria. Mentiras y Gordas sĆ­ lo era, aunque diese un montĆ³n de dinero. Celda 211 en cambio, llenĆ³ los bolsillos de los productores al tiempo que demostrĆ³ un talento enorme por parte de todos y cada uno de sus responsables. Ɖse es, en mi opiniĆ³n, el camino a seguir, aunque nadie diga que sea fĆ”cil…

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