Crítica Amsterdam
David O. Russell vuelve a ponerse detrás de las cámaras con uno de esos proyectos que le encantan, con un gran número de estrellas de todo tipo en el reparto y con una historia si no basada en hechos reales, al menos inspirada por ellos, como indica al inicio de la película, cuando señala que casi todo lo que cuenta la película ocurrió en realidad. Es la primera película del director desde 2015, cuando estrenó Joy, y la verdad es que se esperaba muchísimo más de la nueva aventura cinematográfica de cineasta, que se queda siempre a medio gas, en una historia que mezcla muchos géneros, pero no termina de rematar en ninguno. Y que alarga innecesariamente el relato.
Un veterano de la Primera Guerra Mundial, doctor, con muchas secuelas de la misma, y con una clínica donde intenta ayudar a otros como él, es contactado por su amigo abogado y miembro de su antiguo regimiento, para que le ayude en un peculiar caso. La hija de uno de sus oficiales en el conflicto, no cree que la muerte de este hombre sea por causas naturales, por lo que necesita una autopsia. Eso pondrá en marcha una investigación llena de giros que tendrá su origen en el tiempo que pasaron, tras la guerra, en Ámsterdam con una tercera persona. Una historia algo confusa y compleja para lo que realmente quiere contarnos, que es una historia de conspiraciones y misterios algo ingenua y naif, que parece sacada de una de las películas de Sherlock Holmes protagonizadas por Basil Rathbone.
Eso sí, el reparto es simplemente una maravilla y se entrega de inicio a fin, desde los cambios físicos de Christian Bale a las locuras de Margot Robbie, pasando por la sólida presencia de John David Washington. Sin olvidarnos de los papeles menores como son Robert De Niro, Zoe Saldaña, Anya Taylor Joy, Rami Malek, Michael Shannon, Mike Myers, Chris Rock o una maravillosa Andrea Riseborough. Todo genial, todo increíble pero hay un gran problema. Muchos personajes apenas son un cameo y pese a lo interesante de sus actores, uno tiene la sensación de que están como puro relleno y no aportan nada, absolutamente nada, a la película, más que el brillo de la estrella de turno.
Y ese es en definitiva el problema de la película. Mucha estrella, no tanta enjundia. Russell opta por una narración con muchos primeros planos en los que parece casi que los actores rompen la cuarta pared y se dirigen al público (y que no termina de dejarnos disfrutar de la exquisita fotografía de Emmanuel Lubezki). Es extraño, pero ayuda con el humor bizarro de la película. Una película que navega entre el thriller, el cine negro, la película bélica de regreso a casa, la comedia macabra y el drama… A lo mejor centrarse más en una cosa le serviría mejor. Porque el resultado es algo descafeinado, excesivamente largo (el final está alargado hasta el extremo) y con muchos puntos a favor que no terminan de explotar. Esperábamos mucho más.
Jesús Usero
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