Crítica Memory película dirigida por Michel Franco con Jessica Chastain, Peter Sarsgaard, Merritt Wever, Brooke Timber
Interesante laberinto romántico muy bien defendido por sus actores.
El pasado se impone casi como un personaje más en esta película que desarrolla una gran personalidad propia y una madura independencia de los géneros por los que navega.
Personas más que “personajes”
Memory es interesante tanto por su esfuerzo en plantear una fórmula de trama romántica alternativa a la comercial desde parámetros más cercanos a la realidad, propios del cine independiente, romance por tanto de “personas” más que de “personajes”, como por el trabajo de sus dos protagonistas.
Jessica Chastain tiene espacio sobrado para brillar como actriz arropada en una cobertura visual muy cuidadosa a la hora de medir las distancias con el el personaje que interpreta y con su conflicto, evitando caer en la trampa de convertirlo en ejercicio oportunista morboso sobre la tragedia que plantea.
La cercanía de la cámara nunca es invasiva y su manera de describir el aislamiento en el que vive respecto a todo lo que la rodea, en la fiesta, en su casa, con su familia, incluso en el trabajo, juega desde la sugerencia sutil en lugar de tirar del subrayado.
Es mismo ejercicio de respeto por personaje, su conflicto y por el trabajo del actor, que conviene recordar que es también en cierta forma un gesto de respeto por el propio público, se aplica al personaje de Saul que interpreta Pete Sarsgaard, y como consecuencia de todo ello la película gana solidez como propuesta a medida que avanza en el desarrollo de su trama.
Tan lejos y al mismo tiempo tan cerca
Memory está tan empeñada en ir a la contra de la expresión más comercial del género en el que se mueve que a la hora de construir su melodrama de calidad con momentos de drama más cercanos a la realidad, aunque su andamiaje o esqueleto se levante sobre lo melodramático, que su director, Michael Franco se la juega y hace de un plano genera con todos los personajes principales con el cual resuelve la revelación del pasado que ha destruido a la protagonista, un alegato en favor del poder del estatismo en el cine si está bien utilizado.
Partiendo en ese plano clave de Memory, de una composición pictórica, un retrato de grupo donde quedan expresada la geografía sentimental de su historia y delimitados los territorios de relaciones afectivas y conflictos entre los personajes, con las dos hermanas como epicentro de pleno protagonismo, parece inicialmente distanciar al espectador sembrando un abismo entre el público y los personajes que nos aleja de lo que ocurre en la pantalla, pero en realidad oficia no solo a modo de subrayado de la mayor cercanía a los personajes y la naturalidad fluida con la que se desarrolla el resto de la película, sino de maniobra para que sintamos en modo espejo el desesperante aislamiento e indefensión en la que se encuentra Sylvia, llevándonos así a un pico de máxima empatía con ella.
Será el diálogo lo que nos acerque a los personajes mientras la imagen nos mantiene a distancia
Ese plano general de grupo encuentra su ritmo y su pleno poder expresivo en el diálogo que acompaña este momento de revelación que coherentemente el director se niega a interrumpir con artificios y prefiere resolver en plano secuencia desde una distancia teatral, pero que no teatraliza, aunque convierte la pantalla momentáneamente en escenario donde los personajes cobran entidad de intérpretes de carne y hueso del drama paradójicamente más próximos desde la lejanía de los mismos que se nos impone.
Es este plano declaración de principios y gesto definitivo de personalidad un paso clave de la trama hacia su desenlace que no por casualidad se hermana desde ese juego con la distancia máxima del espectador con el otro punto de giro del comienzo del viaje de los personajes que se produce en el parque/bosque entre cuando Sylvia le echa en cara el pasado a Saul.
En ambos casos nos encontramos el dibujo de estos náufragos de un pasado que alimenta el juego de conflicto de la película, conflicto de Sylvia y Saul con ellos mismos, con su pasado y con esa memoria que da título a la película, historia de dos viajes en paralelo que se cruzan en la que Silvia intenta escapar de su pasado mientras Saul intenta recuperarlo, marcada por el respaldo sonoro de la única música con la canción clave para el viaje sentimental de los personajes.
Miguel Juan Payán
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