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sábado, abril 20, 2024
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Worth ★★★★

Worth ★★★★

Crítica de la película Worth

Actores y tema lo ponen interesante en esta otra mirada sobre el 11-S.

         Película para adultos. Satisfactoria experiencia cinematográfica para quienes seguimos disfrutando de que el cine pueda entretener sin privarnos de la posibilidad de reflexionar. Película del tipo de las que demuestran que tan divertido, saludable y defendible como la pura y dura evasión sin complejos puede ser este otro tipo de cine de grandes actores ante la cámara, donde domina el diálogo respaldado por los planos medios y primeros planos. Cine sobre gente. Cine maduro.

         El tema: cómo se estableció un pago para hacer frente a las indemnizaciones de las víctimas de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Asunto complejo. Carece del anzuelo fácil del melodrama, la intriga o el discurso sobre el heroísmo que podemos encontrar en otras aproximaciones de más fácil venta en torno a los atentados que marcaron un punto de giro trágico dentro y fuera de los Estados Unidos, una de cuyas más recientes consecuencias la estamos viendo y viviendo ahora con lo que está ocurriendo en Afganistán.

Worth ★★★★

 

         Pero a pesar de carecer de esos anzuelos fáciles, la película funciona mejor que muchas otras que han intentado recrear los atentados y abordar sus consecuencias, y si algo hay que agradecer a esta película es su sobriedad. Me refiero a la manera en la que muestra los atentados, con esa imagen de anticipación del paso del avión sobre una calle de los alrededores de la gran ciudad, que cuenta con nuestro conocimiento de lo que va a ocurrir a continuación, o esa secuencia en el tren que se acerca a la ciudad el día de los atentados.

         El tema no son lo atentados. Y al mismo tiempo el tema sí está en los atentados. Pero no en los atentados en sí mismos, sino más bien en la manera en la que éstos sacan a la luz la insolidaridad entre las distintas capas sociales de afectados. En mi opinión, el tema central es la deshumanización de las víctimas frente al sistema.

         La porfía por el dinero que han de recibir los afectados supervivientes y los allegados de los fallecios, según el sueldo que cobraran, con fronteras muy estrechas sobre cuándo se vieron afectados para poder reclamar, y dependiendo de la situación familiar que vivieran en ese momento con las víctimas -parejas de hecho sin documentos legales, por ejemplo, amantes con hijos no reconocidos, etcétera-, saca a la luz la profunda fragilidad de la sociedad golpeada por los atentados en lo que se refiere a solidaridad social, clasismo, y aplicación de la ley… Mucha condolencia. Mucho aplauso a los héroes. Muchas lágrimas. Mucho monumento. Mucha promesa. Hasta que hay que empezar a hablar de dinero. Y de cosas que son mucho más importantes que el dinero pero que en el fondo acaban reducidas a números.

         En ese territorio, Michael Keaton reina con el enorme respaldo de Amy Ryan y Stanley Tucci y el soporte de un tipo de trama perfectamente articulada en distancias cortas, con una dirección y planificación visual que dosifica cuidadosamente los planos en exteriores y planos más generales -Keaton en la playa con su perro recibiendo una llamada clave, Keaton y Tucci caminando seguidos por la cámara junto a una vaya de alambre que en cierto modo materializa el tremendo enredo ante el que se encuentran, o Keaton en su despacho, de noche, con el Capitolio iluminado al otro lado de la ventana, significativamente precediendo al encuentro con la viuda del bombero que es uno de los puntos clave, o Amy Ryan al principio, filmada desde el otro lado del cristal como si estuviera atrapada entre el cristal interior y le venta hacia el exterior, de espaldas a la cámara…

         Por cierto, el personaje más interesante es el de Amy Ryan, aunque no sea el más protagónico o desarrollado en la trama.

         Cada plano más abierto, cada plano en exterior o interior, incluyendo la secuencia clave del encuentro de Keaton y Tucci en la ópera, que incluso ha servido como ilustración para uno de los carteles promocionales de la película, busca exteriorizar y materializar el momento emocional que viven los personajes. Eso unido a la dosificación en las dos tandas de declaraciones de los familiares de las víctimas.

         Trabaja en una línea similar a la de Spotligh, pero se queda más cerca de Aguas oscuras o La estafa (Bad Education), abordando un tema difícil con solvencia y seriedad, aunque caiga en algunos momentos en cierto esquematismo de fórmula en este tipo de proyectos.

                                            Miguel Juan Payán

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Miguel Juan Payán
Profesor de Historia del cine, Géneros cinematográficos y Literatura dramática

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