Crítica De perdidos a Rio ★★★

Crítica De perdidos a Rio película dirigida por Joaquín Mazón con Pablo Chiapella, Fran Perea, Carlos Santos, Esther Acebo

Tan disparatada e imposible, que nos hará reír.

La comedia es un género que ha dado muchas alegrías en el pasado a la taquilla en nuestro país, con productos que conseguían atraer a la audiencia y hacerla pasar un gran rato. Quizá sea uno de los géneros que más hemos transitado en nuestro país en las últimas décadas, pero casi siempre ha sido de forma muy efectiva y ganándose, en muchas ocasiones, el cariño de la audiencia. El público respondía en la taquilla de forma muy positiva, aunque tras la pandemia eso no sucede con tanta asiduidad como antes. De perdidos a Rio quiere hacer que eso cambie y llevar de vuelta al público a las salas, y para ello propone un par de cambios en la fórmula secreta que la convierten en una pequeña rareza, especialmente un punto surrealista que hace que nunca te creas del todo a sus personajes y sus circunstancias, lo que, por supuesto, hace el viaje aún más divertido.

Un policía que sueña con vivir grandes aventuras pero es demasiado cobarde para hacerlo, se encuentra ante un viaje que cambiará su vida. Después de pasar todo el día haciendo documentos de identidad y con una novia con la que todo es rutina, descubre que un amigo de la infancia ha muerto en Rio de Janeiro, y que él debe ir a repatriar el cuerpo, por lo que decide ir con dos amigos más a buscarlo. Pero a su llegada a Brasil descubrirán que no todo es lo que parece y que, la muerte de su amigo, está rodeada de los trapicheos de aquel en tierras brasileñas, sus deudas y su relación con una abogada española también dispuesta a descubrir qué ha sucedido con el muerto. Una comedia de enredos que se salta toda corrección política impuesta y que busca hacernos reír sin preguntar la mayor parte del tiempo si está ofendiendo a alguien.

Para ello cuenta con un reparto liderado por Pablo Chiapella y Esther Acebo, entregado a la causa y a unos personajes que, en su vertiente masculina, son unos descerebrados. Pero son nuestros descerebrados. Es decir, que nos identificamos con ellos, con sus torpezas y sus disparates, porque posiblemente nosotros también haríamos muchas de las cosas que ellos hacen. Como estar más interesados en ir a la playa o a tomar caipiriñas que a identificar al fallecido. Carlos Santos y Fran Perea están divertidísimos en esa función y consiguen sacarnos más de una carcajada, mientras que secundarios como Kira Miró (la escena de la llamada telefónica es maravillosa), María Botto o Carlos Areces, completan ese grupo. Y si son fans de Love Actually, reconocerán enseguida a Carla Vasconcelos, por ejemplo, en un papel tan irreverente como divertido.

Aquí los tópicos y los clichés sobre lo que creemos que es Brasil y su cultura o la vida en Rio de Janeiro, llenan la pantalla, sobre todo los relacionados con el crimen. Y el director Joaquín Mazón, no sólo busca narrar la historia de forma convencional, sino que intenta salirse un poco de ello y aportarle una presencia visual que haga más apetecible el viaje. Por supuesto a veces los tópicos son excesivos y en varios momentos la película no sólo no es graciosa, sino que no parece saber hacia dónde se dirige. También hay varias lagunas en el guión o subtramas que no llegan a ninguna parte. O momentos hasta incómodos para el espectador. Pero, en líneas generales, la película consigue divertir y hacernos reír durante su metraje, sacándonos de la sala de cine con una sonrisa. Solo por eso ya merece la pena.

Jesús Usero

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