El género fantásticoterrorífico español ha sido desde sus inicios víctima de todo tipo de críticas y agravios, de dificultades y de prejuicios tanto por la crítica y la propia industria como por el público que ha frecuentado el menosprecio a este tipo de cine.
Autores como Paul Naschy y Jesús Franco pueden considerarse los precursores en este campo. Los arranques fueron especialmente complejos y los citados realizadores, junto a muchos otros, tuvieron que hacer frente en las décadas del desarrollismo franquista a los escollos y ahogos propios de la temida censura.
La cosa no fue a mejor tras la codiciada liberación del yugo de la dictadura. En la década de los ochenta, directores como Juan Piquer Simón hicieron lo que bien pudieron e intentaron disfrazar la escasez de medios alarmante de la época imitando el standard visual norteamericano y con concesiones al estilo europeo, como puede ser la escuela italiana del giallo.
Los primeros noventa fueron especialmente negros para el género terrorífico. Sin embargo, a finales de la década se dieron una serie de “catastróficas desdichas” que actuaron de flotador para el casi finiquitado terror castellano.
Por un lado, hacía su aparición Alejandro Amenábar, que con su ópera prima, la estupenda Tesis y sus dos siguientes obras, Abre los Ojos y Los Otros, atavió de gloria y fama a un género que salvo alguna honrosa excepción jamás había disfrutado de ella.
Por otro lado, la fotocopia al modelo norteamericano se concentró en el género del slasher, quizás a raíz del revival yankee verbigracia de filmes como Scream. Así, cintas como Tuno Negro, El arte de morir o School Killer vendieron su alma al diablo y se prostituyeron artísticamente con el fin de obtener unos decentes datos de taquilla.
Sin embargo, un aura de esperanza pareció surgir con la puesta en marcha de la Fantastic Factory, filial de la distribuidora de Julio Fernández, la Filmax. Esta productora estableció como objetivo prioritario la producción de peliculas de terror de bajo presupuesto dentro de nuestras fronteras con vistas a ser distribuidas al mercado internacional. Como capitán del barco se escogió Brian Yuzna, otrora respetado realizador de perlas de la serie B ochentera, como Re-Animator o Re- Sonator.
La Fantastic Factory, en sus apenas cinco años de vida, fue quien de ofrecer a las plateas un total de nueve filmes de desigual calidad y fortuna. La productora ofreció el timón a viejas glorias de los ochenta como el citado Yuzna o Jack Sholder y Stuart Gordon, pero también sirvió de escuela para realizadores españoles como Jaume Balagueró o Paco Plaza.
La figura de Jaume Balagueró es digna de un pequeño análisis pormenorizado. Este joven realizador ha estado desde sus inicios ligado tanto a la productora Filmax, como a la Fantastic Factory y al director Paco Plaza. La obra inaugural de su filmografía fue Los sin nombre, de marcada factura de serie B, que sin contar con un cast de relumbrón, obtuvo notable reconocimiento en diversos festivales de índole fantástica.
Con su siguiente proyecto consiguió para la Fantastic Factory el mayor éxito de su corta existencia, a saber: Darkness, una cinta con pronunciado aroma nortamericano, amén de su factura y de un cast internacional de manos de la oscarizada Anna Paquin y Lena Onin. La cinta obtuvo una excelente recaudación en España, así como en otros países europeos como Italia y Francia. Pero lo más destacable fue el beneplácito de la audiencia estadounidense. Distribuida por la célebre Dimension Films, Darkness recaudó sólo en Estados Unidos más del doble de su presupuesto, y llamó la atención de la crítica especializada.
El siguiente paso en la fulgurante carrera del realizador catalán fue Frágiles. La cinta fue producida por Filmax, aunque ya no bajo el mecenazgo de la Fantastic Factory (quizás como método de protección, ya que en este momento la productora terrorífica comenzaba a encadenar fracaso tras fracaso, y su desvinculación podía ayudarla a no obtener los prejuicios con los que de raíz ya partía por pertenecer a ella).
De nuevo Balagueró echó mano de un cast foráneo (a excepción de una Elena Anaya que se defendió la mar de bien con el inglés) y consistente, con una Calista Flockhart cuyo rol dejó bien claro que era perfectamente válida para papeles que se apartaran del histrionismo de Ally McBeal. Otra vez más la factura era intachablemente solvente y se alejaba de la pronunciada esencia a serie B prototípica de la Fantastic Factory, y si bien el guión era en sí un tanto déja vu, lo cierto es que Frágiles es una cinta de terror que destaca de entre las miles de propuestas que inundan las carteleras debido a su depurado estilo, su inquietante narración y su atractivísimo enfoque visual.
Sin embargo, la mayor gloria de Balagueró estaba aún por llegar. Con su amigo y también director Paco plaza, con el que ya había realizado un documental acerca de la gira del reality Operación Triunfo, Jaume codirigió el film Rec.
Paco Plaza, que también había salido de la cantera de la Fantastic Factory, para la que había realizado la muy notable Romasanta y él formaron un tándem magnífico con el que concibieron un film al estilo found footage (película encontrada) que tanto furor había causado con Holacausto Caníbal y más recientemente con El proyecto de la Bruja de Blair. Su envoltorio de falso documental es precisamente en donde se halla su mayor baza, y es que Rec horroriza no sólo por los sustos y el gore de rigor, sino también por su aparente realismo. E l espectador acaba imaginando que ese pandémico edificio podría haber sido el suyo, y que las diversas gripes porcinas y aviares son más reales de lo que en un principio podíamos pensar.
Rec no sólo infectó con éxito las taquillas, sino que obtuvo el reconocimiento de la Academia de Cine Española, que premió con el Goya a la Mejor Actriz Revelación a una Manuela Velasco que está sencillamente impresionante. Por si fuera poco, Rec fue objeto de remake por la industria hollywoodiense, que sustituyó el título original por Quarantine y creó un film plagiado del genuino cañí, pero con mucha menos gracia, ingenio y solera.
Después llegaría la consabida secuela, con igual suerte en taquilla a pesar de la ausencia del factor sorpresa y de la que ya se prepara una tercera y cuarta parte.
El presente inmediato de este director todoterreno pasa por el estreno de Mientras Duermes, con el siempre impresionante Luis Tosar como malo de la función y Marta Etura como la víctima perfecta. El film, que está siendo una de las piezas más laureadas del célebre Festival de cine fantástico de Sitges, obtendrá presumiblemente el reconocimiento de crítica y público.
Balagueró ha querido huir en esta ocasión de los zombies y las apariciones espectrales y ha construido una cinta de marcada inspiración hitchcokiana en donde el terror es más clásico y contenido. Para más adelante queda la cuarta entrega de Rec, en la que volverá al terror de sangre y desmembramientos y al que seguirán presumiblemente otras muestras del buen hacer cinematográfico de esta esperanza del cine terrorífico español y europeo. Pero, mientras tanto y por lo de ahora disfrutemos del Balagueró más visceral, más espeluznantemente real. Buenas noches, y ten cuidado con quién te vigila…Mientras Duermes.