Getting your Trinity Audio player ready...
|
Crítica Reza por el diablo
Simpática y con alguna interesante idea, pero finalmente fallida.
El cine de terror tiene muchas veces pocas formas de esquivar los clichés y los problemas de historias contadas demasiadas veces, porque la audiencia busca lo que el género sabe proporcionar. Un par de sustos bien conseguidos, una buena atmósfera, una historia con gancho… normalmente con conseguir dos de esas tres el público suele salir contento de la experiencia. Porque, normalmente, la audiencia más general, no reacciona tan bien a fórmulas distintas, por lo que cualquier intento de salirse un poco de las ideas más repetidas no funciona más que entre unos pocos. Es una maldición que deben soportar porque por un lado la audiencia se enfada si le dan más de lo mismo, pero si innovan, especialmente en este género, tampoco están contentos. Así que cuando un proyecto cumple unas mínimas cuotas manteniendo esa fina línea entre ambos caminos, consigue un enorme éxito, como Smile. Reza por el diablo lo intenta, pero termina cayendo en su propia trampa.
La película juega con una historia de exorcismos realmente tradicional, e intenta aportarle un giro con el personaje protagonista, una monja que desea aprender también a realizar exorcismos, algo prohibido por la Iglesia Católica al ser mujer. Pero esta joven tiene una intuición para este tipo de asuntos, un enfoque nuevo que puede ayudar con muchos exorcismos. Algo que quedará reflejado cuando una niña poseída por un demonio parezca tener un vínculo con la monja, lo que la lleva a intentar salvarla a toda costa. Hay varias ideas nuevas en la película que podían cambiar el rumbo de esta historia, pero la película no sabe aprovecharlas nunca y cae en lo que intenta justo evitar. Pese a lo poderoso de algunas imágenes, pese a lo entregado de su reparto, hay demasiado elementos que no encajan o que cambian de una escena a la siguiente (como el exorcismo que no sale como esperan).
La joven Jacqueline Byers es la encargada de echarse sobre los hombros la película y lo hace con toda la fuerza que puede ante el tramposo guión, ante los giros previsibles, ante las situaciones demasiado manidas y ya vividas. A ella se debe que la película no se derrumbe del todo. Nombres como Virginia Madsen están más bien de adorno en la película, y casi todo pasa por las manos de Byers. A veces sorprendentemente bien escoltada por el director a la hora de plantear ideas perturbadoras, como la del cabello, o novedosas dentro del género, como intentar hacer despertar al poseído para que reclame el control de su cuerpo. Aunque queda ahogado por ese guión bastante débil y visto en demasiadas ocasiones, hay que reconocer la buena mano narrativa de Daniel Stamm, director de la mucho más interesante y sorprendente El último exorcismo.
Quizá es porque Stamm tenía un guión que le respaldaba en aquella ocasión, una historia mucho más atractiva. Personajes como la monja mayor, el cardenal o incluso los compañeros de clase de la joven, no tienen ningún peso y son tópicos con piernas. Y todo para llegar a un final desdibujado en el que ni los sustos funcionan. Uno sigue viendo la película y poco a poco las buenas ideas, el personaje central y su historia, el trabajo del director… todo queda diluido y convertido en algo que hemos visto una y mil veces. Ni lo suficientemente disparatado como para divertirnos, ni lo suficientemente seria o diferente como para atraparnos. No dura lo suficiente como para aburrir a la audiencia, y con eso cuenta. Con hacer pasar al menos un rato entretenido a la audiencia. Algo que consigue en parte.
Jesús Usero
Copyright 2022 AccionCine. Se permite el uso del contenido editorial del artículo siempre y cuando se haga referencia a su fuente, además de contener el siguiente enlace: www.accioncine.es
noreadigital.es expertos en videomarketing