Crítica Spider-Man: No Way Home
Crítica de la película Spider-Man: No Way Home
Nunca habíamos visto a Spider-Man así.
Un salto adelante en la franquicia y el personaje que nos lleva a lugares nunca antes vistos en el género y alrededor de uno de los superhéroes más icónicos de la historia del cine. Todos sabemos que la llegada de Tom Holland como nuevo Peter Parker no terminó de gustar a todo el mundo. Su presencia en el Universo cinematográfico Marvel funcionó mejor para muchos que sus películas en solitario, con un tono muy juvenil. Muchos echaban de menos todavía al Spider-man de Sam Raimi e incluso al de Marc Webb, pese a que Holland es una magnífica encarnación tanto de Peter Parker como de Spider-Man, sus dos películas anteriores son grandes entretenimientos, y esta tercera entrega supone su consagración, elevando su personaje por encima de lo visto en Avengers: Infinity War, por ejemplo.
La aventura continua los hechos vistos en Spider-Man Lejos de Casa, con la revelación de la identidad secreta del superhéroe a través del Daily Bugle (o su versión de este mundo) y con los problemas que eso acarrea para su vida y la de su familia. Porque Peter siempre ha querido ser normal. Por eso intentará que todo el mundo olvide quién es, y lo hará a su manera, lo que provocará más problemas y la llegada de ciertos villanos del multiverso dispuestos a cazar al héroe. Contar más sería hacer SPOILER y no merece la pena. Lo mejor es hablar de la película sin estropearle la experiencia a toda la gente que va a acudir a verla. Se puede y se debe mantener, sobre todo cuando no se avisa, el misterio durante unos días.
La brillantez de No Way Home reside en un pequeño giro. Oiremos hablar de idas y venidas y de villanos importantes del pasado. Y de mil cosas más. Pero no reside ahí la auténtica magia de la película. Con un arranque en el fondo muy similar a lo que hemos visto en las películas anteriores de la saga, hay un giro dramático que es lo que añade peso a la historia. Lo que hace que el personaje dé el salto a la madurez. Lo que convierte la película en un viaje maravilloso para el espectador que lleva a este personaje a donde no había estado antes en esta nueva singladura. Y Holland sale airoso con honores. Es nuestro Spider-Man sin lugar a dudas.
A partir de ahí todas las piezas encajan mejor, el camino está más claro, las sorpresas mejor interpuestas y no sirven de adorno, aportan muchísimo, y los momentos de diálogos son incluso más importantes que las batallas. Los personajes tienen todos momentos para brillar e incluso la película permite a Jon Favreau disfrutar de un instante como actor que no había tenido en toda su participación anterior en Marvel. Marisa Tomei, Jamie Foxx, Alfred Molina… todos cumplen de sobra. Y el director, Jon Watts, decide que lo importante reside en los personajes, no en la acción (sin huir de espectaculares batallas, pero buscando de nuevo más el drama que la pirotecnia). Por todo ello la película funciona a las mil maravillas y se convierte en un punto y aparte para Holland, que ahora tiene múltiples posibilidades en torno al personaje. Una pequeña maravilla que es la mejor película de Spider-Man hasta la fecha.
Jesús Usero
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