Crítica Alas Blancas película dirigida por Marc Forster, basada en la homónima novela gráfica de R. J. Palacio, y protagonizada por Gillian Anderson, Helen Mirren, Olivia Ross, Ariella Glaser, Bryce Gheisar y Orlando Schwerdt.
Marc Forster escenifica con dramatismo y sensibilidad la historia de una adolescente judía escondida en el granero de un compañero de colegio, durante la ocupación nazi de Francia en la Segunda Guerra Mundial.
De qué va Alas blancas
Julian Albans, uno de los chicos que se metía con August “Auggie” Pulllman en Wonder, se encuentra en su nuevo instituto. Consciente de las acciones viles que realizó en su pasado centro de enseñanza, ahora se enfrenta a sus compañeros con la sensación de que su comportamiento anterior no debe repetirse. Al llegar a su casa, tras las clases, Julian se reúne con su abuela (Helen Mirren), quien –sabedora del motivo de la expulsión de su nieto- le cuenta su historia. El relato tiene lugar en la Francia ocupada de 1942, donde la entonces joven Sara Blum tiene que esconderse de los nazis en el granero de un compañero de escuela, al que todos los alumnos denigraban por su cojera.
Crítica Alas Blancas
Marc Forster (Guerra mundial Z) aprovecha la carga dramática de la novela gráfica original de R. J. Palacio para elaborar una película emocionante y sensible, en la que se pone de manifiesto la necesidad de confiar en la bondad y solidaridad de las personas. Como en Wonder, Alas blancas denuncia la injusticia que supone el dominio de los poderosos sobre los débiles, y de los populares sobre los diferentes y los que muestran su vulnerabilidad ante los demás.
El ingenioso guion enlaza esta supuesta secuela de Wonder con uno de los matones que hacían la vida imposible al deslumbrante protagonista de la citada cinta de Stephen Chbosky; y lo hace con el debido examen de conciencia que el personaje de Helen Mirren le obliga a afrontar a su antes cruel nieto. Este punto de partida le permite a Forster viajar a la época de la Segunda Guerra Mundial, cuando Francia fue ocupada por las hordas del Tercer Reich, y ambientar en semejante infierno los padecimientos de Sara Blum, sus familiares y su inesperado compañero de confinamiento.
En ese difícil período, el papel de Mirren comparece como una joven judía, que encuentra el único apoyo en un joven minusválido llamado Julien Beaumier (Orlando Schwerdt). Hasta entonces, el chico no recibía más que golpes y burlas del resto de los escolares, y Sara se empeñaba en otorgarle una invisibilidad dolorosa.
El mensaje de que las apariencias engañan se erige como uno de los principales lemas morales de Alas blancas, para recalcar que las personas menos glamurosas son a veces los auténticos héroes, los cuales son capaces de aportar la esperanza que otros se empeñan en destruir. La relación entre Sara y Julien desvela la necesidad de acercarse a los más débiles, un enfoque que materializan con brillantez las intensas interpretaciones de los jóvenes Orlando Schwerdt y Ariela Glaser.
Sin embargo, pese a la fuerza escénica y humana del film, Forster no evita caer una notable simplicidad en la elaboración de la galería del resto de los personajes. Unos tipos en los que algunas veces resulta difícil comprender la psicología que les mueve (el ejemplo más evidente es el del joven colaboracionista que persigue a Sara y a Julien).
Te gustará si te gustó…
Sin duda, las conexiones afectivas con Wonder se dejan notar en esta secuela, que redondea la moraleja ideada por la escritora R. J. Palacio, expresada mediante otros parámetros argumentales en la parte inaugural.
Jesús Martín
Crítica Alas Blancas
Copyright 2024 AccionCine. Se permite el uso del contenido editorial del artículo siempre y cuando se haga referencia a su fuente, además de contener el siguiente enlace: www.accioncine.es
Síguenos en nuestro canal de WhatsApp o Telegram para recibir las noticias en tu móvil o únete al grupo AccionCine de Telegram para conversar de cine y hacer amigos.
Crítica Alas Blancas