Crítica de la película Toy Story 4
La franquicia no afloja y sigue siendo muy entretenida a pesar de llevar 4 entregas.
Detalle a tener muy en cuenta es que después de tres películas anteriores, la tercera de las cuales fue especialmente buena y entró a saco en temas peliagudos, como la muerte, incorporando uno de los momentos más maduros y sólidos de toda la franquicia, llegue esta cuarta película y sigua funcionando muy bien en todas las características que definen a la franquicia.
Otro detalle curioso es como, lejos de pretender batir récord o emular lo ya hecho en la tercera entrega -trampa en la que sí cayó, por ejemplo, la secuela de Rompe Ralph-, Toy Story 4 se empeñe en desarrollar su propia personalidad sin sentirse condicionada por los tres largometrajes anteriores, y manteniendo una fórmula en lo esencial muy similar, encuentre nuevas propuestas de conflicto, aventuras, dilemas y personajes que proponer al espectador.
Solo un ejemplo: con qué inteligencia se incorpora un tema musical que recuerda El resplandor de Kubrick en el momento en que aparece el personaje de Gabby Gabby y su amigo. O la manera en que incorporan al personaje de Forky y lo que aporta a la trama y al grupo de juguetes protagonistas de las películas anteriores.
Son solo dos ejemplos que demuestran que, lejos de acomodarse o dejarse arrastrar a la sobrexplotación gratuita, sin fundamento narrativo, los artífices de Toy Story 4 siguen buscando argumento y personajes renovados con la pasión y el interés por ampliar el universo de los juguetes como si acabaran de crearlo para la primera película. Que el personaje de Woody no se desgaste, y al mismo tiempo sepan administrar cuidadosamente la presencia del resto de sus compañeros juguetes en el relato porque ellos sí podrían ser victimas de la repetición y el agotamiento, es una sabia maniobra. Pero más significativo aún me parece el trabajo de reinvención del personaje de Bo Peep, la pastorcilla de la lámpara y sus ovejas, que de repente se convierte junto con Gabby Gabby en la gran sorpresa de la película.
Porque, y eso es también muy bueno, Toy Story, en este cuarto viaje, retiene su capacidad para sorprender en muchos de sus momentos. Y eso con tres películas anteriores tiene mucho mérito.
Posiblemente todo esto se debe simplemente a que los responsables de la saga y los artífices de esta cuarta entrega aciertan al plantear el progreso de la franquicia en relación al propio crecimiento de los espectadores que la descubrieron, ya fuera en su infancia, en su adolescencia o en la edad adulta, hace años en la primera entrega. El mérito de Toy Story 4 radica en su capacidad para reinventar las claves que la definen una y otra vez. Y aunque todo indica en el argumento de esta cuarta entrega que es una especie de cierre de ciclo, lo mejor es que cuando acaba la película y tras sus escenas postcréditos -por cierto, ojo a los personajes de Bunny y Duckie, tienen el chiste que arranca más carcajadas y suficiente materia prima para protagonizar su propia película o serie-, te queda la saludable sensación de querer ver ya una quinta entrega, en la que no tenemos la menor idea de lo que puede suceder.
Toy Story 4 es todo un máster sobre cómo administrar una franquicia para que no se desgaste.
Muy buena.
Miguel Juan Payán
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