Somos la noche, interesante propuesta de vampiros al estilo alemรกn, entre El Ansia de Tony Scott y The Addiction de Abel Ferrara.
Dennis Gansel, director de La ola, nos propone una historia de vampiros que administra muy bien las piezas de su argumento para mantener un ritmo trepidante desde una secuencia de apertura que resume muy bien el tono del relato.
Moviรฉndose entre distintos referentes claves de este tipo de argumento, Gansel encuentra una personalidad propia para su pelรญcula y logra exponernos una trama que en realidad no tiene nada nuevo pero nos interesa igualmente por la habilidad con la que visita los lugares comunes de las historias de vampirismo repartiendo muy bien su puzzle.
En lo argumental, Somos la noche navega de algรบn modo entre dos referentes. El primero de ellos es El ansia, de Tony Scott. La historia de amor entre la vampira y la chica convertida recuerda inevitablemente la que en aquella pelรญcula protagonizaran Catherine Deneuve y Susan Sarandon. Salvo que, con todos mis respetos para los admiradores de El ansia, pienso que en Somos la noche el tratamiento visual es menos obvio y parece menos un anuncio de perfume. Vamos que resulta mรกs tragable y menso postal. El segundo referente argumental es Entrevista con el vampiro, salvando las distancias que plantea el hecho de que Somos la noche es una producciรณn alemana y no hollywoodiense, por tanto algo mรกs libre en la aplicaciรณn de fรณrmulas relacionadas con la explotaciรณn de las estrellas como epicentro del relato, si bien hay que decir que tiene un momento con las vampiras de compras en plan Sexo en Nueva York que es claramente comercial y no juega muy lejos de las fรณrmulas del cine comercial de Hollywood. La explotaciรณn de fรณrmulas estรก presente por ejemplo en esa primera identidad o naturaleza de la protagonista, Lena, que tanto nos recuerda a la protagonista de la saga Millennium en el arranque del relato.
Pero lo mรกs interesante de la pelรญcula no es lo argumental, donde como ya he comentado no hay mucho nuevo en su propuesta. Mรกs interesante que su argumento es la manera en que Gansel nos cuenta su historia partiendo de la base de que no hay nada realmente sorprendente u original en la misma. Es una forma de contar que me ha recordado algunas fรกbula de sofisticaciรณn truculenta de Abel Ferrara, como The Blackout, El Funeral o su propia historia de vampiros, The Addiction, con la que Somos la noche tiene algunos puntos en comรบn.
En el arranque de la pelรญcula en el aviรณn, Gansel nos lanza un anzuelo visual sangriento muy logrado que le sirve para presentar a sus vampiras de manera contundente, truculenta, pero sin el falso melodramatismo del que hacen gala otras producciones. A continuaciรณn, conocemos a Lena a travรฉs de una persecuciรณn trepidante a la que tengo que ponerle la habitual pega de los movimientos muy forzados de la cรกmara, mareantes y poco originales como herramienta para meternos en la secuencia. Como ya he dicho muchas veces desde esta misma pรกgina, esa manera de mostrar la acciรณn no sรณlo nos saca de la pelรญcula, sino que ademรกs nos impide saber quรฉ narices estรก pasando en la pantalla realmente. No es emocionante, es frustrante, un coitus interruptus visual, lo que viene siendo un gatillazo en toda regla. Salvando esa manรญa tan extendida en el cine de acciรณn de nuestros dรญas, la presentaciรณn de la protagonista es un ejemplo del cuidado del ritmo que hace mejor Somos la noche. No hay ni un solo momento o pasaje superfluo en la pelรญcula, ni siquiera cuando arranca el previsible tema romรกntico al final de esa escena, que luego consigue resolver y hacer progresar sin restar un รกpice de dinamismo a la trama.
En cada momento en que podrรญa haberse ido a lo mรกs previsible y naufragar en el tรณpico o caer en la trampa de un frenazo del ritmo, Gansel esquiva el obstรกculo y sigue adelante manteniendo nuestro interรฉs. Ocurre despuรฉs de que la protagonista sea convertida, cuando en lugar de perderse en la exposiciรณn de su dilema existencial, etcรฉtera, progresa hacia una secuencia de violencia y acciรณn que vuelve a apretar el acelerador en la historia. Vuelve a pasar en el segundo encuentro con el policรญa, con la amenaza de Louise para esquivar la prolongaciรณn cansina de la cita de la pareja.
El buen control del ritmo y mรกximo aprovechamiento de su metraje permite que Somos la noche acierte a decir mucho sobre todos sus personajes con muy poco. Asรญ conocemos las tensiones y conflictos entre la familia de vampiresas, el pasado de los personajes y los dilemas y vรญnculos que se establecen entre las mismas con una inversiรณn mรญnima de metraje. Un ejemplo es el personaje de Charlotte, con la escena de los zapatos de bebรฉ, luego la primera secuencia de la salida del sol con la tentaciรณn del suicidio y finalmente la visita al hospital, que de paso sirve para establecer los dilemas a que se enfrenta la propia Lena.
Y luego estรก Louise, la vampiresa lรญder, una de las criaturas de la noche mรกs carismรกticas e inquietantes del cine sobre vampiros que hemos visto en los รบltimos tiempos.
En conclusiรณn: una jugosa alternativa para mirara a los vampiros de un modo distinto al de las superproducciones de Hollywood, las series de televisiรณn tipo True Blood o Crรณnicas vampรญricas, y las variantes de corte romรกntico tipo Crepรบsculo, frente a las que Somos la noche se sitรบa en una especie de tierra de nadie buscรกndose su propio camino curiosamente desde la explotaciรณn de sus mismas fรณrmula y tรณpicos.
Miguel Juan Payรกn
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