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domingo, diciembre 1, 2024
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SIETE MINUTOS y GORDOS, este cine español nuestro…

Un poquito de cine español para el blog. Siete Minutos, de Daniela Féjerman, y Gordos, de Daniel Sánchez Arévalo son dos de las 120 películas españolas que se estrenaron en nuestros cines en el pasado 2009 (aunque, si fuésemos rigurosos, comprobaríamos que más de una de las 120 tuvo una difusión mínima, por lo que seguimos con uno de los perennes males de nuestro cine: se producen demasiadas películas…). Estamos ante dos producciones tipo de nuestra industria, de esas que reúnen características que podríamos encontrar en buena parte de esas producciones patrias. Y es que, efectivamente, son dos comedias (aunque la de Sánchez Arévalo destaca también por su fuerte componente dramático), carecen de un guión redondo (en Siete Minutos decir que el guión «no es redondo» es ser generoso…), y alternan buenas interpretaciones con otras no tan buenas. No hay que ser muy asiduo a las salas para comprobar que estas tres características son muy típicas de nuestro cine reciente. Y, desgraciadamente, también comparten un cuarto aspecto: no son buenas películas…

7 minutos (2009)

Daniela Féjerman se estrena como directora en solitario, después de haber compartido tareas con Inés París en Semen, Una Historia de Amor y A mi madre le gustan las mujeres, comedias supuestamente rompedoras que no lograron especial relevancia. Con Siete Minutos la tarea que comparte es la de guionista, esta vez con la Ministra de Cultura, Ángeles González Sinde. Sería muy injusto y demagógico acusar a la Ministra de torpe guionista, como parece que muchos se han empeñado, aunque no sé yo si en esas críticas habrá más intenciones políticas que meramente cinematográficas. Es cierto que sus últimos dos libretos no han sido buenos, ya que éste es flojo y el de Mentiras y Gordas directamente horrendo, pero ahí están cosas como Todos Estamos Invitados,Heroína, La Vida que te espera, Las Razones de mis Amigos o La Buena Estrella.

Pero, ciñendonos a Siete Minutos, justo es decir que Féjerman y González Sinde tratan de contarnos una historia coral sobre relaciones sentimentales que pronto deja de interesarnos. Partiendo de la reciente moda empleada por algún portal de contactos de organizar multi-citas entre sus clientes que no sobrepasen esos siete minutos a los que hace referencia el título, asistimos a varias historias de amor que las guionistas tratan de cruzar en la mejor tradición del cine coral que, por ejemplo, Robert Altman ofrecía en Vidas Cruzadas o Paul Haggis en Crash. Ni que decir tiene que sobran las comparaciones.

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Como en muchas otras ocasiones, la película parte de una premisa interesante que no cuaja por la incapacidad de los guionistas para prolongar esa idea a lo largo de todo el metraje. Los mejores momentos de Siete Minutos se suceden durante las brevísimas citas a ciegas, cuando los dos aspirantes a emparejarse disponen de tan escaso período de tiempo para conocerse. E, incluso, uno tiene la sensación de que esas escenas podrían dar mucho más de sí de manos de otro cineasta.

Con un reparto repleto de rostros no precisamente mediáticos, la película presenta como mayor acierto el trabajo de tres intérpretes que nos han ofrecido muchos trabajos de calidad últimamente. Raúl Arévalo, Pilar Castro y Marta Etura capean como pueden el temporal provocado por ese flojo guión, y se convierten en los motores de una película que no ofrece mucho más.

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Marta Etura es Nerea, una chica desesperada porque sus problemas de ansiedad le impiden encontrar novio. Etura está realmente simpática, tan eficiente como en Celda 211, Las Trece Rosas o La Vida de Nadie. Y es de alabar el mérito añadido de tener que encarnar a un personaje excesivo, que probablemente en manos de otra actriz hubiese resultado caricaturesco.

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Pilar Castro es otra de esas chicas que hace tiempo ha dejado de ser una eterna actriz revelación. Ella es Sonia, una pérfida soltera cuyas elevadas exigencias provocan su soledad. Y junto a ellas, destaca ese Raúl Arévalo al que también podemos ver en Gordos (como a Pilar Castro), y que es probablemente, el más versátil de nuestros jóvenes actores.

Y no hay mucho más que decir sobre Siete Minutos. Lo triste es que los defectos de la película son precisamente aquéllos que más utilizan quienen no se cansan de atizar a nuestro cine: floja historia y esas escenas de sexo que, tristemente, hay que reconocer que parecen estar metidas con calzador…

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Gordos es el segundo largo de Daniel Sánchez-Arévalo, quien logró un unánime reconocimiento con su anterior trabajo, la muy premiada Azuloscurocasinegro. Fue éste un proyecto muy llamativo desde su concepción, cuando los medios especializados hablaban del trabajo de Antonio de la Torre, quien se preparaba para interpretar su papel engordando a conciencia…Pronto surgieron las comparaciones con el Robert DeNiro que modificaba su físico dependiendo del volumen del personaje, aunque el bueno de Antonio se quedó muy lejos, no ya de DeNiro, sino de intérpretes mucho menos dotados. Y es que el Enrique que interpretó terminó siendo, en mi opinión, lo peor de la película, un personaje desatado, excesivo y guiñolesco, alguien a quien nunca nos terminamos de creer.

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Y mira que Antonio de la Torre es buen actor, pero para este viaje no eran necesarias estas alforjas…Gordos es una película tan correctita como lo era, en mi opinión, Azuloscurocasinegro, dos historias que amagan pero no pegan, lastradas, de nuevo, por un guión tremendamente irregular. Una vez más, lo mejor es ese Raúl Arévalo capaz de hacernos reír en una historia que trata, sin conseguirlo, de reflejar el drama de quien no logra estar satisfecho con su aspecto físico.

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Gordos podría haber sido una más que interesante película, una aproximación a la llamada «pandemia del siglo XXI», que no cumple las expectativas por ese enfoque erróneo del director que parece más interesado en centrarse en los delirios y problemas mentales de un grupo de personas obesas que en el problema en si. Buena parte de los dramas que se nos cuentan nos parecen falsos, teatrales, así como esa historia forzada del trágico destino del antiguo socio del personaje de Antonio de la Torre. Siempre se dice que un buen guión no hay cineasta que lo estropee, y que uno malo no lo levanta ningún reputado director. Daniel Sánchez Arévalo sabe dirigir a sus actores, e impregna a la película de un buen ritmo narrativo, pero su historia termina haciendo aguas, a pesar de unos intérpretes que parecen querer seguir con su ímprobo trabajo, iniciado meses antes del rodaje cuando transformaron sus cuerpos a base de calorías e hidratos de carbono.

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Ni Siete Minutos ni Gordos son dos películas con las que nuestro cine pueda sacar pecho. Pero tampoco sería justo tacharlas de lo que no son: no son dos horribles películas ni dos producciones susceptibles de ser usadas como arma arrojadiza contra nuestra pequeña industria. Mentiras y Gordas sí lo era, aunque diese un montón de dinero. Celda 211 en cambio, llenó los bolsillos de los productores al tiempo que demostró un talento enorme por parte de todos y cada uno de sus responsables. Ése es, en mi opinión, el camino a seguir, aunque nadie diga que sea fácil…

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