El salto narrativo que necesitaba la saga. De las películas más entretenidas del año. Rian Johnson ha demostrado por qué era una apuesta segura para ponerse a los mandos de esta octava entrega de la saga y por qué en sus manos y con la nueva trilogía que va a preparar, el universo Star Wars está más que preparado para el futuro. Sí, me ha parecido mejor que el Episodio VII (que me sigue gustando y pareciendo una muy buena película) y también más que Rogue One (sobre todo porque tiene momentos muy épicos y emotivos, además de un mejor desarrollo de personajes). Aunque si se puede comparar la película con alguna de las dos, es con Rogue One, de la que hereda por momentos el tono bélico. Y los personajes que cabalgan por esa zona de grises, donde ni los buenos son tan buenos, ni los villanos tan malos. Básicamente el mundo real. Hay decisiones morales más que interesantes en Los Últimos Jedi, y hay mucha más miga de lo que aparenta. Y lo que empieza siendo como un homenaje a El Imperio Contraataca, gira pronto y cambia de dirección, acercándose no sólo a El Retorno del Jedi a veces como estructura, sino también a otras sagas de ciencia ficción como Battlestar Galactica, Mass Effect o similares. Aprovechando la space opera para contar una historia diferente.
También sirva esta crítica para hablar del tema candente de los últimos meses. A partir de un tráiler intentar descifrar todo lo que contiene la película. Elaborar teorías complejas, que se ajusten no a lo que nos van a contar, sino a lo que realmente esconde la película. Hablar de que el tráiler contenía spoilers, por ejemplo. Tratar de desgranar todas y cada una de las posibles salidas de la película, los giros, los cambios al Lados Oscuro o Luminoso de la Fuerza… Creedme, Johnson es mucho más listo que nosotros y lo tenían todo más que planeado. Sabían lo que hacían. Sabían lo que podían mostrar y lo que no, lo que llevaría a engaños y lo que haría que muchos se alzasen graznando para atacar a la película… No hay peligro. Nos han enseñado lo que han querido y como han querido, y todos aquellos que han pretendido adivinar el futuro con esta película… Bueno, se van a llevar más de una sorpresa. Otra cosa es que queramos que la película sea como nos la hemos montado en la cabeza, y eso sí que no puede ser. No vale ahora enfadarse porque la película no es como nosotros habíamos aventurado… Ni es justo ni es lógico. Para que entendáis el nivel, la clave está en los Porg. Ni son lo que nos habían vendido ni como los habían vendido. Es otra cosa que demuestra que Rian Johnson sabe perfectamente que el público no está para aguantar ni a los ewoks ni a Jar Jar Binks en estos momentos. Por eso funcionan y por eso funciona el resto de la película.
Navegar entre la trama sin hacer spoilers es complicado, porque a cada rato hay una revelación, un momento importante, una historia que descubrir. Un personaje nuevo u otro conocido que crece y se asienta en esta trilogía. Johnson aprovecha la estructura de trilogía sabiendo que está ante el nudo, el desarrollo y exposición de la historia, lo que le permite manejar con complejidad una trama más que interesante y unos personajes mucho más grises que en anteriores entregas. Entendamos grises como neutros en su moralidad. El viaje de Luke es la clave, la presencia de Rey y lo que aprendemos de ello. Un Luke mucho más complejo que lo visto anteriormente, más adulto, obviamente, pero también mucho más cínico… Un personaje maravilloso servido increíblemente por Mark Hamill, como su “hermana” hace en la pantalla, con Carrie Fisher dando vida a Leia una vez más, la última, por el triste fallecimiento de la actriz. Pero qué forma de irse por la puerta grande… El reparto está sensacional, y el guión permite a los personajes más “desaprovechados” en la anterior película, brillar. Finn sigue creciendo, pero quien realmente crece de forma impresionante es Poe Dameron, el personaje de Oscar Isaac, que encuentra por fin su papel en esta saga galáctica. Eso no evita que Rey siga siendo la dueña y señora de la franquicia, con varios momentos que se convierten en icónicos para la franquicia y que demuestran el acierto que fue colocarla al frente.
Lo mismo sirve para Hux, donde Domhall Gleeson tiene un par de instantes simplemente sensacionales, o para Kylo Ren, quien se convierte en mucho más de lo que era, jugando con el drama del personaje, con su alma torturada y plagada de remordimientos, pero también de ansias de poder. Dos de las nuevas incorporaciones, Laura Dern y Benicio del Toro, son dos personajes simplemente brillantes, compuestos en un par de momentos, que explican mucho sobre el mundo en el que nos movemos. Del Toro compone su personaje desde la voz y la forma de andar, Dern desde el cabello a la forma de pararse, homenaje a Galactica de por medio, de nuevo. Hay humor, mucho, pero no estropea los muchos momentos de épica, de erizarse el vello, de lo que ahora se llaman los “feels”, en una película que puede romper récords en ese sentido, con la mayor cantidad de feels por minuto de todo el año. Los giros pueden llegar a dejar sin aliento al espectador, que además se enfrenta a un espectáculo visual como pocos este año, con un despliegue que sin duda dejará un gran sabor de boca, y puede que incluso algún premio por el camino. La música de Williams siempre perfecta, acompaña esos momentos entre humor socarrón, épica, acción impresionante y cine bélico. La película hace lo más difícil, rompe las reglas narrativas de Star Wars, como se cuentan estas historias, y aprovecha el estilo de Rian Johnson (hay escenas que sólo podrían salir del director de Looper o Brick), lo que le otorga una nueva personalidad a la película y la franquicia (atención al uso del encuadre y el plano corto…). Johnson no se pierde dentro de la gran franquicia, sigue siendo una película inequívocamente suya (ese momento de Rey y el pozo…). El resultado final es una de las mejores películas de la saga, y uno de los mejores blockbusters de 2017. Nos quedamos deseando más tras un plano final que, como toda la película, es épico.
Jesús Usero
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