Crítica de la película Blue Bayou
Melodrama sobre las deportaciones de adoptados en Estados Unidos.
Un problema real, trágico y destructor de familias, que revela el lado más oscuro de los últimos años en la sociedad estadounidense, convirtiendo el llamado “sueño americano” en una pesadilla para muchos de sus habitantes.
El asunto está tratado con eficacia poniendo medio pie en la denuncia, sobre todo en su conclusión, y pie y medio en el melodrama durante casi todo el resto de su metraje. Un melodrama con planos preciosistas en algunos momentos que le pueden añadir clave poética, un tanto de postal, pero al mismo tiempo lo privan de verosimilitud y credibilidad para el espectador. Que sea un tanto previsible en los recursos que emplea a la hora de emocionar al espectador -fórmula padre adoptivo + niña en todo el principio, por ejemplo, la metáfora vida y muerte del tercer acto, o el desenlace que empieza bien, inicialmente sobrio, pero se entrega de repente al modo desgarrador después de haber hecho un buen ejercicio de contención- no ayuda al conjunto. Deja así la pelota de defender la solidez emotiva de la película sobre los capaces hombros de una Alicia Vikander que es lo mejor de la película y hace lo que puede con un personaje tan tópico como todos los demás; aunque inicialmente parece respaldarla el guión, a medida que va avanzando la historia nos damos cuenta de que está más falto de respaldo del que parece y queda condenado al callejón sin salida del melodramatismo que acaba impregnando toda la película y afecta a todo el resto de los personajes.
Ese ir y venir desde el deseo de ser denuncia en clave de drama, pero al mismo tiempo entregarse a recursos del melodrama -es algo repetitiva en los flashbacks de memoria del protagonista- despista un poco hasta que le pillas el ritmo y las intenciones, resultando finalmente en un melodrama eficaz que quizá se gusta demasiado a sí mismo pero una vez firmemente ubicado y reconociéndose en ese género funciona bien dentro del mismo.
Llama la atención esa intención de no ofender a las fuerzas del orden y echarle la culpa al sistema, que al fin y al cabo no tiene nombre y apellido: ojo al personaje del marido policía, legitimado por su afecto lógico hacia su hija, ojo el amigo solidario que además es agente dedicado a las deportaciones, ojo al modo en el que se aborda, en elipsis, sin mostrarlo, el momento del fallo de ese juez que no llega a dictar sentencia ante la cámara. Son detalles significativos. Es demasiado aséptica en este territorio como para resultar eficaz en su intento de denuncia. No se puede hacer una tortilla sin romper unos cuantos huevos. Casi parece que nadie quiera realmente echar al protagonista del país, salvo un antagonista demasiado tópico y poco sólido que acaba siendo el culpable al que todo el mundo puede señalar para tranquilizar su conciencia.
Es mejor en los momentos en que juega la carta del drama, sobre todo si está Alicia Vikander en pantalla.
Miguel Juan Payán
★
{spoiler spoilerID , haga clic en mí para abrirlo , cierre la etiqueta tanto en la parte superior como en la parte inferior , ambos} texto dentro del spoiler {/spoiler}.