Crítica de la película Terminator Génesis
Terminator Génesis: un buen retorno, más cerca de las de Cameron que la 4 y mejor que la 3.
Eficaz y competente. Respetuosa con las dos primeras películas de la saga dirigida por James Cameron. Con un Schwarzenegger que sabe sacarle jugo a su propia imagen y a su situación actual como retornado al cine en fase de recuperación del estrellato y regreso a sus personajes de mayor éxito, con una Sarah Connor que está a la altura de las circunstancias y a la que Emilia Clarke, de notable parecido físico con Linda Hamilton, le proporciona al mismo tiempo un buen ejercicio de continuidad con su antecedente de la fase Cameron de la saga y una personalidad propia. Esa es la parte buena, junto con un buen ritmo que la convierte en una buena opción de cine de entretenimiento y evasión. Es capaz además de sembrar todo su recorrido de guiños que hacen homenaje a Terminator y Terminator 2: el juicio final. De hecho, si tuviera que definirla, diría que es una especie de pacto entre ambas películas, no tanto una mezcla, sino exactamente eso: un pacto. Juega con el tono y el despliegue visual de la segunda, rodada en un momento en que Cameron contaba ya con respaldo económico suficiente para mostrar en la pantalla todo aquello que había querido mostrar en la primera, pero al mismo tiempo intenta transmitirle al conjunto del relato un tono similar al que tuvo la primera y más modesta entrega, que para quien esto escribe sigue siendo, cinematográficamente hablando, la mejor de la saga. Lamentablemente en este segundo aspecto, lo rendir cierto homenaje intentando seguir la pista de la primera, es donde falla algo más, porque, y esa es la clave de la sensación agridulce que nos deja este Terminator Génesis, la sorpresa está perdida, la novedad ya no es tal, y aunque no caiga en la repetición aberrante y poco original, lo cierto es que este largometraje padece lo mismo que viene padeciendo todo proyecto que intenta sacar partido de un éxito precedente: en lugar de explorar nuevos aspectos de la historia original, prefiere repetir esa historia original, y cae así antes presa del remake que de la verdadera refundación del relato base. Pongo un ejemplo para que quede más claro: lo que aquí en Terminator Génesis han querido hacer es lo mismo que hizo J.J. Abrams en su reboot de Star Trek, y además con la misma herramienta argumental: viajes en el tiempo. No digo más para no hacer spoiler, que bastante atacada ha sido ya Terminator Génesis por el exceso de información visual y argumental vertido en sus trailers y elementos promocionales como para que venga yo ahora aquí a contar más cosas. Tal y como comentamos Usero y yo en el videocomentario sobre la película que se ha subido a esta misma página a finales de la pasada semana, el peor enemigo de Terminator Génesis ha sido ese excesivo despliegue promocional que ha desnudado completamente de sorpresas el largometraje reventando todos los giros interesantes salvo uno, que por supuesto yo no voy a aclarar ahora aquí, pero en el momento en que se estrene el largometraje será seguramente puntualmente reventado y difundido a los cuatro vientos por los adictos a destripar películas en las redes sociales. Volviendo a la comparativa con la dos película de Star Trek de J.J. Abrams, Terminator Génesis no consigue la misma capacidad para reinventar la mitología y el universo con el que trabaja que consiguieron aquellas, y la clave de ello es que carece totalmente de personalidad propia, de elementos realmente potentes y personales e intransferibles que pudieran defender “su” versión de las cosas. Además, por si eso fuera poco, renuncia a explorar e inventar aspectos propios de ese universo, cosa que sí hacía Abrams en las de Star Trek, y prefiere rendir un excesivo tributo a los precedentes de Cameron. Esa naturaleza de “Cameronadicta” cierra todos los caminos para desarrollarse en plenitud e independencia que necesita para brillar por su cuenta tal y como han brillado plenamente los dos largometrajes de Star Trek dirigidos por Abrams frente a su nutrida colección de precedentes televisivos y cinematográficos, y eso a pesar de que ésta es mucho más nutrida que los antecedentes con los que tiene que lidiar Terminator Génesis. Pongo algunos ejemplos concretos para que quede más claro a qué me refiero. 1: Entre el Kyle Reese de Jay Courtney y la Sarah Connor de Emilia Clarke hay química, pero no llega a desarrollarse plenamente por el camino que debería: guerra de sexos, comedia de diálogo galopante, dimes y diretes, enredo… Lo de estos dos en la película debería haber sido una variante de La fierecilla domada de William Shakespeare, que no en vano en el original es La doma de la furia. La historia original de lo Kyle y Sara en la versión Cameron era una tragedia romántica, un drama en toda regla. Terminator Génesis podría haber explotado ese giro a la comedia que habría encajado además a la perfección con el trabajo que hace Schwarzenegger en toda la película, sin por ello perder la parte más seria de todo el asunto. Ese tono de sarcasmo lo aplicó muy bien J.J. Abrams al personaje de Kirk interpretado por Chris Pine en Star Trek y le funcionó a la perfección. De manera que no estoy inventando nada. Es una estrategia de eficacia probada. Por cierto, canta mucho esa bajada de pantalones por intento de ganar el mayor número de espectadores posibles sometiéndose a las exigencias de la calificación por edades a base de disfrazar la componente sexual entre ambos personajes. La sombra en la pared de ella es un intento torpe y tópico de fabricar un sucedáneo del sexo sin sexo que define muy bien la sociedad de pichaflojas asustadizos en que se está convirtiendo nuestro mundo occidental. El otro problema está en el personaje de John Connor, que me temo ha caído víctima de lo que podríamos denominar “Síndrome Annakin”, por el Annakin Skywalker de los episodios 1, 2 y 3 de Star Wars. El error es el mismo: es alarmante la superficialidad estulta, simplona y puritana con la que trata el cine norteamericano de evasión conceptos tan serios y argumentalmente jugosos como el bien, el mal y el encuentro del hombre con esa especie de paradigma de la bíblica fruta prohibida del jardín del Edén que es la tecnología. No duden ni por un momento que toda película que simplifica y aplica visiones y conclusiones maniqueas, estereotipadas y estrechas de miras al sexo, el amor, la moral y la muerte, es floja. Podrá ser más o menos hábil para salir adelante como espectáculo de evasión y entretenimiento, como de hecho ocurre con Terminator Génesis, que como ya he dicho funciona muy bien en esa clave de pasarratos entretenido, pero sentiremos siempre que le falta algo, que no llega a donde podría haber llegado, que le falta fuelle, empuje, que no alcanza del todo la épica de sus precedentes. Sumen eso a lo que podríamos calificar como una tendencia a ser excesivamente complaciente y tributaria de las dos primeras película de James Cameron y una reticencia a arriesgarse por otros caminos y comprenderán por qué pienso que Terminator Génesis es una buena película, pero en definitiva vuelve a contarnos otra vez la misma historia… Y además tiene el peor final de toda la saga de Terminator, en cine y televisión.
Miguel Juan Payán
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