Crítica Desencantada
Secuela sin chispa del éxito de Disney protagonizado por Amy Adams
En los tiempos recientes muchos de los productos Disney han acabado estrenándose en Disney + como una forma de hacer que la plataforma de streaming siga creciendo y ganando interés, pero también con la idea de que proyectos que de otra forma no hubiesen tenido cabida en la cartelera encuentren su lugar, incluso la posibilidad de existir. Ha sido el caso de la reciente Pinocho, de Hocus Pocus 2 o ahora de Desencantada, secuela de la exitosa película protagonizada por Amy Adams que además la convirtió en una estrella. Además de crear a una buena legión de fans que seguían preguntándose por las aventuras de Giselle, una princesa de un mundo de cuento de hadas, prometida con el príncipe azul, que acababa por arte de magia en Manhattan, enamorándose de un tipo normal y corriente y descubriendo que los cuentos son solo una parte de la historia.
Encantada era una película fresca, divertida, con mucho espíritu de sátira sobre las princesas Disney, un género que la compañía había llegado a convertir en su sello. Funcionaba por el carisma arrollador de Adams, por la presencia de secundarios brillantes en su peculiar locura como James Marsden, Idina Menzel, Timothy Spall, Patrick Dempsey (aunque su personaje tenía poco que aportar en realidad), y una genial Susan Sarandon como reina malvada del cuento, que nos llevaba de la animación a la realidad. Ahora, el tiempo ha pasado (en el mundo de la película menos que en la realidad, por lo que por ejemplo el personaje de Morgan ha cambiado de actriz. Aquí es joven adolescente y la actriz que la interpretó en la primera película ya ronda los 25 años). Todo vuelve para contar esta continuación en la que las reglas cambian por un momento. Tras marcharse de Manhattan a un bonito suburbio en las afueras, los personajes acaban en el mundo de Andalasia.
Por supuesto Adams es el motor de la película y lo da todo, en las canciones, en su entusiasmo para ser Giselle, en el cariño, en la mirada inocente de un personaje que se enfrenta a su mayor reto… Pero Dempsey está como ausente, la película desaprovecha a Marsden y Menzel continuamente, y por mucho que Maya Rudolph lo intente, no es Susan Sarandon, como antagonista de la historia. Esa ausencia es lo que más se nota en la película, la falta de esa enorme y divertida presencia que aportaba Sarandon. Por mucho que lo intente, Desencantada siempre tendrá ese hándicap, y no es sencillo de superar. Aunque tampoco hubiese importado mucho de funcionar como es debido todo lo demás. Y no lo hace. El principal problema está detrás de las cámaras, no delante.
Hay un par de simpáticas canciones y el punto de partida era prometedor, pero tarda una eternidad en arrancar y poner en marcha la historia real de la película. Es entonces cuando el guión no acaba de decidirse sobre lo que quiere ser, si apuesta por cambios reales en la historia o si, aunque no lo parezca, repite el esquema para complacer a los fans. Finalmente opta por este camino, haciendo que la película deje un regusto amargo. No termina de encajar, no termina de hacer disfrutar al espectador ajeno a la historia, no termina de ser para la familia (la duración es excesiva) y la dirección de Adam Shankman no tiene personalidad. Acaba siendo un producto mediocre que llega tarde, a años luz de la primera película y en un momento en el que la necesidad de esta historia no queda demasiado clara.
Jesús Usero
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