Andrew Mogel y Jarrad Paul montan esta pelรญcula para que Jack Black se luzca. Con ello, el intรฉrprete de King Kong pretende demostrar que tambiรฉn es capaz de salir adelante en las costuras de un hombre reprimido.
Ni los tintes caprianos de una historia son capaces de apagar el triunfalismo de un cรณmico con ganas de hacer ruido. Jack Black ha erigido su carrera a base de tics y gestos mรกs o menos estridentes, al tiempo que saca partido mediรกtico de su oronda figura. Y asรญ lo vuelve a exteriorizar en este filme, que bien podrรญa haberse quedado en una reflexiรณn romรกntica sobre homosexualidad latente, encerrada en el armario de las convenciones sociales.
El humorista de Escuela de Rock da vida en la cinta a un taimado agente de negocios a pequeรฑa escala llamado Dan Landsman que, para mayor gloria de su rutina, trabaja como voluntario en el comitรฉ fiestero para rememorar la promociรณn de 1994 (a la que el pertenece). Sin embargo, ninguno de sus antiguos colegas de instituto parece decidido a reencontrarse con el resto de la clase. Desesperado, el hombre ve un dรญa en la televisiรณn un anuncio de crema solar protagonizado por Oliver Lawless: uno de los estudiantes que compartiรณ el bachillerato con Dan. Loco por atraer a sus otrora camaradas de pupitre, D Train viaja a Los รngeles para convencer a Oliver de que asista a conmemorar los veinte aรฑos de su graduaciรณn. Todo parece ir sobre ruedas cuando ambos quedan en la ciudad de la Meca del Cine, pero el asunto se complica tras una noche de drogas y alcohol.
Este argumento sustenta una movie en la que los momentos de humor o de simple chascarrillo brillan por su ausencia, y donde prima el histrionismo de Black.
El D Train del tรญtulo se percibe en la pantalla como un individuo bastante atacado por sus obsesiones con el pasado adolescente, al que se le viene encima un periodo de indefiniciรณn sexual pese a estar casado y con dos hijos. Sin embargo, tales elementos quedan amortiguados por un guion bastante rutinario, incapaz de crear un ambiente adecuado en el que las situaciones gocen de la necesaria fuerza escรฉnica.
Por su parte, James Marsden anda algo desorientado en la piel de Oliver Lawless. El protagonista de X-Men se deja querer por la cรกmara e intenta adoptar una pose convincente, pero su personaje estรก solo esbozado; y la รบnica cosa que realmente funciona en รฉl es el sentimiento de fracaso que marca su currรญculo profesional.
No obstante, e independiente de los obstรกculos para lubricar el engranaje de esta supuesta comedia generacional, Mogel y Paul naufragan sin ningรบn gรฉnero de duda en la elecciรณn del casting. Los directores juntan a intรฉrpretes de edades demasiado dispares (al menos desde el punto de vista fรญsico) para que compartieran aรฑo de graduaciรณn. Una de dos: o las cremas antiarrugas no han hecho el mismo efecto en todos los rostros, o lo de repetir curso era norma en el instituto al que asistรญa Dan Landsman.
Jesรบs Martรญn
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