Crítica de la película Venganza bajo cero
Peripecia de acción con toques de cine negro y comedia. Lo mejor Neeson.
Lo primero que hay que aclarar en el caso de esta película es que por mucho que los responsables de promocionarla en España la haya bautizado como Venganza bajo cero, no tiene nada que ver con la franquicia de Venganzas que protagonizara Liam Neeson bajo el sello Fox. Dejando de lado el oportunismo un tanto obvio -Neeson=Venganza-, que además no tiene mucho sentido, porque la película es mejor y tiene más personalidad como relato de intriga y acción que las tres películas juntas de la citada saga, así que ya son ganas de confundir al espectador, lo que en el original se titula Cold Pursuit (tampoco es un título muy pensado, la verdad), es más bien un intento de moverse entre las novelas policíacas de uno de los últimos maestros de la serie negra, Elmore Leonard, algunas pinceladas del cine de los hermanos Coen y el condimento de algunos personajes y detalles que en la estructura de enredo del guión recuerdan fórmulas de películas de Quentin Tarantino. Pero, ojo, todo esto mirado desde mucha distancia, con un desequilibrio de ritmo que hace que la película se desplace de una gama de tonos a otra en forma un tanto anárquica.
Juega la baza del puzle de personajes, y en ese sentido podría parecer cercana al planteamiento de Mátalos suavemente, pero sobre todo vive más merced a la personalidad de sus actores, que a la propia personalidad de la narración y del director a la hora de poner en pantalla una historia que es ciertamente funcional como entretenimiento, y que cuenta con algunas pinceladas de humor bastante logradas, pero que por lo demás carece de tema claro y de una dirección sólida para llegar hasta él.
En lo argumental, la película va cambiando de naturaleza a ratos, dependiendo de que personaje tripule el protagonismo de las cosas que se cuentan en pantalla en cada momento. Claramente el principal protagonista es Neeson, pero fruto de ese desequilibrio y de esa anarquía o indecisión que marca el largometraje, su personaje se va difuminando a medida que lo que parece ser una historia de venganza que no quiere ser solo eso se va adornando con momentos de comedia bufa que del segundo acto en adelante se gusta demasiado a sí misma jugando la baza del enredo. Resultado de ello es que Neeson tiene que dejar paso a la entrada en la trama de una serie de personajes -como los dos agentes de policía locales, los mafiosos y los indios- causando altibajos en la trama.
Los personajes quedan así convertidos en mera caricatura o recortable cuya solvencia se asienta más sobre el trabajo del actor que sobre un buen guión que justifique su incorporación y paso por la historia en lo que por otra parte tampoco es un argumento demasiado original.
Para que quede más claro, podríamos decir que estamos ante una fórmula de construcción del film similar a la que podemos encontrar en Jackie Brown de Tarantino o Fargo de los hermanos Coen. Salvo que en este caso el conjunto está más desequilibrado y viaja sin rumbo ni destino o tema concreto.
Es así como toda la película, y algunos de sus personajes, como la esposa del protagonista interpretada por Laura Dern o la policía a la que da vida Emmy Rossum, quedan desdibujadas, desperdiciándose la contribución de las actrices.
Es entretenida, tiene algunos golpes buenos, otros muy manidos y previsibles, y no cuenta nada nuevo ni tampoco concreta mucho lo que quiere contar.
Miguel Juan Payán
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