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domingo, marzo 23, 2025
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A Roma con amor **

A Roma con amor **

Llegan malas noticias desde el universo de Woody Allen: el director de Manhattan parece haber regresado a sus hรกbitos mรกs anodinos, despuรฉs del buen sabor de boca que dejรณ tras el estreno de Midnight In Paris. Quizรก, el neoyorquino no haya sentido la misma inspiraciรณn ante los jardines de Versalles que frente al Coliseo; pero lo cierto es que este nuevo filme del veterano realizador se queda en un mero vodevil alargado en exceso, donde el elemento de la pantomima -que envuelve cada una de las microhistorias enlazadas- se disuelve a los cinco minutos de proyecciรณn.

Ya empieza a resultar preocupante la sinrazรณn de Allen por transformarse en un guรญa turรญstico cinematogrรกfico, iniciado con su periplo profesional a travรฉs de las urbes mรกs seรฑeras del Viejo Continente. Aunque las oficinas de viajes, en cada uno de los enclaves que acogen sus proyectos, deben hacer fiesta cada vez que el tipo del clarinete y su nutrido equipo de estrellas recalan en un platรณ real; los espectadores comienzan a batirse en retirada con el asalto a las salas de estas obras de catรกlogo operator, normalmente tan insustanciales como gratuitas en calidad fรญlmica.

A Roma con amor adolece en grandes dosis de esa artritis, que caracteriza muchos de los รบltimos tรญtulos del compatriota de Arthur Miller. En clave de comedia al estilo transalpino, el estadounidense se pierde en un ejercicio caรณtico pretendidamente poliรฉdrico, que recuerda al pretรฉrito menos exportable del legado en formato de celuloide made in Italy. De esta manera, Mr. Woody se empeรฑa en someter su visiรณn de la capital del paรญs de la Bota a una identificaciรณn a lo Alvaro Vitali que, por momentos, a los espaรฑoles puede remontarles a la รฉpoca de la Transiciรณn, con las gestas excesivas de Alfredo Landa, Fernando Esteso y Andrรฉs Pajares.

Una sintonรญa convenientemente duduรก, y de erotismo coral de mercadillo, se encarga de situar al personal; una vez el fogueado creador posiciona a los incautos mediante el Volare y destellos operรญsticos, desligados de su variante trรกgica imprescindible. Eso por la parte de lo que se escucha; ya que, en el terreno de la imagen, el asunto se nutre en sus prolegรณmenos de algo tan tรญpico, estrambรณtico y estereotipado como un guardia de trรกfico al estilo lazial. Tan marcados ritmos, y fotogramas de programa documental costumbrista, avanzan el pรกlpito de que lo que se avecina no va a distar mucho del chute en retina de un doble CD de Viva la pizza, con toda la parafernalia cantora de por medio.
Cuatro piezas saineteras componen realmente el argumento de la cinta. Por un lado, estรก la de una turista americana que se enamora perdidamente de un abogado latino, defensor de los que carecen de recursos econรณmicos (una relaciรณn que se remata con la apariciรณn de los padres de ambas partes). A esta historieta se suma otra sobre la situaciรณn desequilibrada de un joven matrimonio, que desembarca en la city de la Piazza di Spagna (a estos se adicionan una prostituta y un actor de cine ligรณn y embaucador). El tercer libreto en discordia versa sobre un tipo al que le viene la popularidad caรญda del cielo. Y, por รบltimo, estรก el cuadro relativo a un arquitecto de fama nacido en USA, que se topa con un chico estudiante que le refresca su pasado en la ciudad de la Fontana de Trevi.

Semejantes armazones le sirven a Allen para destilar su particular cosmos audiovisual, en este caso lamentablemente carente del suficiente interรฉs, y con unos trazos tan gruesos que contribuyen a distorsionar un lienzo ya de por sรญ demasiado oscurecido, embrutecido por los brochazos propios de un pintor con cรกmara al hombro bastante torpe. Bajo estas premisas, el ex de Mia Farrow deambula sin acierto intentando mejorar las tramas, con la apariciรณn de papeles supuestamente estimulantes, del tipo de una prostituta (Penรฉlope Cruz) encargada de hacerse pasar por la esposa de un individuo un tanto inocentรณn, un director de orquesta en camino de su retiro (el mismo Woody, que vuelve a actuar en uno de sus largos), una psiquiatra realmente lรบcida (Judy Davis), un cantante de รณpera que solamente vierte sus trinos arropado por el agua de la ducha (Fabio Armiliato) o una actriz en paro de frenรฉtica y libertaria vida sexual (Ellen Page). Todo este cartel artรญstico contribuye a procurar, sin los resultados esperados, que la nave no naufrague; y no lo consigue por un problema de fondo notablemente problemรกtico: la poca capacidad sorpresiva del guion original.

Pocas veces el responsable de La rosa pรบrpura del Cairo se ha mostrado tan anclado en la decepciรณn cansina como en A Roma con amor. Incluso la colaboraciรณn de intรฉrpretes de eficacia contrastada como Alec Baldwin, Jesse Eisenberg, Roberto Bengnini o las citadas Penรฉlope Cruz y Judy Davies no maquilla la artificial evoluciรณn a cuatro bandas de una pelรญcula aquejada de insustancialidad y mimetismo, copia en pleno siglo XXI de tropiezos graciosos de complejo localista, engalanados con la vitola de su paso por la pantalla grande.

Tal vez va siendo hora de que al seรฑor Allen se le exija un mayor rigor en cada una de sus incursiones profesionales de carรกcter anual, con las que se empeรฑa en tirotear la cartelera. Tanto bandazo radical en el pรฉndulo de lo perdurable no es muy aconsejable de cara a animar a sus fans a seguir creyendo en su talento para profundizar en su senda curricular. Nadie le va a negar a estas alturas al excelente dialoguista sus virtudes para encontrar las musas, cuando se trata de elaborar bobinas resaltables en vistas de su futura proyecciรณn; pero productos como A Roma con amor no van a ayudar a proporcionarle un sitio mรกs preferente en las enciclopedias de los logros a golpe de claqueta.
Con todo, la movie tiene chispazos de lubricante comediรณgrafo, como algunas ocurrencias de los personajes en forma situacional y fraseada (chistes como lo del cambio de euros a dรณlares y comentarios de la gachรญ que encarna Penรฉlope, por ejemplo); sin embargo, al final se impone la incongruencia pedante de un conjunto en el que la imprecisiรณn es la norma.

Jesรบs Martรญn

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Jesรบs Martรญn
Soy un autรฉntico apasionado de las pelรญculas que despiertan la imaginaciรณn

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