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viernes, mayo 17, 2024
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Chloe ***

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Casi por derecho propio, Amanda Seyfried se está convirtiendo en uno de los rostros más interesantes y populares de la pequeña y la gran pantalla, con una muy inteligente selección de películas que van de lo comercial a lo independiente y que le han servido para labrarse un nombre entre críticos y público. Desde sus películas románticas como Cartas a Julieta y Querido John, hasta sus futuros proyectos como Caperucita Roja o Now, la actriz ha sabido combinar muy bien sus papeles y mantenerse al margen de la prensa rosa de Hollywood, algo que compañeras de generación, como Lindsey Lohan, no han sabido hacer.

Y lo mismo vale para su trabajo en televisión, donde la hemos visto en la serie de culto Veronica Mars y en una de las favoritas de la crítica, Big Love, que abandonará al término de la temporada. No se puede negar que la actriz va camino al estrellato. Aunque Chloe sea de la vertiente independiente, poco vista y que, para variar, llega con retraso. Pero muy interesante, sin duda.

Para los amantes del cine, Chloe será la apuesta que más les agradará del fin de semana. Pese a sus defectos e imperfecciones, pese a su ritmo pausado, que no cansino, dentro del panorama más generalista, es la mejor película que podemos ver.

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Chloe es una cinta que habla ante todo de la soledad, la soberbia y la ambición. Un matrimonio maduro, acomodado, al que dan vida Liam Neeson y Julianne Moore, en el que ella sospecha de la infidelidad del marido y en un acto de orgullo enorme, en lugar de hablar con su pareja, decide contratar a una prostituta, Chloe, para que le seduzca y así confirmar sus sospechas. Claro que Chloe no es una persona corriente, y la esposa nunca podrá saber a ciencia cierta qué es real, qué es mentira y dónde y con quién comienza realmente el juego de la obsesión.

Con tintes de película de suspense con alta carga erótica, la película sabe aprovechar de manera muy efectiva sus mejores valores, un director inteligente como Atom Egoyan, y un reparto brillante en el que el trío protagonista se mueve con soltura, sobre todo las féminas, para evitar los tópicos más evidentes del guión y de los personajes y hacer interesante una trama que pretende ser rompedora, pero que peca de obvia y mil veces vista.

De Liam Neeson y de Julianne Moore poco se puede decir. Ambos manejan dos personajes estereotipados hasta el extremo con convicción y soltura. Creyéndoselos y haciendo que nos los creamos. Ese matrimonio maduro en el que la llama de la pasión comienza a desvanecerse, en el que el éxito de ambos en el trabajo les impide comunicarse, en el que la sombra de la sospecha empieza a cernirse sobre ellos… Carne de telefilm de fin de semana de primer orden.

Claro que con dos monstruos como ellos, el telefilm deja paso a una muestra de talento magnífica que se ve incluso con más claridad en los ojos y gestos de Moore, mujer atormentada por las dudas, pero más aún por la soledad que siente y que la lleva al borde del precipicio.

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Claro que nada de esto sería posible si el tercer vértice del triángulo quedase cojo. Amanda Seyfried convierte a Chloe en un personaje complejo, pasional, obsesivo, seductor y poderoso, lejos de la imagen dulce que ofrece en sus productos más comerciales, lleno de inteligencia. Cuesta muy poco creer que cualquiera de los miembros del matrimonio pueden caer en las redes de Chloe y sucumbir a sus encantos.

Arom Egoyan sabe mover a sus personajes en espacios reducidos y aprovecha muy bien los mismos, sobre todo la lujosa casa de la pareja, llena de espacios vacíos y cristal, pero también en lugares como una lujosa barra de un hotel o un invernadero. Otra cosa es que sepa poner en pie la endeble trama de suspense que plantea la película, pero eso es más culpa del guión que del director.

Lo que más puede echarse en cara al director es la frialdad con la que plantea todo el asunto, sin llegar a involucrarse nunca con sus personajes, ni a hacernos sentir lo que ellos sienten. Lo vemos, lo entendemos, pero resulta complicado empatizar con ellos hasta en las escenas de sexo, una de ellas la cumbre de la película, que requiere mucha valentía por parte de las dos actrices (sobre todo de una estupenda para su edad Moore), pero que no recibe la misma fuerza del director.

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Decíamos antes que la película tenía mimbres de thriller erótico, pero que escondía mucho más tras sus paredes. Y es cierto. Sobre todo en el hecho de que la trama principal y los personajes son algo evidentes y manidos, pero la película esconde dentro un interesante análisis de nosotros mismos, de nuestros miedos, pecados y desconfianzas, ahí el guión, en su lectura entre líneas, sí que resulta convincente en cierta medida. Excepto en la decisión de Moore de contratar a una prostituta para confirmar sus sospechas. Ese punto requiere un salto de fe, o creer que su personaje es la persona más soberbia del planeta. No quiere saber la verdad, quiere que sea verdad.

No es una película perfecta ni mucho menos. LA frialdad, los tópicos, la evidencia de la trama, la hacen perder muchos enteros. Incluso para un hetero sapiens como yo, que diría mi compañero Miguel Juan Payán, que puede recrearse con las magníficas vistas, hay momentos en los que el relato le suena ajeno, la trama sosa y el sexo absurdo. O poco excitante, al menos.

Pero sí que hay una buena película dentro del metraje de Chloe, no muy densa, no muy espesa, no muy cargante. Directa en muchos aspectos y muy interesante en otros, si queremos leer entre líneas. Algo diferente en los tiempos y fechas que corren que seguro más de uno sabe apreciar o criticar.

Jesús Usero

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