Crítica de la película After Almas Perdidas
Aún más floja que la anterior entrega.
Una de las peores películas del año, una cita obligada anualmente, la tercera entrega de After nos hace mirar con nostalgia y cariño películas como la saga Crepúsculo o similares. No eran brillantes, pero además de conocer a su público además eran capaces de concebir historias con un mínimo de narrativa cinematográfica, con un guión sencillo pero funcional, y con actores en su reparto que se mantenían en la saga en todas las películas. Aunque sus papeles fuesen minúsculos. Aquí no se cumplen ninguna de esas reglas y llega un momento en el que uno espera que alguien aparezca para decirle que todo es una broma, especialmente cuando te encuentras los fallos de continuidad más terribles en la película.
La tercera entrega parece empezar donde lo dejaron, con la aparición de un personaje del pasado de la protagonista, pero pronto se olvida por completo (pero absolutamente por completo) de ello, para contarnos una historia que reitera los mismos temas que las dos películas anteriores, pero con aún más inexplicables arrebatos de ira por parte del protagonista, más momentos que sonrojan a la audiencia y más escenas con el protagonista sin camiseta, que parece ser una de las principales necesidades que tiene la película, ver a Hero Fiennes Tiffin, quien además ejerce como productor. La historia sigue mostrando algunos de los momentos más tóxicos que uno puede imaginarse en una relación de pareja mostrada en pantalla. Una relación de pasión pero en la que amor, realmente, hay poco.
Ya mencionamos que la química entre Josephine Langford y Hero Fiennes Tiffin es escasa, por no decir nula, y que ambos están limitados como actores, pese a su belleza física. Hay nuevas incorporaciones con cierto renombre como Mira Sorvino (que aparece 15 segundos en pantalla para sustituir a Selma Blair), Arielle Kebbel y Stephen Moyer, quienes sustituyen a los actores que dieron vida a sus personajes en la anterior entrega. Su presencia es en cierta medida lo poco remarcable de la historia. Lo único rescatable pese a que el guión, realmente inexistente, no ayude demasiado a darles algo que llevarse a la boca. Un guión que parece empeñado en buscar excusas para ver al protagonista mostrar lo violento e iracundo que es…
No voy a repetir lo del comportamiento tóxico (es un tipo que grita a su pareja cuando ella quiere seguir el trabajo de sus sueños, cuando le dice que quiere tener amigos o cualquier cosa similar), porque eso no es la base de una mala película. La base es un guión insípido, con unas escenas eróticas que producen grima y con unos actores que no aportan nada en absoluto a lo que quiera que sea esto. Pero cuando además hay errores de continuidad terribles (lo del color de pelo y las pelucas de la protagonista son de traca. Pasa de rubio oscuro a platino según el plano) y un nulo sentido narrativo. Es aburrida, es torpe y es terrible. Una de esas películas de las que conviene huir, salvo para sus incontables fans.
Jesús Usero
★
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