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Crítica Gran Turismo película dirigida por Neill Blomkamp con David Harbour, Orlando Bloom, Archie Madekwe, Darren Barnet
Entretenimiento de primer orden, pero con corazón.
No es nada sencillo embarcarse en una adaptación de un videojuego en estos tiempos. Antes todas eran miradas por encima del hombro, los fans las machacaban, y la taquilla no respondía como se esperaba. Pero de un tiempo a esta parte los éxitos se acumulan y los fans poco a poco han encontrado adaptaciones que les interesan.
Ha sido el caso de Sonic y el brutal éxito de Super Mario Bros, pero también ha sido lo que hemos vivido en televisión con The last of Us y en cines con Uncharted, ambas de Playstation Productions como lo es Gran Turismo. Aunque en el caso de esta adaptación del juego de conducción creado por Kazunori Yamauchi tiene un plus de dificultad, al tratarse de un juego que no tiene una historia que seguir, sino que es sólo un simulador de conducción. Sí, seguramente el mejor que existe, pero, ¿qué historia puedes contar al respecto?
Inteligentemente, los responsables de la película con el director Neil Blomkamp a la cabeza, han optado por olvidarse en cierta medida del juego para que este sirva como telón de fondo de un biopic, una historia basada en hechos reales en torno a la figura de Jann Mardenborough, jugador de Gran Turismo que se clasificó para la GT Academy tras ganar una competición online y pasó duras pruebas para convertirse en piloto de carreras en la vida real, al volante de un Nissan, algo que le llevó a competir incluso en las 24 horas de Le Mans. Una historia de cine de superación y deportes, con un personaje que debe enfrentarse a mil obstáculos si quiere alcanzar el sueño de su vida. Una historia que todos conocemos y que aprovecha aquí el telón de fondo de las carreras de coches y los videojuegos para explorar el destino de los personajes.
Con buen acierto el elegido para dar vida a Jann ha sido Archie Madekwe, y en torno a él gira toda la historia, sobre todo en torno a sus relaciones, que es lo que la película nunca pierde de vista. Inicialmente la compleja relación con su padre, al que interpreta Djimon Hounsou, que quiere lo mejor para su hijo y piensa que sus sueños son imposibles. Posteriormente con David Harbour que da vida a Jack Salter, quien se convertirá en mentor y entrenador, y casi una nueva figura paterna para Jann. Por eso la película funciona, porque en lugar de sustentarse solo en las carreras de coches o el espectáculo, que lo tiene, lo hace en el desarrollo personal de un joven que busca su sueño, pero también la aprobación de un padre que no sabe comprenderle, y otro que no termina de creer en él. Al menos inicialmente.
Blomkamp sabe moverse entre los coches para que la película tenga emoción y además lo hace con mucho elemento real y poco CGI. En ese sentido recuerda más a películas como Días de Trueno que a la saga Fast and Furious. Porque ese es su espejo. Le Mans 66, Rush, Las 24 horas de Le Mans… incluso Rocky. Eso tiene un pequeño problema, y es que sabemos prácticamente qué va a suceder en cada momento de la película. Es previsible y no aporta nada nuevo al género. Además algún momento de carrera no tiene la épica que debería (solo algún momento). Pero, en líneas generales, Gran Turismo sorprenderá a propios y extraños habiendo conseguido adaptar al cine un juego que parecía imposible de adaptar, y lo ha hecho con elegancia, con espectacularidad y con mucho corazón. Ojalá más superproducciones así.
Jesús Usero
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