No hace mucho se produjo un anuncio por parte de Warner en el que se daba a conocer la noticia de que el equipo responsable de la actual franquicia cinematográfica de Batman, es decir, los hermanos Christopher y Jonathan Nolan y David S. Goyer, se implicarían (de una manera no especificada) en el nuevo intento de la compañía por hacer de Superman una exitosa y rentable saga cinematográfica. Más allá de la conveniencia de dicha decisión, celebrada por numerosos fans del personaje de DC (yo no las tengo todas conmigo pero profundizaré en párrafos posteriores sobre los motivos), lo que supone la misma es enterrar definitivamente la película de 2006 dirigida por Bryan Singer, aquel Superman Returns que nos devolvió al Hombre de Acero a la pantalla grande tras casi dos décadas de ausencia, y que se ha de conformar de esta forma con ser un eslabón perdido en la historia del personaje, un intento fallido por hacer de Superman esa baza segura que actualmente es Batman para Warner Bros.
Pongámonos en antecedentes. En 1987 se estrenó en los cines Superman VI; En Busca de la Paz, la última película estrenada sobre el famoso superhéroe hasta 2006. Aquella horrenda película supuso el cierre definitivo de la saga de películas que había iniciado Richard Donner con su excelente película de 1978. En aquel año todos creímos que un hombre podía volar, como rezaba el eslogan promocional en los pósters en los que podíamos ver al añorado Christopher Reeve. El Superman de Donner fue un absoluto éxito de crítica, y, sobre todo, de público, y puede ser considerada como la precursora del cine de superhéroes de calidad, la que abrió la puerta a que a finales de los 80 Warner se decidiese a invertir importantes cantidades de dólares en llevar a Batman al cine. El Superman de 1978 tuvo una secuela igualmente disfrutable, aunque Donner fuese sustituído por su tocayo Richard Lester (con motivo del lanzamiento en dvd de Superman Returns en 2006 tuvimos la oportunidad de ver el montaje de Superman II que Donner había pensado antes de ser despedido, y comprobamos que las mínimas diferencias no afectaban al buen resultado que vimos en los cines en 1980, cuando se estrenó la versión de Lester), y la cosa se empezó a torcer en 1983, cuando se estrenó una flojísima tercera película, también con Lester como director. Finalmente, en 1987, tuvimos una cuarta película para cuya producción Warner se alió con la nefasta compañía Golan-Globus, responsable de importantes bodrios en los 80 y 90, todos ellos impregnados de un toque de cutre serie B y protagonizados por cachas habituales del cine de acción de la época, como Chuck Norris, Michael Dudikoff o el mismísimo Sylvester Stallone. Superman IV resultó ser una vomitiva película que llevó al personaje al olvido cinematográfico.
La trayectoria del personaje de DC Cómics en el cine se repitió exactamente en la década de los 90 con su buen amigo Batman. Tim Burton había triunfado con dos soberbias películas, y en 1995 la cosa se torció cuando se apartó de la dirección y se situó como productor de Joel Schumacher, responsable de Batman Forever, que amasó una buena taquilla y permitió que aquel bodrio llamado Batman & Robin fuese perpetrado. De esta forma, Superman y Batman, los dos iconos de DC y grandes apuestas en Warner para contar con rentables franquicias en el cine, habían visto truncadas sus carreras cinematográficas por culpa de dos películas indignas de su grandeza. Chris Nolan llegó en 2005 para salvar al murciélago. Bryan Singer trató de hacer lo mismo con el Súper. No pudo ser…
Superman Returns supuso un acontecimiento desde el mismo momento en el que fue concebida. Los fans celebraron el fichaje de Bryan Singer, quien venía de adaptar al cine de manera soberbia las aventuras de los X-Men de Marvel, y que se traía de la mano a su buen amigo Kevin Spacey para interpretar a Lex Luthor. Pero Singer era además uno de esos cineastas predilectos en Hollywood, de los considerados capaces de lograr buenos resultados en taquilla y críticas más que decentes. Era joven, había triunfado con su segunda película, Sospechosos Habituales (ganadora de los Óscars al mejor guión original y al mejor actor de reparto para Spacey en 1996), y se había mostrado, desde su confirmación como director, especialmente respetuoso con las películas de Richard Donner y Richard Lester, afirmando que la nueva continuaría la historia que la tercera y cuarta películas habían destrozado. Y semejante declaración de intenciones fue acogida con entusiasmo por una comunidad de fanáticos que habían despreciado, como no podía ser de otra manera, aquellos dos espantos. Se confirmó a Kate Bosworth como Lois Lane. La elección de Brandon Routh como encargado de ponerse el traje de Supermán también fue acogida con respeto y expectación, a pesar de tratarse de un absoluto desconocido.
El rodaje comenzó en abril de 2005, y en Warner se encargaron de blindarlo todo para que la expectación fuese máxima hasta el momento del estreno. Bryan Singer abrió un diario on-line en el que iba expresando sus sensaciones sobre el rodaje, y que servía de aperitivo para todos a quienes se les ponían los dientes largos. Estábamos ante una de las películas más esperadas en mucho tiempo, el regreso a la pantalla grande de un icono, de un personaje mitológico, que había estado presente en los sueños y las fantasías de millones de espectadores, que habían conocido sus aventuras en las viñetas, o a través de las películas protagonizadas por Christopher Reeve. Y para atraer la atención de todos, se hablaba desde el estudio de cierta conexión entre la película y la serie de televisión Smallville, que relataba las andanzas de un Clark Kent adolescente, y que había acercado al personaje a una nueva generación de espectadores.
Durante ese mes de abril de 2005 fue publicada la primera foto de Brandon Routh como Superman. El traje era algo más oscuro que el que había lucido Reeve, pero el desconocido actor lo portaba a la perfección. La pose era la de un héroe firme y decidido, casi desafiante, una manera de dejar claro que el Hombre de Acero había vuelto. No tardamos en ver a Kevin Spacey como Luthor, con esa alopecia carismática. La cosa, realmente, pintaba bien…
Pasaron los meses, y llegaron los tráilers. El primero pudo ser visto (y disfrutado) en los cines con las copias de Harry Potter y El Cáliz de Fuego. Se trataba de un teaser de apenas 90 segundos de duración que adelantaba algunas imágenes de la película y confirmaba dos excelentes noticias: se respetaba y mantenía el tema original del maestro Johhn Williams, arreglado por John Ottman, y se contaba con la voz y la imagen de Marlon Brando, encargado de interpretar a Jor-El, el padre de Superman, en aquellas dos primeras películas. El tráiler, para quienes crecimos con el Superman de Christopher Reeve, era sencillamente antológico. Yo, que contaba con dos años cuando se estrenó la primera película, pero que había disfrutado de sesiones caseras interminables gracias a los viejos vídeos VHS, no pude evitar derramar una lágrima cuando disfruté en el cine de aquel adelanto. Tras los logos de Warner, Legendary Pictures y DC, la voz de Brando (aquí convenientemente doblada), pronunciaba unas emocionantes palabras: “Aunque te has criado como un ser humano, no eres uno de ellos..” Tras un plano de un joven Clark a punto de estrellarse contra el suelo antes de flotar en el aire, vemos una imagen de un buzón de correos típico de las casas americanas, con el nombre de “Kent”, mientras los acordes de la majestuosa música vuelven a resonar en nuestros oídos, aunque no el leit-motiv que John Williams había compuesto y que servía para acompañar a los créditos en las primeras películas, sino aquel tema introductorio titulado The Final Journey, tan emocionante como bonito. Diversas imágenes de la película acompañaban a las siguientes palabras de Jor-El: “Podrían ser seres excepcionales Kal-El, es lo que anhelan, pero les falta una luz que les ilumine en el camino, por esta razón, a pesar de su capacidad para hacer el bien, les he enviado a mi único hijo…”
Ignoro la razón por la cual, en mi caso, sólo el cine es capaz de conmoverme de esta manera. Ni la música, ni la literatura, ni ninguna otra expresión artística pueden hacerme sentir cosas como las que sentí aquella tarde de noviembre de 2005 cuando vi en el cine ese primer tráiler de Superman Returns. Tópicos como “se me puso la piel de gallina” o “me quedé sin respirar ni pestañear” pueden parecer ñoños, pero tampoco voy a maquillar en este blog las sensaciones que el cine me produce. Llegué a casa y busqué como un loco el tráiler por Internet, y aún hoy lo veo de vez en cuando.
Superman Returns se estrenó en los Estados Unidos el 28 de junio de 2006. Pronto llegaron las primeras opiniones, no precisamente entusiastas. En los foros y páginas dedicadas al personaje se intuía una satisfacción contenida, algo semejante a lo ocurrido con el Episodio I de Star Wars: la película casi había gustado más por la expectación y el personaje protagonista, que por las propias virtudes de la misma. Y cuando te ibas a opiniones más “objetivas”, lejos de las hordas de fans de los cómics en general y de DC en particular, la cosa aún era peor: la película no había gustado, o, sencillamente, palidecía en comparación a la de 1978.
Yo la vi el 12 de julio de aquel 2006, es decir, y como no podía ser de otro modo, el día del estreno en España. Era un día de verano caluroso, de esos que te hacen disfrutar aún más los blockbusters, desde que Spielberg inaugurase el concepto de taquillazo veraniego con Tiburón, en 1975. Fue uno de esos días que alguien como yo recuerda siempre, una de esas citas ineludibles para un cinéfilo como yo, que no reniega de los mitos de la cultura popular, y menos aún si te han hecho disfrutar en tu infancia. Me ocurrió con Batman Begins y El Caballero Oscuro, con la cuarta de Indy, con las tres entregas de la nueva trilogía de Star Wars, con la de El Señor de los Anillos, y, por supuesto, me ocurrió también con Superman Returns. Son días que recuerdas a la perfección, sin lagunas, porque los tienes marcados en el calendario.
Pronto comprendí los motivos de la tibia acogida que la película había tenido. Brandon Routh estaba bien, aunque cualquiera saldría perjudicado en la comparación con Christopher Reeve. También salían indemnes Kevin Spacey y Kate Bosworth, y Frank Langella se revelaba como un estupendo Perry White. La dirección de Singer era la esperada: hábil en la narración, con escenas impactantes y los inevitables y espectaculares efectos visuales. Pero había un serio problema, un caballo de batalla que todo cineasta ha de dominar. El guión no era bueno, o al menos no el más adecuado para reemprender una carrera cinematográfica con el personaje. Singer, y sus guionistas Michael Dougherty y Dan Harris se habían equivocado. La película se había gestado bajo unos parámetros lastimosamente nefastos, aunque sólo pudimos percibirlo una vez vista. Y es que tanta fidelidad al Superman de 1978 terminó por perjudicar al Superman de 2006.
Efectivamente, el regreso de Kal-El a la pantalla grande estuvo demasiado condicionado por la supuesta necesidad de no defraudar a quienes tenían a la película de Richard Donner como el santo grial de las películas de Superman. Bryan Singer y los suyos intentaron algo que, visto hoy, se antojaba imposible de comprender y asumir. ¿Cómo continuar una historia que había sido contada en 1980? ¿Cómo pasar de Christopher Reeve a Brandon Routh? ¿de Margot Kidder a Kate Bosworth? ¿de Gene Hackman a Kevin Spacey? ¿Era factible que el público aceptase que la trama se trasladaba 25 años en el tiempo? ¿Estábamos realmente ante una secuela? Esas preguntas tenían difíciles respuestas. Es cierto que quienes ansiábamos volver a ver volar a Superman en el cine nos cegamos por lo ambicioso del proyecto y lo atractivo que resultaban aquellos nombres en los equipos técnico y artístico. Pero cuando terminó la película, yo lo tuve claro: Superman hubiese merecido un reseteo, un nuevo comienzo, semejante al que tuvo Batman de la mano de Chis Nolan, quien se olvidó por completo hasta de las buenísimas películas de Tim Burton.
De hecho, en mi opinión, lo más destacable de Superman Returns fueron, entre otras, las escenas en las que brevemente se nos resumía la infancia de Clark, cuando le vemos dando gigantescos saltos entre los maizales. Si Singer se hubiese decantado por un nuevo comienzo, podríamos estar hablando de una franquicia absolutamente potente y rentable, y probablemente hubiésemos disfrutado ya de una segunda película.
Finalmente Returns terminó siendo una especie de “remake encubierto” del Superman de 1978. La mítica escena del helicóptero tenía ahora la réplica en una espectacular escena similar en la que Superman evita que un transbordador se estrelle, salvando de paso la vida de Lois, quien viajaba en él. Parker Posey asumía ahora el papel de Kitty, un rol semejante al de la Srta. Teschmacher encarnada por Valerie Perrine antes. Sólo faltaba el Otis de turno, el patán secuaz de Luthor encarnado por Ned Beatty, que no tuvo continuidad. Y la trama resultó ser tristemente parecida, con un Luthor obsesionado con modificar el mapa mundial a través de una serie de catástrofes que le permitirían dominar el mundo…Todo, absolutamente todo remitía a lo que ya habíamos visto, y a lo que tanto nos había hecho disfrutar.
Y con semejante carga en la mochila, Returns nunca terminó de despegar. El guión, siempre pendiente de lo ya visto, de lo ya conocido, no satisfizo a quienes veneraban a Cristopher Reeve y querían ver nuevas aventuras de Superman. Es cierto que se incluyó toda aquella trama del hijo de Lois, pero…resultó insuficiente. La película no había respondido a las expectativas, pero en absoluto era una mala película. Tenía cosas buenas, no ya como mero entretenimiento superheroico, sino, incluso, como película de Superman.
Como he dicho antes, las escenas del joven Clark resultaban tan espectaculares como emotivas, por no hablar de la citada escena del transbordador, todo un derroche de tecnología y efectos visuales de primer nivel que además nos permitió comprobar la competencia de Brandon Routh en el papel. Como no podía ser de otra manera, la película era un espectáculo visual de primer orden, y lograba además conquistar el corazón de quienes nos emocionamos con el vuelo de Christopher Reeve y Margot Kidder, con una preciosa escena de Routh y Bosworth en la azotea del Daily Planet. Frank Langella estaba genial como el hilarante Perry White, y yo particularmente disfruté con momentos tan divertidos e icónicos como la discusión en el despacho de White acerca de las fotos tomadas por el fotógrafo del Planet, en el que se preguntan aquello de ¿…es un pájaro? ¿…es un avión…?
Pero claro, nos supo a poco. Lo peor fue sin duda, la sensación de que la película había fallado exactamente en donde menos se lo propuso. Quiso ser tan respetuosa con la anterior que lo único que logró fue que todos situásemos a la nueva peli a la sombra de aquélla que con veneración respetaba. Esa sensación se resumía en que, para hacer eso, ya teníamos a Reeve, y a Donner, y a Brando, y a Kidder, y hasta a Lester. Ellos habían empezado de cero a finales de los 70, su ciclo había terminado (de manera nefasta, cierto), y ahora tocaba volver a empezar. Bryan Singer apostó por otra cosa, y le salió mal, no desde un punto de vista artístico, sino desde un punto de vista basado en la eficacia, y, sobre todo, en la rentabilidad.
Superman Returs recaudó en los Estados Unidos 200 millones de dólares, y 391 en todo el mundo. Había costado 270, por lo que el balance no fue del todo satisfactorio. Batman Begins, por ejemplo, recaudó 372 millones de dólares en todo el mundo, pero había costado bastante menos que Returns: 150 millones.
Por tanto, sin ser un fracaso absoluto, en Warner empezaron a surgir las lógicas dudas. En principio parecía que Singer seguía con la confianza del estudio, y se empezó a hablar de la posibilidad de una segunda película titulada The Man of Steel (siguiendo la senda de la franquicia de Batman, que había titulado su segunda cinta como The Dark Knight). Pero el proyecto no cuajó, hasta que se confirmó que otros serían los responsables de intentarlo de nuevo. A finales de 2008 el guionista de cómics Mark Millar afirmó manejar un ambicioso proyecto en forma de trilogía, comparando la historia que tenía en mente con la que Mario Puzo (guionista del Superman de 1978) había desarrollado en El Padrino. Se trataba, según Millar, de la historia definitiva sobre el personaje, que arrancaría con su llegada a La Tierra y culminaría con Superman como único resquicio de la humanidad, en tres películas mastodónticas que finalmente no verán la luz.
En Warner, finalmente, decidieron apostar sobre seguro. Christopher Nolan está en la actualidad en una posición de fuerza que le permite decidir sobre cualquier aspecto y proyecto. Los encorbatados ejecutivos parecen estar seguros de que el tipo que reflotó la franquicia de Batman hasta límites que ni los más optimistas soñaban, podrá devolver a Superman al cine con la misma solvencia. Los hermanos Nolan y David S. Goyer son muy capaces, pero yo dudo que el enfoque acertadísimo que han dado al Caballero Oscuro se adapte a Superman. El murciélago de los Nolan y Goyer está fuertemente marcado por un sesgo de realismo que difícilmente se adaptaría al Hombre de Acero. Superman es un superhéroe, que vuela, lanza rayos X por los ojos y posee varios superpoderes más. Batman es un tipo que se ha preparado a conciencia, que es multimillonario y seductor, pero que puede pasar perfectamente como el héroe urbano que el talentoso Chris Nolan nos ha ofrecido. Superman es otra cosa, muy distinta a Batman, aunque hayan coincidido en tantas y tantas viñetas…
El tiempo dirá si la decisión es acertada. Yo quiero recordar Superman Returns como la película que me hizo creer de nuevo que un hombre podía volar. Y, lo que es más importante, como la película que me hizo marcar una fecha en el calendario, una fecha en la que Kal-El surcó de nuevo los cielos para hacerme soñar con toda la fantasía que los visionarios Jerry Siegel y Joel Schuster desplegaron en las páginas de aquel Action Comics nº 1 de junio de 1938, ese cómic que acaba de ser vendido en una subasta por un millón y medio de dólares.
Seguiré expectante la evolución de los acontecimientos, porque Superman se merece una nueva oportunidad. Returns no triunfó, pero no era tan mala. Y ahí la tendremos, para recordarla como un entrañable homenaje al Superman que todos tendremos siempre en la memoria…