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martes, abril 16, 2024
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Venganza: conexión Estambul ★★★

Venganza: conexión Estambul ★★★

Crítica de la película Venganza: conexión Estambul.

Una continuación que no defrauda, aunque resulte menos frenética que la primera.

La primera entrega de Venganza fue una grata sorpresa por su desenfadada propuesta de cine de acción sin complejos, dispuesta a explotar un argumento convencional sacando el máximo partido a su protagonista. Ver a Liam Neeson, con todo su talento y su presencia ante las cámaras, convertido en una especie de versión serie A del tipo de personajes que suelen protagonizar actores icónicos del cine de acción como Steven Segal resultó muy refrescante. Neeson se pasó hora y cuarto de metraje repartiendo puñetazos y apretando el gatillo hasta encontrar a su hija secuestrada para regocijo de los espectadores y demostró que el cine de acción podía levantar una taquilla que en aquel momento estaba algo moribunda.

Ahora la secuela de aquella película intenta repetir la jugada. Suprimido el factor sorpresa, Venganza: conexión Estambul acude a explotar lo que ya conocemos de su protagonista, el padre vengador, al que se le amontona el trabajo de rescatador de la familia cuando se convierte de cazador en presa y es acosado por los parientes de todos los tipos a los que liquidó en la película anterior. La novedad, si es que hay alguna, está en la localización donde se desarrolla la trama, Estambul, y en el hecho de que esta vez el protagonista comparta la odisea con su esposa y con su hija al mismo tiempo.

Más reposada que la primera entrega en su arranque, esta segunda película parece tomarse las cosas con más calma a la hora de presentar los personajes y antes de que estalle la acción, pero tiene el mismo acierto en hacer de la sencillez de su planteamiento un poderoso aliado para contar su historia y en explotar con astucia la capacidad de Neeson para vendernos cualquier tipo de historia. En alguna ocasión he comentado ya que el actor es hoy algo así como una especie de John Wayne que por sí mismo puede sustentar cualquier tipo de argumento sólo con aparecer en pantalla y mirar al prójimo con cara de malas pulgas.

La fórmula sobre la que funciona Venganza 2 es la misma que se ha venido aplicando a la explotación del carisma de los protagonistas principales desde el momento en que el cine descubrió esa poderosa arma para vender historias que son las estrellas. En la película anterior era preciso que nos presentaran a personaje de Neeson, pero en ésta no. Basta con que nos planteemos: ¿qué va a pasar cuando estos pobres tipos mosqueen a Liam Neeson? Es algo similar a lo que ocurría con Bruce Willis en las secuelas de Jungla de cristal, con Arnold Schwarzenegger cuando le secuestraban a su hija en Commando, con Stallone cuando protagonizó Rambo, con cualquier película de John Wayne en su última época, con Clint Eastwood interpretando a Harry el Sucio, con Charles Bronson encarnando al vengativo justiciero de la ciudad en la saga de Death Wish… El espectador acude al cine esperando ver lo que ocurre cuando una de estas estrellas del cine de acción es provocada para desatar su justa venganza contra quienes osan molestarle de cualquier forma. En definitiva, la clave es la previsibilidad. Lo bueno de la serie de Venganza es que su protagonista es uno de los mejores actores de su generación y además ha demostrado ser notablemente competente en las secuencias de acción. El talento de Neeson como actor es el que sustenta las situaciones a las que es sometido su personaje, por tópicas o poco verosímiles que nos parezcan. Su carisma como estrella ante la cámara hace el resto del trabajo en las secuencias de acción. Pero lo realmente interesante de las dos películas de Venganza es que le da la vuelta a la fórmula más convencional del cine de acción, haciendo que sean las escenas más sosegadas e incluso cotidianas –en esta segunda película el personaje de Neeson limpiando el coche, hablando con su mujer, buscando a su hija en casa del novio, esperando que su hija acabe el examen de conducir- lo que sirve como cemento esencial para dar sentido a las escenas de acción, en lugar de lo contrario. Lo más habitual en el cine de acción es que sea la propia acción, el espectáculo visual, lo que nos “vende” la historia. En Venganza 2 la clave de esta franquicia es la solvencia de Neeson para construir sólidamente su personaje en esos momentos cotidianos lo que sustenta todo el disparatado rosario de secuencias de acción trepidante que viene a continuación. Porque en este caso, como en la película anterior, una vez que se dispare el mecanismo que arranca la acción, ésta ya no parará hasta que acabe la película. De manera que ese arranque, esos primeros momentos de la historia, son los más importantes y los que establecen la diferencia de la franquicia de Venganza respecto a otras propuestas de cine de acción que llegan a la cartelera.

Neeson es el encargado de otorgarle toda su personalidad a esta fórmula de evasión, distanciándola de la media de este tipo de espectáculos que suele ofrecernos el cine comercial. Sólo Neeson hace que aceptemos las inaceptables elipsis de esta saga. En la primera entrega, el salto desde el final del rescate en el barco a la llegada al aeropuerto en Estados Unidos, sin consecuencias para el protagonista a pesar del destrozo que organiza en París. En ésta segunda entrega la elipsis entre la entrada en la Embajada norteamericana en Estambul y la continuación de la misión de rescate. Aceptamos estas y otras inverosimilitudes porque Neeson nos vende su personaje y la historia con la solvencia de un John Wayne vendiéndonos Río Bravo, El Dorado o Los cuatro hijos de Katie Elder.

Se le podría reprochar a Venganza: conexión Estambul esa visión de la realidad etnocentrista al estilo americano, según la cual la inseguridad y el miedo habitan siempre en el exterior y quedan automáticamente anuladas cuando entras en la embajada norteamericana. Igualmente esta segunda entrega ha perdido la amargura que acompañaba al personaje de Neeson en el arranque de la película anterior y opta por proporcionarle un entorno más feliz. Pero, seamos sinceros: todos sabemos lo que queremos ver en Venganza 2. El planteamiento es el mismo que ante Los mercenarios 2, La jungla de cristal 2, etcétera: hemos ido a ver cómo el personaje de Liam Neeson se cabrea y se pone a repartir leña hasta que se le canse la mano. Queremos que los malos sean muy malos, incontestablemente perversos. Queremos que Neeson les dé una paliza y recupere a sus parientes. En definitiva: queremos simplemente evadirnos con una fórmula argumental sencilla. Hemos pagado para ello y al terminar la película nos dan lo que nos prometieron.

No podemos pedir más.

Miguel Juan Payán


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Miguel Juan Payán
Profesor de Historia del cine, Géneros cinematográficos y Literatura dramática

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