Crítica Barbie película dirigida por Greta Gerwig con Margot Robbie, Ryan Gosling, Emma Mackey, America Ferrera
Irregular fábula existencial disfrazada de El Show de Truman.
Un aplauso para los responsables de la campaña promocional, pero la película no es lo que propone el tráiler, y eso plantea un problema para el momento en que finalmente se encuentre con el público.
Barbie tiene algunas cosas buenas, algunas interesantes, otras no tanto, pero no aprovecha todo su potencial en contenido y manifiesta un bajón de ritmo en su segundo acto, aunque sin duda tiene recursos para funcionar como película-fenómeno envuelta en la pancarta y el discurso, incluso sin recurrir al depósito de gasolina extra en que se han convertido las polémicas en las redes sociales para las campañas promocionales del cine de nuestros días.
En Barbie se produce el curioso fenómeno, no menos curioso por ser cada vez más habitual en el audiovisual de nuestros días: la película que se divide en dos, lucha consigo misma y se contradice. Greta Gerwig consigue ser fiel a temáticas habituales en su filmografía, como la madurez, los problemas del paso a la madurez, la aceptación de los cambios en la realidad y en general una visión de la existencia no exenta de un revelador cinismo compensado con dosis de optimismo algo más ingenuo. y propuesta durante parte del metraje, pero paga un peaje excesivo que acaba por poner en cuestión lo que propone en otros momentos del mismo, dando lugar así a la irregularidad de Barbie en su conjunto.
Barbieland es peor opción para desarrollar la batería de propuestas que se plantea la directora que la introducción en el mundo real de Barbie y Ken, mucho más efectiva en el primer acto de la película, mientas que el segundo acto entra en una fase de frenazo de ritmo importante produciendo la sensación de retroceso de la velocidad que había cobrado el largometraje en su principio, y el final deja casi desaparecer a Barbie mientras el personaje de Ken ocupa mayor espacio y tiempo de metraje en la historia con resultados menos interesantes que los de la primera parte protagonizada por Barbie.
Todo lo referido a los ejecutivos de Mattel y el personaje de Will Ferrell no funciona, introduce chistes sin gracia que presagian la caída de la capacidad humorística del largometraje en su segundo y tercer acto donde se aprecia un agotamiento de la propuesta Barbieland un tanto inexplicable, y cierto cansancio del propio juego de los guionistas con la misma.
Y hay un personaje que no está bien aprovechado en todo el potencial que tiene, la hija adolescente, mucho más interesante que la madre tal y como se nos presenta a ambas. De hecho, el personaje de la madre es un lastre por materializar de manera más tópica el discurso más fluido, enérgico, sarcástico y satírico que prometía la hija, que pienso habría sido mejor vehículo que la madre para el estilo y propuestas de la directora, aunque comprendo que Gerwig tema la posibilidad de repetir momentos de Ladybird, que me parece su mejor película hasta el momento. El monólogo de la madre, independientemente de su contenido, produce la impresión de pieza encajada de forma forzada en el discurso de la película y muy arquetípica como puente de transmisión de opiniones al espectador. Le falta la fluidez que he visto en la directora en otros de sus trabajos.
Y es precisamente la falta de fluidez, el estancamiento y la caída en repeticiones en el tercer acto respecto a lo que se contó en el primero lo que condiciona el paso de la reflexión existencial de mecanismo que cobra conciencia de su propia existencia para llevar el argumento hacia una comedia en la que puntualmente siguen saliendo a flote pinceladas interesantes, pero en su conjunto la prometedora filosofía de la anécdota de partida se consume rápidamente en el retorno al laberinto de Barbieland.
Miguel Juan Payán
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